Viejito va a votar. Luego de emitir su sufragio, se acerca al personal a cargo de la casilla y tímidamente pregunta:
— Disculpen, ¿alguno de ustedes puede decirme si mi esposa ya votó?
“¿Cómo se llama su esposa?”.
— María Rosa Pérez Castillo.
“Efectivamente, ya votó, pero… ¿ustedes no viven juntos?”.
— No. Ella murió hace 15 años, pero como en cada elección viene a votar, ¡quisiera verla!
Autor: Anónimo de Morena.
Retrasado
Señor Presidente, tiene usted un retraso mental notable.
“¿Notable? ¡Vaya, eso sí es noticia! Y todo el mundo pensando que hago todo a propósito…”.
Autor: Otro anónimo de Morena.
Confesiones políticas
— Padre, confieso que he pecado. Ayer le pegué a un político.
“Querida, estoy aquí para escuchar tus pecados, ¡no tus servicios a la comunidad!”.
Autor: Un ciudadano común.
Deducción lógica
Dos amigos se encuentran por la calle, uno de ellos es matemático, quien le pregunta otro:
— Oye, Pepe, ¿qué es eso de la lógica?
“A ver, por ejemplo, Mariano. ¿Tú tienes una pecera en casa?”.
— Sí.
“Entonces, es lógico que te gustan los peces”.
— Ajá.
“Entonces, lógicamente, te gustan los animales”.
— Claro.
“Por lo tanto, te gusta el más bello de los animales: la mujer”.
— ¡Claro!
Al cabo de unos días, Mariano se encuentra con otro amigo suyo, y le pregunta:
— Oye, Luís, ¿tú tienes una pecera en casa?
“No”.
— Entonces eres gay…
Autor: Un homofóbico.
La postura del pez
Dos amigos conversan:
— Pues la postura favorita de mi mujer en la cama es la del pez.
“¿La del pez? Esa no la conozco”.
— Sí, se da la vuelta y ¡nada!
Autora: La ex mujer.
El único que ladra
¿Cuál es el único pez que ladra?
El lenguau.
Autor: Un pescador.
Dos ladrones
Dos ladrones están robando en un almacén de pescado. Un policía ve que cae una lata del tejado y exclama:
“¡¿Quién está ahí?!”.
El primer ladrón responde:
“¡Miau!”.
El policía piensa para sí:
“Ah, es un tonto gato”.
Al cabo de un rato cae otra lata de pescado y el agente vuelve a preguntar:
“¿Quién anda ahí?”.
Y el segundo ladrón, un verdadero tonto, contesta:
“¡Soy otro gato!”.
Autor: Un ratero.
Breves y ebrios
— ¿De dónde vienes?
“Del salón de belleza”
— Y qué, ¿no había luz?
***
— Papá, ¿tienes preferencias entre mi hermano y yo?
“Estás loco, muchachito; para mí son absolutamente iguales, tú y mi campeón”.
***
Eres lo último en lo que pienso cuando me duermo y lo primero que pasa por mi cabeza cuando me despierto. Te amo, mi hermoso celular.
***
— ¿Cómo es tu amor por mí?
“Cuenta las estrellas del cielo”.
— Ah, ¿es infinito?
“No, ¡una pérdida de tiempo!”.
***
— Mamá ¿ya viste la camioneta de mi novio?
“Pero ¡es el camión de la basura!”.
— Mamá, ¡SIEMPRE LE BUSCAS DEFECTOS A MIS NOVIOS!
***
— Cantinero, deme otra copa.
“Señor, ¿no ha bebido ya suficiente?”.
— ¡No! Y deme una copa de Suficiente para probar.
***
— Amor, te tengo una noticia.
“Yo también te quiero decir algo…”.
— Gané la lotería, ¡somos millonarios!
“Term… ¡Qué bien, mi amor!”.
***
— Vieja, tu cara me es familiar…
“Cállate, tonto. ¡Soy tu madre y estás borracho!
***
“Cada vez que bebo, me vuelvo más guapo. Llego a mi casa y mi mujer me dice ¡Ay, qué lindo!”.
***
Un borracho abre la puerta de su casa con un supositorio, un vecino lo ve y le advierte:
— Oiga, está tratando de abrir la puerta con un supositorio.
“No puede ser, ¿dónde habré metido la llave?”.
***
Un borracho llega a casa y enfrenta a su mujer:
— Cariño, te tengo dos noticias: una buena y otra mala.
“A ver…”.
— Dejé la bebida, ¡pero no sé dónde!
***
Un borracho lleva una botella de ron a su esposa.
— Toma, cariño, este regalo es para ti.
“Sabes que no tomo esa basura”.
— Sólo quiero que le des una probadita.
“¡Ay, qué asquerosidad!”.
— Ya lo probaste. ¿Ves el sacrificio que tengo que hacer para tomar?
***
Dos amigos en un bar:
— Cuando mi mujer se dé cuenta por mi aliento que he bebido otra vez, me mata.
“Haz como yo: para que no te huela el aliento, cuando te pregunte, ¡contéstale con la boca cerrada!”.
***
La esposa enojada:
— Dime, desgraciado, ¿qué ganas tomando?
“Nada. ¡Yo tomo sin fines de lucro!”.
***
Un borracho llega a su casa manchado de lápiz labial y su mujer lo increpa:
— ¿Qué es esto?
“No me vas a creer, ¡me asaltó un payaso!”.
***
Otra esposa reclama al marido borracho:
— Cuando nos casamos, prometiste que no volverías a beber nunca y que serías otro hombre.
“Es verdad, pero es que al nuevo hombre ¡le gusta la bebida más que al anterior!”.
Autor: Reside en Playas de Tijuana.