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viernes, febrero 16, 2024
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Encuentros y desencuentros con Porfirio Muñoz Ledo (QEPD)

Juntos, ¡valemos más que vos!

Parlamento


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Corría el año de 1997 y en él, dos hechos de la mayor trascendencia para la historia de México. Primero, la oposición obtuvo la mayoría de las curules frente al PRI, luego de siete décadas de dominio y sometimiento al poder legislativo por parte del ejecutivo (hegemonía igualita a lo que ha ejercido y pretende perpetuar el Partido Morena). La Cámara tuvo entonces 239 diputados del PRI, 125 del PRD, 121 del PAN, 8 del verde y 7 del PT. Juntos, sumábamos 261 curules y yo tuve el honor de ser diputado federal en aquella, la LVII (57) Legislatura Federal. Desde la oposición superábamos por 22 votos al PRI. Ya no podían aprobarle el Presupuesto ni las leyes a Zedillo por sí solos.

Segundo, la oposición unida, por primera vez, le modificó y corrigió el presupuesto federal (PEF) al Ejecutivo. El presupuesto federal y las reformas en materia de Coordinación Fiscal para 1998 (con la creación del ramo 33), tuvieron por primera vez, sabor a pluralidad.

No fue fácil. El Gobierno de Zedillo intentó autoritariamente descarrilar la instalación de la Cámara a través de su Secretario de Gobernación, Emilio Chuayffet Chemor. Para aquel 1 de septiembre de 1997, elegimos a Porfirio Muñoz Ledo como el primer Presidente de la Cámara en esa Legislatura y, por tanto, le correspondió entre otras cosas, encabezar junto con los Coordinadores Parlamentarios de oposición, la difícil toma de protesta e instalación de la Cámara.


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En otra entrega contaré los detalles de cómo el PRI, rindió protesta más tarde que el resto de los diputados por la aversión a que Porfirio les tomara protesta teniendo un papel estelar, por ridículo, el entonces diputado priista Ricardo Monreal Ávila. 

Ese día, también por primera vez, un Presidente priista (Zedillo), en ocasión de su III Informe, no sería recibido con los halagos y el besamanos que era costumbre con las mayorías priistas de antaño… y que hoy Morena ha revivido. Por primera vez, un Presidente de la Cámara, hizo un acuse de recibo no visto antes en nuestra historia contemporánea. Respuesta sólo comparable con la que dio más adelante en septiembre de 1999, Carlos Medina Plascencia, en el V informe de Zedillo. 

Porfirio Muñoz Ledo pronunció un discurso que vale la pena resumir en su esencia. Con muy buena oratoria, dijo al Jefe del Ejecutivo: “gobernar es también saber escuchar y saber rectificar. El ejercicio democrático del poder es, ciertamente, mandar obedeciendo. Lo que en última instancia significa que el cambio democrático, es la mutación del súbdito en ciudadano”. Casi para terminar, citó el juramento que tomaron los Reyes de Aragón ante los representantes aragoneses por conducto del “Justicia Mayor”, a finales del siglo XII para recordarle a Zedillo, en alusión muy acertada, a su nueva realidad como Presidente, otrora omnipotente: “Nosotros, que cada uno somos tanto como vos, todos juntos, valemos más que vos”. Se trata de la ponderación del valor de la representación popular, frente al poderoso. 

Desencuentros. No todo fueron aplausos y coincidencias dentro de la mayoría opositora que Porfirio pretendía denominar como el “bloque opositor”. En aquellos días padecíamos los estragos de la crisis económica desatada en diciembre 1994. Zedillo en su primera mitad de mandato, había reformado la Suprema Corte para bien, y había aceptado la reforma política con la oposición para culminar la construcción del IFE ciudadano y un TRIFE también de enorme trascendencia. Los diferendos con el ejecutivo eran programáticos, mas no del calado que generan los excesos y autoritarismo de AMLO. Empero, teníamos diferencias dentro de la oposición que darían lugar a acuerdos entre el PRD y el Gobierno y, en su caso, entre el PAN y el Gobierno, dependiendo el tema. Por ello, no había lugar a denominarnos ni actuar como “bloque”. Empero, vaya que bastante se la aplicamos a Zedillo, particularmente en los tres presupuestos de 98, 99 y 2000. Hubo enorme contrapeso vía la oposición. 

En diciembre de 1998, me correspondió ser el Presidente de la Cámara de Diputados en periodo extraordinario, debido a que no habíamos llegado a un acuerdo con el Ejecutivo para el paquete fiscal de 1999. Así, en una de las últimas sesiones del año, propuse y resolvimos en la mesa directiva, levantar la sesión luego de horas de receso sin acuerdos. Se trataba de mandar un mensaje de presión al Ejecutivo y su partido, a quienes les convenía que la sesión parlamentaria continuara. Porfirio, de unos 63 años de edad entonces, como Coordinador del PRD en la Cámara, coincidía en ese tema con Zedillo y exigía a gritos desde su lugar que la sesión continuara y yo, como Presidente, le apagué el micrófono de su curul y concluí el receso declarando que no había acuerdos y cité al día siguiente, a las 11 de la mañana como era costumbre.

Porfirio me increpó reclamando la decisión, con los puños cerrados y esta frase: “si así vas a tomar decisiones, esto puede acabar a bofetadas”. Yo, cansado y estresado, sólo atiné a contestarle al modo de la secundaria en que estudié, aunque en tono de sorna: “pues si gustas lo resolvemos así, allá afuerita”, al tiempo que me di la vuelta y lo dejé hablando solo. Cuando le conté esto a mi Coordinador del GPPAN, Carlos Medina Plascencia, me dijo que era más o menos frecuente ese tipo de exabruptos de Porfirio, y que le daba por retar a golpes así, contando con que de joven “había sido boxeador”.

Esos eran los claroscuros de Porfirio. Polemista y buen debatiente, discursos eruditos y bien estudiados, pero capaz de proponer resolver a golpes sus desacuerdos. Demócrata en la segunda mitad de su vida, le pesa que intentó ser Presidente del país aceptando las reglas del dedazo en los 70s y principios de los 80s, según da cuenta Jorge Castañeda en su libro “La Herencia”, así como otros historiadores. Fue pues, parte del “sistema”.

Entre defectos y virtudes, creo que Porfirio purga su tiempo como priista, nomás por haber renunciado al PRI y formar otro partido. Por interpelar a Miguel de la Madrid en su último informe. Por acompañar a Fox en la transición del 2000. Por señalar con energía las traiciones de Andrés Manuel.

Tomando el ejemplo de la Corte reparando violaciones graves; las Cámaras impidiendo reformas antidemocráticas, la ciudadanía defendiendo al INE y al TRIFE, Xóchitl exigiendo derecho de réplica y haciendo respetar su pasado humilde y su futuro esperanzador; Porfirio, desde donde esté, puede volver a decir con toda propiedad, ahora a Andrés Manuel: ¡tú, no eres más que cada uno de nosotros, pero juntos, somos más que tú! 

El autor es maestro en Derecho y fue diputado federal de la 57 legislatura (1997-2000), ex cónsul general de México en Estados Unidos, subsecretario de Gobernación y ex magistrado del Tribunal Federal de Justicia Fiscal y Administrativa. Correo: juanmarcos@jmgutierrezyasociados.mx

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