Al Instituto Nacional Electoral (INE) “no se le ha caído el sistema”, fue una de las sentencias que expresó Adela Navarro Bello, Codirectora de Semanario ZETA, el viernes 17 de febrero de 2023 en Tijuana, durante la presentación editorial de “La democracia no se toca”, libro de la autoría de Lorenzo Córdova y Ciro Murayama, publicado este año por Editorial Planeta Mexicana.
Al advertir que en la actualidad “al INE no se le ha caído el sistema”, Navarro Bello hizo alusión franca a la “caída del sistema” de cómputo en pleno conteo de votos anunciada por la Secretaría de Gobernación en la elección presidencial de México del 6 de julio de 1988. La Secretaría de Gobernación durante el gobierno de Miguel de la Madrid Hurtado (1 de diciembre de 1982 – 30 de noviembre de 1988) estaba a cargo de Manuel Bartlett Díaz, quien actualmente en el gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador ocupa el cargo de Director General de la Comisión Federal de Electricidad. Cabe subrayar que la votación presidencial de 1988 era controlada y organizada por la Comisión Federal Electoral (CFE) que dependía precisamente de la Secretaría de Gobernación desde 1951, año en que la CFE sustituyó a la Comisión Federal de Vigilancia Electoral, igualmente ambas dependientes del gobierno federal, es decir, del partido hegemónico, el Partido Revolucionario Institucional (PRI).
“El Instituto Nacional Electoral no ha fallado. No se le ha caído el sistema, ni elección alguna no ha podido desarrollarse, ni han impedido que los partidos sean multados por sus usos y abusos y, especialmente, han organizado las elecciones que, desde 2014, refrendaron el ejercicio de la democracia en México. No hay, pues, un sistema electoral roto que requiera reformarse”, expuso la ganadora del Premio María Moors Cabot 2021, a propósito de la Reforma Electoral que pretende consumar el gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador.
A manera de argumento, la autora de “Sortilegioz” en ZETA compartió ante la concurrencia un recuento de las elecciones que ha llevado a buen puerto el Instituto Nacional Electoral (INE) desde 2014, año de su establecimiento en sustitución del entonces Instituto Federal Electoral (IFE) que surgió en 1990, tras la cuestionada elección presidencial de 1988:
“(El INE) nos ha dado elecciones certeras, transparentes y confiables en los últimos nueve años. Entre ellas, dos que cobran relevancia: la del 2018, cuando sin lugar a ninguna duda que nos llevara a un torbellino de impugnaciones, ganó la Presidencia de la República el licenciado Andrés Manuel López Obrador, el primero de la izquierda en lograr esa posición, y además con un histórico de 30 millones de votos. Y la del 2021, cuando en un mismo día, se eligieron a diputados federales, se renovaron 15 gubernaturas, 15 congresos estatales, y miles de ayuntamientos”.
Destacó Navarro Bello: “Fue tal la organización electoral, aun en medio de una pandemia, que los resultados fueron aceptados tanto por partidos políticos como por ciudadanos. No hubo vuelta atrás, y una vez más como en 2018, el elector, libre, favoreció al partido de izquierda al menos en los estados; la integración de la Cámara, con resultados distintos para los partidos políticos, fue muestra del respeto al voto libre y la pluralidad”.
Fue en seguida cuando Adela Navarro lapidó ante poco más de 200 personas que acudieron a la tertulia editorial en el Salón Domo del Hotel Lucerna de Tijuana: “El Instituto Nacional Electoral no ha fallado. No se le ha caído el sistema”.
“LA DEMOCRACIA NO ES TEMA DE UNA SOLA PERSONA O DE UN SOLO PARTIDO”: ADELA NAVARRO
A continuación, ZETA comparte el discurso íntegro que Adela Navarro Bello pronunció el viernes 17 de febrero de 2023, en Tijuana, durante la presentación de “La democracia no se toca” (Planeta, 2023) de Lorenzo Córdova y Ciro Murayama:
“El ejercicio pleno de la democracia en México, no ha sido un regalo de gobierno o partido político alguno. El respeto al voto, la transparente organización de los procesos electorales, la estricta supervisión sobre los partidos políticos y las campañas, la construcción de un confiable y seguro padrón electoral, todas estas acciones, son conquistas ciudadanas.
“La democracia en México es posible porque los ciudadanos, organizados, empáticos, comprometidos, y con una alta madurez cívica, han luchado, desde inicio de la década de los noventa, por sacar primero la organización de las elecciones de la esfera gubernamental federal, y por ciudadanizar las instituciones, después.
“No ha sido el de la democracia un camino fácil en el país; como ciudadanos nos ha tocado defenderla cuando políticos, de distintos partidos, pretenden reformar o enmendar aquello que no les favorece, o que simplemente no aceptan. Ahora mismo se ve amenaza la certeza electoral por las reformas que pretenden hacer el Presidente y su partido para incidir en el organismo garante de la democracia y la organización de las elecciones, el Instituto Nacional Electoral.
“Pero la democracia no es tema de una sola persona o de un solo partido. Es de todos. Como lo es su defensa. En Baja California, estado donde en 1989 ganó un partido de oposición el gobierno estatal por primera vez al Partido Revolucionario Institucional, y que en 1992 tuvo su propia credencial para votar, por cierto, la primera con fotografía, sabemos de la defensa del voto, de las elecciones y de la democracia.
