El cielo y el piso no pueden distinguirse desde la vista que ofrece la ventana de un camión de pasajeros que circula durante la madrugada del 6 de mayo, sobre la cinta carretera que conecta los municipios de Sonoyta y San Luis Río Colorado, Sonora.
Baja California es el destino de la unidad donde viaja un importante número de personas, algunos de ellos provenientes de otros países y que tienen como destino cruzar a Estados Unidos en busca de ser reconocidos como refugiados y obtener asilo, debido a la situación de violencia que sufren en su tierra natal.
Cuba, Ecuador, Colombia, Venezuela, Honduras, Guatemala y otros países de Centro y Sudamérica, son algunos de los expulsores de migrantes que buscan mejores oportunidades al Norte del Continente Americano, pero saben que para llegar a la Unión Americana existen grandes riesgos, sobre todo en suelo mexicano.
La calma en la que se viajaba en un trayecto carretero sólo era interrumpida por algunas conversaciones breves del conductor del chofer, limitándose a decir: “Sí, allá vamos. Sí, aquí estamos”. Hoy, las víctimas sospechan que se trataba de claves que advertían lo que vendría.
En medio de la noche, varias unidades tipo camioneta de color blanco le encendieron los códigos al conductor de la unidad, quien se orilló a un costado de la vialidad.
Varios sujetos uniformados y con pasamontañas subieron al camión y comenzaron a pedir documentación, bajo el argumento de una revisión de rutina, ejercida por elementos federales.
Ahí, tan cerca de San Luis Río Colorado -y de la frontera con Arizona-, a toda aquella persona que no era de nacionalidad mexicana, se le pidió descender de la unidad para una inspección minuciosa.
Los uniformes eran muy similares a los que utilizan policías, pero cuando las personas descendieron, los sujetos fuertemente armados retiraron los logos pegados con velcro y se presentaron:
“Somos gente de ‘Los Chapos’”, refirió el encargado de la “operación”, quien les aseguró que sí hacían todo lo que les decían, pronto podrían continuar su camino a EU.
Al ver que no tenían otra opción, los migrantes abordaron las unidades blancas y fueron trasladados hasta la casa de seguridad ubicada en San Luis Río Colorado, no sin antes quitarles todo el dinero, objetos de valor y documentos que llevaban consigo.
Esto es el extracto de una conversación que ZETA tuvo con algunas víctimas del secuestro descubierto el 6 de mayo, donde elementos de la Agencia de Investigación Criminal de la Fiscalía General de Sonora reventaron un domicilio ubicado sobre la calle Amapolas B, entre calles 21 y 22, donde estaban secuestrados 133 migrantes de diversas nacionalidades.
Las víctimas -que pidieron el anonimato por miedo a represalias- fueron entrevistadas en el estadio de beisbol de San Luis Río Colorado, donde se refugiaron al momento de su rescate y esperaban el momento en que pudieran continuar con su travesía, pues debían llegar a Estados Unidos antes de que terminara el jueves 11 de mayo, fecha en que se pondría fin a las restricciones migratorias para obtener asilo político.
El domicilio marcado con el número 2105 era muy pequeño y nadie sospecharía que había una situación grave de hacinamiento, pues en la vivienda convivían 133 personas de diferentes nacionalidades.
Mujeres embarazadas, niños y niñas, hombres y jóvenes; un grupo diverso en raza, género y cultura, todos obligados a verse las caras y compartir baño, vivienda y espacio.
El último grupo en llegar, generó gran alerta por una sospecha de que había intentado notificar a las autoridades sobre el secuestro, por lo que iban a cortarle la mano.
En ese momento, el enorme dispositivo de seguridad irrumpió en el inmueble y rescató a los 133 migrantes.
No hubo necesidad de realizar un solo disparo, pero sí de causar daños en las puertas y ventanas del inmueble para ingresar y someter a los cinco criminales, dos originarios de Honduras y tres más de Nacozari y Hermosillo, Sonora.
Según otro de los migrantes afectados, había personas que tenían hasta 21 días dentro del domicilio sin poder salir, los cuales eran alimentados con comida rápida cuyos envoltorios podían observarse en el bote de basura ubicado al exterior del inmueble.
Su estancia dependía del tiempo que la familia tardaba en recaudar 2 mil 500 dólares para enviárselos a cambio de la libertad de sus familiares. Algunos tuvieron facilidades debido a consanguíneos que residen en Estados Unidos, pero otros se veían obligados a pedir la venta de bienes en sus países de origen a cambio de su liberación.
