Nombre femenino de origen árabe que significa “bella como la flor de Jazmín”. Sí que ha tenido días y presentaciones en público vergonzosas la ministra Yasmín Esquivel Mossa, al ser descubierta y descobijada por plagiar, robar, trancear, carrancear, imitar la tesis que la “avala” haber obtenido un doctorado. Ilegal y no de su propiedad. Con diciembre llega el invierno, estación del año que marchita flores; se caen las hojas de los árboles.
Esta vez, Yasmín Esquivel se ha marchitado, y quizá para muchas temporadas de futuras primaveras; fue cortado su tallo de raíz y estropeado su núcleo de naturaleza. Quizá ya no vuelva a verse tal flor en muchos veranos verdaderos. Así está en el limbo nacional e internacional, pues tenemos como ministra a una farsante, despachando en el máximo tribunal de justicia y dando justicias según la causa, cuando la que está sentada en dicho trono justiciero lleva de perderlas.
Ya fue desenmascarada esta jueza rufián que plagió la honorífica presea estudiantil. Es falsa. Ante los ojos del mundo, en México se adjudican profesionales y doctorados en cómo bajar una serie en Netflix; así de fácil es la educación que buscan y obtuvo la ministra, nacida en 1963, y que es justiciera… cuando hoy la justicia la alcanzó a ella.
Habría que indagar la obtención de su certificado de estudios de bachillerato; si es auténtico, así como secundaria. Y bueno, nos vamos a primaria de una vez (preescolar todavía no se inventaba). Recordemos que descendemos de la revolución mexicana; México tiene aún la cultura o legado de obtener cosas ilegales, robar, trancear. Hay un camión volcado de víveres, ¿y qué pasa?, llega la rapiña. Y esa rapiña es ilegal; están robando a una persona moral (aunque esté asegurada la mercancía).
Así, la ministra Yasmín ha hecho dos plagios. ¿Qué más faltará por descubrir? Ya si hubo mal revisión de documentos en la UNAM o en la Universidad Anáhuac, necesitarán dichos centros de enseñanza presentar pruebas para invalidar y revocar sin pena ni dolor las tesis o doctorado que posee ahorita la delincuente Yasmín Esquivel Mossa.
El marchitar de Yasmín en plena “democracia amloísta” y con la 4T, es el golpe y trago amargo para ver caer pétalos de una flor falsa, que se trasplantó y se seca lentamente.
Atentamente,
Leopoldo Durán Ramírez.
Tijuana, B.C.