Don Eligio era noticia por su vida pública y privada, más que nada. Fue regidor del Ayuntamiento de Tijuana y diputado en el Congreso del Estado, curul para la cual tomó posesión en medio de un operativo político para librar a los agentes federales que le querían aprehender por una orden debido a problemas fiscales
Aunque fue director del periódico El Mexicano, don Eligio Valencia Roque era más noticia que las que propagaba. Por ejemplo, gustaba de aparecer en la portada del diario todos los días, a veces combinando con doblesplanas en interiores, con fotos de él departiendo con otros.
El 17 de junio de 2023, después de semanas de no verle en la portada de El Mexicano, atendiendo a tal o cual político, líder o funcionario de cualquier orden de gobierno, don Eligio salió en su última portada. En la imagen ubicada al centro del periódico de formato estándar, aparece un cuadro que, en vivo, se puede apreciar en la antesala de las oficinas administrativas del periódico: don Eligio vestido con su usual traje cazadora, con la imprenta pintada de azul al fondo, y él sosteniendo una edición del diario entre sus manos.
En el texto que acompañaba la imagen, se participó a lectores, amigos y público en general, del fallecimiento de don Eligio. Poco le faltaba para cumplir los 83 años, cuando un doble infarto acabó con su vida mientras se encontraba en recuperación de una operación en San Diego, California.
Don Eligio era noticia por su vida pública y privada, más que nada. Fue regidor del Ayuntamiento de Tijuana y diputado en el Congreso del Estado, curul para la cual tomó posesión en medio de un operativo político para librar a los agentes federales que le querían aprehender por una orden debido a problemas fiscales. Los burló. Tomó posesión y, con el fuero de diputado, no pudieron detenerle. El trienio legislativo le dio oportunidad de arreglar sus problemas legales, pero le trajo otros y más delicados.
Hace algunos meses, tuve la oportunidad de convivir con él cada semana. Los jueves llegaba a su oficina, Yara me invitaba un café y empezaba la plática nostálgica con don Eligio, en lo que la imprenta azul producía ZETA.
Le aquejaban algunos males físicos, dolencias propias de la edad y enfermedades, pero lo que más le dolía, solía comentar en confianza, era la ingratitud de sus hijos mayores. No le dirigían la palabra y estaban inmersos en un litigio legal por la propiedad del periódico. Don Eligio les ganó en primera instancia y los Valencia Alonso apelaron en segunda. El hombre posponía tratamientos y operaciones porque no quería irse de este mundo sin arreglar el tema con sus hijos mayores. Le dolía la indiferencia de los mismos, le afectaba la no comunicación, le apesadumbraba mucho el litigio legal para despojar a otros de los bienes que eran de todos.
Unos meses antes, en ZETA tuvimos una crisis, de otro nivel, por supuesto. La imprenta con la que trabajamos en San Diego, California nos notificó que ya no imprimirían nuestro periódico. La empresa había sido adquirida por una más grande ubicada en Anaheim, California y hacia allá mudarían sus operaciones.
Para no fallar a la bendita periodicidad de ZETA y seguir circulando en Baja California, por primera ocasión en 42 años, contemplamos la posibilidad de imprimir en México. La primera llamada telefónica, fue a don Eligio. Luego de explicarle la situación, generoso, atinó a decir: “Aquí imprime ZETA, que siga circulando, ahí luego nos arreglamos…”. Era un lunes. El jueves siguiente, por primera ocasión desde su fundación, el Semanario se imprimió en México, en la imprenta azul de El Mexicano.
Por supuesto que rápido nos arreglamos y, durante los siguientes meses, el Semanario se imprimía en El Mexicano, lo cual me daba oportunidad de convivir y conversar con don Eligio. En la confianza de su oficina, muchos temas salieron a relucir. En todos siempre se mostró generoso, desde su llegada a Baja California, la camada de periodistas que se trajo desde Veracruz, hasta los problemas con sus compañeros del diario, su paso por la política y el sindicalismo que defendía -aun en sus últimos días- contra el Gobierno del Estado y a favor de los taxis rojos en el Bulevar Agua Caliente.
A don Eligio le gustaba ser noticia. Sea porque fue candidato a senador, derrotado por el PAN o porque durante decenas de años encabezó la otrora poderosa Confederación de Trabajadores de México, la CTM, lo cual le daba la oportunidad de siempre estar en las planas de su periódico y en el campo de acción de la clase política, de gobierno, empresarial y social del Estado.
Cercano a la clase política, solía hacer pactos de promoción o de olvido. Respetado por gobernadores y alcaldes, el pleito de sus hijos mayores contra él, lo alejó de algunos cuando tomaron partido. El gobierno de Marina del Pilar Ávila Olmeda lo metió a la congeladora cuando no entendieron por qué el hijo menor del director de El Mexicano, el regidor de Tijuana, Eligio Valencia López, votó contra la creación de la Secretaría de Seguridad en el Estado. Un voto en contra que no les significó no salirse con la suya, lo tomaron personal.
Hoy día, Valencia López ha tomado posesión de la dirección de El Mexicano, aunque no logra sentarse, por respeto, admiración y dolor, en la silla que dejó su padre, la que, en infinidad de ocasiones, salió en la portada del diario regional ocupada por don Eligio, atendiendo a alguien.
En paz descanse don Eligio Valencia Roque, diarista bajacaliforniano, político, líder sindical, y generoso ser humano… con nosotros. Un abrazo a su familia.