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sábado, febrero 17, 2024
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Ricardo Rocha (1947-2023)

“Para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser buenos seres humanos”.

-Ryszard Kapuscinski


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En mayo de 1990, en el Encuentro de los Intelectuales y el mundo de la Cultura, en la Biblioteca México, frente a Juan Pablo II, el Cardenal Agustino Casarolli, don Manuel Pérez Gil, Arzobispo de Tlalnepantla; y Girolamo Prigione (Nuncio). Ahí estaba el joven comunicador Ricardo Rocha, junto a Lola Beltrán y el casi Nobel de Literatura Octavio Paz (1990), escuchando el discurso del insigne pensador e historiador Silvio Zavala. Muchos personajes como el chihuahuense Jaime Almeida, melómano y experto en música.

Don Luis G. Basurto quería presentarle al Papa Polaco una de sus últimas obras dedicada al mártir jesuita Miguel Agustín Pro Juárez: Corona de Sangre. Pero falleció don Luis. En esa ocasión un vuelo de Aviacsa, proveniente de Tuxtla Gutiérrez, se estrelló e incendió en el trayecto a la Ciudad de México; ahí fallecería el humilde yucateco obispo de Tapachula, don Miguel Cantón Marín. Lo reconocieron por el pectoral de bronce que pendía de su cuerpo en cenizas.

En la segunda visita papal de Juan Pablo II (1990), Ricardo Rocha ya tenía buena experiencia en el periodismo. En Para Gente Grande en TV, fue buen entrevistador y reportero. Sólo que lo que terminó por inclinarlo no a la izquierda, sino transformarse en lo que el bielorruso Kapuscinski propondrá como su casi paisano Wojtyla: Ser voz de los sin voz. Tal cual el buen Sergio Haro, editor de ZETA(Mexicali).


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Ricardo Rocha, en un golpe de gracia y de valentía, se inclinó siempre al periodismo de denuncia (hasta donde le fue posible). Muy admirable en él fue observarlo con su camarógrafo y equipo técnico, arriesgando su vida bajo la lluvia en Los altos de Chiapas.

Acteal  le partió el corazón al buen Ricardo Rocha. José Antonio Román de La Jornada, y fotógrafos como Pedro Valtierra, dieron a conocer la tragedia ocurrida en un pequeño templo de Acteal, en donde ancianos, hombres, mujeres embarazadas se refugiaron para orar ante el ataque criminal de grupos priistas, que sin piedad, y con machete en mano, sacrificaron a las embarazadas niños y ancianos.

Tragedias como la de Acteal o Aguas Blancas era común leerlas en La Jornada, Proceso, UnomásUno, Excélsior, El Universal… Pero no en noticieros de alto –entonces- impacto, como los de Ricardo Rocha, que seguramente fueron una de las estaciones del Viacrucis del comunicador que le ganaron las antipatías de los poderosos.

Si la conversión a Dios es un proceso pedagógico, paso a paso. Uno de los eventos que cambió la vida del periodista Ricardo Rocha y la de muchos otros escritores como don Gastón García Cantú (Excélsior); fue la tragedia del estado mexicano de Chiapas. Chiapaz (con zeta), porque se promovía para el sureste y para la Nación, la Paz con Justicia. Y aquí con Rocha, recordamos al memorable obispo Samuel Ruíz García, que movió al Papa Francisco a visitarle en San Cristóbal durante su estancia en febrero de 2016.

Algo que distinguió a Ricardo Rocha fue el Ser voz de los sin voz. Bienaventurados los que mueren en el Señor, porque sus obras les acompañan.

Germán Orozco Mora reside en Mexicali.

Correo: saeta87@gmail.com

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