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lunes, septiembre 30, 2024
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Confesión

Padre, confieso que he pecado. Ayer le pegué a un político.

“Hija, estoy aquí para escuchar tus pecados, ¡no tus servicios a la comunidad!”.

Autor: Un ciudadano.

Cura golfista

Un domingo, después de misa, un feligrés se acerca al párroco y le pregunta:

“Reverendo, ¿es pecado jugar golf en domingo?”.

Poniendo la mano sobre su hombro, el religioso respondió:

“Hijo mío, te he visto jugar al golf, ¡en tu caso es un pecado cualquier día!”.

Autor: Un golfista que ahora es tenista.

El misionero y el león

Un misionero es raptado por caníbales y, como opone mucha resistencia, sueltan a su la mascota, un feroz león.

El predicador intenta huir del animal, pero se agota y empieza a rezar con mucha fe:

“Señor, ¡haz que este león se vuelva cristiano!”.

De pronto, el animal frena, se arrodilla, junta sus patas y dice:

“Señor, ¡bendice los alimentos que vamos a tomar!”.

Autor: Un animalista.

Un creyente gracioso del circo

Un sacerdote está en el confesionario y acude un penitente. 

Tú no eres de esta parroquia, ¿verdad? No te había visto antes.

“No, Padre, soy un artista del circo que acaba de llegar”.

¿Y qué haces en el circo?

“Soy saltimbanqui”.

¿Y eso qué es?

“Espere, que le hago una demostración”.

El hombre se levanta y se pone a dar saltos mortales, volteretas y cabriolas por encima de los bancos de la iglesia.

Dos abuelitas que esperaban a confesarse lo ven. Una de ellas dice:

“Mejor volvemos cuando venga el otro cura, ¡este pone penitencias muy difíciles!”.

Autor: Un abuelito.

La duda del pecador

Padre, hago el amor cinco veces al día, ¿eso es pecado?

“Eso no es pecado, ¡eso es mentira!”.

Autor: Un mentiroso.

El campesino y su caballo

Un campesino pasa por la iglesia y el cura del pueblo le dice:

Hijo, pasa a misa.

“No puedo, Padre, ¿quién me cuidará el caballo?”.

Dios te lo cuidará, hijo. Escucha la Palabra del Señor.

Entonces entra el campesino a la iglesia y, cuando el padre se dispone a comenzar la misa, exclama “¡Dios está con nosotros!”.

Enojado, el campesino se levanta de su asiento y pregunta:

“Entonces, ¡¿quién me está cuidando el caballo?!”.

Autor: Un parroquiano.

Un pastor y un taxista en el Cielo

Un pastor y un taxista, quienes eran amigos y vecinos, mueren y llegan al Cielo. Son llevados a sus eternas moradas, donde el pastor ve con asombro cómo al taxista se le instala una casa con piscina, pista de tenis y lujos por todos lados… mientras a él se le daba una casa común y corriente.

Entonces reclama:

Señor, pero ¿qué es esto? ¡Toda mi vida prediqué tu Palabra sobre la Tierra y mira lo que me haces!

“Cuando tú predicabas, yo sólo escuchaba gente roncar, ¡pero hubieses visto con qué fervor la gente rezaba cuando manejaba este hombre!”.

Autor: Un usuario de taxis rojos.

Zapatos antiguos

Una señora entra en una zapatería:

¿Tienen zapatos del 36?

“¡No! De antes de la guerra, no nos queda nada”.

Autor: Anónimo de una zapatería antigua.

Las sandalias de las monjas

¿Por qué las monjas no llevan sandalias?

Porque son más devotas.

Autora: Una novicia.

Disléxicos

Revisemos la nave. ¿Propulsores?

“ON”.

¿Combustible?

“ON”.

¿Tú no eres disléxico?

“IS”.

¿Nos queda combustible?

“ON”.

***

Oye, mamá, ¿la dislexia es hereditaria?

“Co nreo”.

¿Gesuro?

“Gesurísimo”.

Qué avilio.

“So lé”.

Que tiero.

“Y to a yi”.

Autor: Un asesor de gobierno.

Autor(a)

Gabriela Olivares
Gabriela Olivares
gabriela@zeta.com
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