Testimonios recabados por ZETA refieren que los criminales les cobraban el doble a las mujeres embarazadas, con el argumento de que se trataba de dos vidas.
LA LIBERACIÓN
El sábado 6 de mayo, elementos de la FGE con apoyo de la Policía Municipal de San Luis Río Colorado, rodearon la casa de seguridad de “Los Chapitos” donde tenían resguardados a más de 130 migrantes. Sin embargo, este caso no es aislado, ya que en las últimas semanas se rescató a más de 70 migrantes en dos operativos de la propia corporación.
Al principio había gran confusión sobre la responsabilidad de cada institución en el caso, pues por un lado, consideraban que se trataba de tráfico de personas, lo cual es un delito federal, pero finalmente se optó por encuadrarlo como secuestro, toda vez que se pidió rescate por ellos.
Aparentemente los agentes fueron alertados por un dato anónimo. Vecinos de la comunidad indicaron que no había conductas anormales dentro y fuera de la vivienda, pero reconocieron que había un flujo un poco extraño de personas.
El operativo se llevó a cabo alrededor de las 15:00 horas y se prolongó por varias horas, toda vez que había demasiadas personas en hacinamiento y se buscaba recabar información para procesar a los responsables.
Por tratarse de víctimas, los agentes investigadores decidieron no trasladarlos a albergues locales, sino que habilitaron el campo de beisbol en el Bosque de la Ciudad de SLRC, donde permanecieron con apoyo médico y alimentación brindada por los gobiernos y las propias donaciones de la ciudadanía.
De los 133, elementos de la Agencia de Investigación Criminal pidieron la intervención a 20 migrantes para que testificaran en contra de sus captores. Evidentemente, la prioridad fue a los hispanoparlantes
Para el martes 9 de mayo, alrededor de 100 migrantes ya habían sido trasladados a la central camionera de dicha ciudad, con el objetivo de que continuaran con su camino. Sin embargo, los 20 que participaron en el juicio permanecieron un día más.
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La promesa de autoridades sonorenses era que si los apoyaban, no tendrían que continuar con su camino por su cuenta, sino que los entregarían directo al Gobierno de Estados Unidos. Sin embargo, después de rendir su declaración y de mantenerlos por largo tiempo bajo resguardo, lo único que pudieron ofrecerles fue custodiarlos hasta la central camionera de Mexicali, donde continuarían con su travesía.
Una de las víctimas se dijo preocupado, toda vez que no tenía ya dinero para cruzar a EU, pues coyotes le cobrarían -al menos- 250 dólares para entregarlo a las autoridades del vecino país.
Agregó que fue perdiendo dinero debido a las mordidas o pagos a coyotes para que los trasladaran hasta la frontera, al grado de quedarse sin nada.
Para la noche del miércoles 10, el último grupo ya había pisado tierra bajacaliforniana e intentaría cruzar por Los Algodones o por el Poniente de la ciudad de Mexicali.
Cabe mencionar que las historias son distintas, pero con grandes similitudes, pues mientras algunos sobornaban a los consulados para recibir permisos que les permitieran ingresar a Estados Unidos, otros tenían todo pagado y eran trasladados hasta los aeropuertos de Mexicali y Tijuana, donde son “cruzados”.
FLUJO DE MIGRANTES SE DUPLICA: MARTÍN SALGADO
Aunque Martín Salgado, director de la Casa Hogar del Migrante en San Luis Río Colorado, refiere que no le tocó recibir a los migrantes secuestrados y liberados hace días, en su experiencia, el flujo de personas en contexto de movilidad ha incrementado de manera sustancial por esta frontera.
Como un margen de medición, comentó que antes de 2018 servían 15 mil comidas al año, cuando ahora están realizando más de 30 mil. Además, el flujo de migrantes se ha modificado, pues antes se trataba de personas que buscaban mejores condiciones de vida, la mayoría de origen mexicano. Ahora, la mayoría viaja con su familia, huyendo de la violencia de sus respectivos países.
Comentó que la mayoría de los migrantes pretende cruzar por el Río Colorado o por Los Algodones, debido a que se trata de accesos más fáciles para los interesados en el asilo político.
Según testimonios recabados por ZETA, se presume que hay casos en los que se pagan hasta 9 mil dólares por ayudarlos a llegar a la frontera con Estados Unidos para sobornar a todas las corporaciones de seguridad implicadas en la intervención del flujo de migrantes.