Ayer vino una patita
hasta el patio de un señor,
y le miró con ternura
cuando de su pan le dio.
Se quedó por un buen rato
aunque luego se marchó;
agradecida se fue,
a mirarlo volteó.
Esa patita se lleva
su gesto en el corazón;
quizás un día regrese
para traerle una flor.
Su amistad será por siempre;
que la llene de emoción,
porque es un ser muy bueno
que le tuvo compasión.
Una patita ha venido
a visitar al señor,
y al verla tan pensativa
de su pan le convidó.
Ya se aleja la patita;
antes de irse le miró,
pues satisfecha estaba
y agradecida le sonrió.
Lourdes P. Cabral.
San Diego, California.