Se ha cubierto el alma mía
con la nieve de este invierno,
pero el amor que te tengo
ni con los años termina.
Avivas mi corazón
con tus palabras tan tiernas,
y cuando dulce me besas
tiñe mi rostro el rubor.
La chica que tanto amaste
no tiene la misma tez,
aunque de tu amor la sed
la lleva siempre en su sangre.
Cuando en tus besos medito
hasta me acerco a la luna;
quizás es una locura,
pero un poema te escribo.
Me salgo por la ventana
para echarme entre tus brazos,
y voy con mis pies descalzos
pa’ acurrucarme en tu cama.
Cubre a mi pelo la nieve
y las gotas de rocío;
mi ser tirita de frío
porque tus besos requiere.
Lourdes P. Cabral
San Diego, California.