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sábado, febrero 17, 2024
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Falta una evaluación real

Para los ciudadanos no existe la información que rinda cuentas de los ingresos y egresos de los gobiernos en sus tres niveles. Los ciudadanos ignoramos cuánto gasta el gobierno en obras, cuánto recaba y dedica en el aparato burocrático de seguridad pública, salud, educación, recolección de basura, alumbrado, parques y jardines, obras públicas, etc., encaminadas a construirla solidaria, humana, fraterna y menos desigual.

Mientras no haya una reforma fiscal profunda, que permita invertir y crecer, los funcionarios y partidos administran demagogia y migajas.


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La rendición de cuentas no está en la agenda de prioridades en el interés y preocupaciones del gobierno municipal, estatal, del SAT. La institucionalidad anticorrupción está descabezada y seguirá así. Cuánto se recaba de impuestos generales en Tijuana y B.C. y cuánto se reinvierte en estos municipios. No hay derecho ciudadano a saber el destino del IVA, ISR, ISPT, Predial, Impuestos y Derechos…

Quien toma el poder debe compensar los costos de la campaña; y no es cosa simple comprar votos, mover votantes, operadores, son muchos de millones de dólares el costo de elecciones municipales, estatales o Federales. Y esos costos se cubren con corrupción. El INE despilfarra mucho, pero no tanto.

Poco se analiza por las instituciones dedicadas con especialistas o investigadores de la administración pública -sea El Colef, Inegi, UABC- y que sin duda tiene un impacto en la calidad y cantidad de servicios a la población de cada ciudad la burocracia o “Elefante Reumático” y sus vicios que se agrandan. La estructura de personal sindicalizado y de confianza que suma miles de trabajadores, incluyendo empresas descentralizadas, como la Cespt, Conagua, CEA, CORET.


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No rinden cuentas de qué hacen, cómo lo hacen, cuánto cuestan, si se logran los objetivos o quedan pendientes cabos sueltos y por qué. ¿La organización burocrática es eficiente, sirve a la ciudad, resuelve problemas conforme lo que cuestan y se invierte? ¿Cuándo y quién evalúa los resultados de la administración gubernamental en cada ejercicio?

Nos marca la condición de frontera de paso de esta ciudad arrinconada en el territorio nacional, el síndrome de la maleta, donde una población aspiracionista tiene la mirada puesta en Estados Unidos o Canadá con amigos o familia. Se dispersan en su terruño de origen en el sur de México, en el extranjero, y “temporalmente” sobreviven en Tijuana.

Ante tal dispersión de espacios y tiempo las raíces de identidad no crecen. La meta es sobrevivir porque huimos del hambre, desempleo, pobreza y nuestras mentes esta puesta en la economía; por eso tiene que torear el racismo, la discriminación y los malos tratos de la cultura sajona.

Quizá eso en parte explique la falta de identidad y arraigo, de lucha por mejorar esta tierra donde asentaron sus viviendas, la mayoría precarias en arroyos, cañones, empinados cerros, barrancas y peligrosos cortes de tierra que abundan en el paisaje. Con la impunidad y cobijo de las autoridades, que hacen negocio con un puñado los desarrolladores de parques industriales, colonias y fraccionamientos criminalmente avaros, irresponsables que nunca toca la justicia. Luego llegan las limitaciones de una saqueada Cespt, con obras sin control de calidad, y brillan las deficiencias de recursos de ingeniería y planeación.

La voluntad política real, de gobernantes en turno, tiene consecuencias muy visibles para los cambios y mejoras del entorno urbano, sea que beneficie a clases populares, canalizando recursos y resolviendo necesidades que no atienden a marginados. Predominan las razones político electorales, llegan más atenciones y recursos a las clases medias detectadas que participan en urnas; que favorecen y significan el triunfo electoral, o grupos mejor organizados que hacen escuchar su voz.

Tijuana sin solidaridad, menos amor de sus fuerzas vivas: empresarios, centrales de trabajadores, iglesias, partidos y gobiernos, verdaderos actores de decisión. Ciudad huérfana, que la exprimen comercial, financiera, laboral, urbanística y religiosamente. Y poco o nada regresan o compensan. Sumemos la mutilación municipal de predios dedicados a cohesión o cemento social: áreas verdes, deportivas, parques, etc., la ausencia de trabajo social comunitario. Tijuana en balance es un Don Nadie.

M.C. Héctor Ramón González Cuéllar es académico del Instituto Tecnológico de Tijuana.

Correo electrónico: profe.hector.itt@gmail.com

Autor(a)

Héctor Ramón González Cuéllar
Héctor Ramón González Cuéllar
Héctor Ortiz Ramírez Héctor Ortiz Ramírez Hector O 37 cygnus9304@hotmail.com
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