“A pesar del momento turbulento que vive México a partir de la polarización que se origina desde la Presidencia de la República, al querer transformar en lugar de evolucionar y crecer, o arreglar aquello que no está roto, sólo por poner un sello personal a las instituciones, el libro que hoy nos reúne aquí, ‘La democracia no se toca’, de la autoría de los Consejeros Electorales federales, Lorenzo Córdova y Ciro Murayama, no es una respuesta a un ataque visceral desde Palacio Nacional, sino un manual para entender no sólo la democracia, también porque vale la pena luchar por ella.
“En nueve capítulos, nos develan la historia de los procesos electorales en México, y cómo fueron evolucionando las instituciones, sacándolas de la estructura oficialista, para arraigarlas en el marco de la ciudadanización: que ningún gobierno, y ningún partido político, tuviese injerencia en la organización, el manejo, la supervisión y los resultados de las elecciones, como sucedía en el pasado.
“Este libro es un ABC de la democracia en México. Un compendio de los resultados de las conquistas ciudadanas por encima de la injerencia política y gubernamental. Resultados que, como asientan en su capítulo inicial, ‘no son triunfos de una élite, sino verdaderas conquistas de un número cada vez mayor de personas que dan derecho a todas y todos de elegir y participar en las decisiones públicas’.
“La democracia genuina, anotan los autores, ‘no se estableció en el país hasta que las elecciones auténticamente libres tuvieron lugar a finales del Siglo XX, cuando México dejó atrás un sistema autoritario de partido hegemónico, e hizo realidad la división de poderes, el federalismo y el poder acotado, todo ello gracias al ejercicio del sufragio efectivo’.
“Muchos lo recordarán, el presidente del consejo general del Instituto Federal Electoral, era el Secretario de Gobernación, yo todavía recuerdo mi credencial de elector federal, firmada por Emilio Chuayffet Chemor, Secretario de Gobernación en la presidencia del doctor Ernesto Zedillo Ponce de León, y a la postre el último político en presidir el Instituto Federal Electoral. En 1996, con la ciudadanización del entonces IFE, entraría en funciones el doctor José Woldenberg, y la historia de la democracia y las elecciones en México iniciaría un cambio de rumbo, que, a estas alturas, no puede, ni debe, tener reversa.
“Aquella ciudadanización del IFE, que llegó acompañada de una autonomía sobre el gobierno de la República en 1996, fue reforzada en 2007 con cambios que le permitieron al Instituto marcar el modelo de comunicación política, sancionar conductas ilícitas de partidos y actores políticos, y regular el recuento de votos.
“En 2014 vino la última gran reforma electoral, que nacionalizó la función electoral del entonces oficialmente denominado Instituto Nacional Electoral, que nos ha dado elecciones certeras, transparentes y confiables en los últimos nueve años. Entre ellas, dos que cobran relevancia: la del 2018, cuando sin lugar a ninguna duda que nos llevara a un torbellino de impugnaciones, ganó la Presidencia de la República el licenciado Andrés Manuel López Obrador, el primero de la izquierda en lograr esa posición, y además con un histórico de 30 millones de votos. Y la del 2021, cuando en un mismo día se eligieron a diputados federales, se renovaron 15 gubernaturas, 15 congresos estatales, y miles de ayuntamientos.
“Fue tal la organización electoral, aun en medio de una pandemia, que los resultados fueron aceptados tanto por partidos políticos como por ciudadanos. No hubo vuelta atrás, y una vez más como en 2018, el elector, libre, favoreció al partido de izquierda al menos en los estados; la integración de la Cámara, con resultados distintos para los partidos políticos, fue muestra del respeto al voto libre y la pluralidad.
“El Instituto Nacional Electoral no ha fallado. No se le ha caído el sistema, ni elección alguna no ha podido desarrollarse, ni han impedido que los partidos sean multados por sus usos y abusos, y especialmente, han organizado las elecciones que, desde 2014, refrendaron el ejercicio de la democracia en México.
“No hay pues un sistema electoral roto que requiera reformarse. La evolución constante a partir de las nuevas tecnologías, los candados a partidos y gobiernos, la prevalencia de la participación ciudadana, la transparencia, el uso correcto de los recursos, es un paso obligado por el tiempo y el desarrollo de la humanidad, pero no por el capricho de una persona o un partido político.
“Este libro nos da cuenta de ello, de la evolución, de la ciudanización, de la autonomía del órgano electoral, de los costos de la democracia en México. De un instituto que no es un contrapeso, que es un árbitro y que, como tal, debe mantenerse neutral, ejercer y defender su autonomía, y hacer un llamado a la sociedad que le dio vida, para que no haya retrocesos, ni en la organización de las elecciones, ni en la estructuración del instituto garante de la democracia, ni en el manejo del padrón, mucho menos en la distribución del recurso o las normas de comunicación social. Tampoco en el conteo de votos, o, nos libre la Constitución, de la injerencia de gobernantes en la selección de consejeros del INE.
“Es momento hoy, de definiciones, de fortalecer a la institución electoral, y ‘salvaguardar la democracia y la libertad’, como se titula el capítulo nueve de este libro. Participar activamente, para conservar el terreno ganado, y cito a los autores: con ‘elecciones limpias, pluralismo, derechos de las minorías, legalidad y contrapeso’.
“Prosiguen: ‘En este manual de uso y defensa de la democracia hemos explicado que hay tres pilares básicos en nuestro sistema electoral que han permitido que en México haya sufragio efectivo y votaciones limpias y legítimas, un padrón electoral confiable, una estructura electoral profesional y plena autonomía de esa estructura’.
“Protejamos esas bases que son los pilares del ejercicio de la democracia en nuestro país. No perdamos de vista el rumbo de México”.