— Padre, confieso que he pecado. Ayer le pegué a un político.
“Hija, estoy aquí para escuchar tus pecados, ¡no tus servicios a la comunidad!”.
Autor: Un ciudadano.
Cura golfista
Un domingo, después de misa, un feligrés se acerca al párroco y le pregunta:
“Reverendo, ¿es pecado jugar golf en domingo?”.
Poniendo la mano sobre su hombro, el religioso respondió:
“Hijo mío, te he visto jugar al golf, ¡en tu caso es un pecado cualquier día!”.
Autor: Un golfista que ahora es tenista.
El misionero y el león
Un misionero es raptado por caníbales y, como opone mucha resistencia, sueltan a su la mascota, un feroz león.
El predicador intenta huir del animal, pero se agota y empieza a rezar con mucha fe:
“Señor, ¡haz que este león se vuelva cristiano!”.
De pronto, el animal frena, se arrodilla, junta sus patas y dice:
“Señor, ¡bendice los alimentos que vamos a tomar!”.
Autor: Un animalista.
Un creyente gracioso del circo
Un sacerdote está en el confesionario y acude un penitente.
— Tú no eres de esta parroquia, ¿verdad? No te había visto antes.
“No, Padre, soy un artista del circo que acaba de llegar”.
— ¿Y qué haces en el circo?
“Soy saltimbanqui”.
— ¿Y eso qué es?
“Espere, que le hago una demostración”.
El hombre se levanta y se pone a dar saltos mortales, volteretas y cabriolas por encima de los bancos de la iglesia.
Dos abuelitas que esperaban a confesarse lo ven. Una de ellas dice:
“Mejor volvemos cuando venga el otro cura, ¡este pone penitencias muy difíciles!”.
Autor: Un abuelito.
La duda del pecador
— Padre, hago el amor cinco veces al día, ¿eso es pecado?
“Eso no es pecado, ¡eso es mentira!”.
Autor: Un mentiroso.
El campesino y su caballo
Un campesino pasa por la iglesia y el cura del pueblo le dice:
— Hijo, pasa a misa.
“No puedo, Padre, ¿quién me cuidará el caballo?”.
— Dios te lo cuidará, hijo. Escucha la Palabra del Señor.
Entonces entra el campesino a la iglesia y, cuando el padre se dispone a comenzar la misa, exclama “¡Dios está con nosotros!”.
Enojado, el campesino se levanta de su asiento y pregunta:
“Entonces, ¡¿quién me está cuidando el caballo?!”.
Autor: Un parroquiano.
Un pastor y un taxista en el Cielo
Un pastor y un taxista, quienes eran amigos y vecinos, mueren y llegan al Cielo. Son llevados a sus eternas moradas, donde el pastor ve con asombro cómo al taxista se le instala una casa con piscina, pista de tenis y lujos por todos lados… mientras a él se le daba una casa común y corriente.
Entonces reclama:
— Señor, pero ¿qué es esto? ¡Toda mi vida prediqué tu Palabra sobre la Tierra y mira lo que me haces!
“Cuando tú predicabas, yo sólo escuchaba gente roncar, ¡pero hubieses visto con qué fervor la gente rezaba cuando manejaba este hombre!”.
Autor: Un usuario de taxis rojos.
Zapatos antiguos
Una señora entra en una zapatería:
— ¿Tienen zapatos del 36?
“¡No! De antes de la guerra, no nos queda nada”.
Autor: Anónimo de una zapatería antigua.
Las sandalias de las monjas
¿Por qué las monjas no llevan sandalias?
Porque son más devotas.
Autora: Una novicia.
Disléxicos
— Revisemos la nave. ¿Propulsores?
“ON”.
— ¿Combustible?
“ON”.
— ¿Tú no eres disléxico?
“IS”.
— ¿Nos queda combustible?
“ON”.
***
— Oye, mamá, ¿la dislexia es hereditaria?
“Co nreo”.
— ¿Gesuro?
“Gesurísimo”.
— Qué avilio.
“So lé”.
— Que tiero.
“Y to a yi”.
Autor: Un asesor de gobierno.