Hablar de generaciones siempre produce controversia, al buscar las demarcaciones entre cada una; sin embargo, no ocurre de igual manera con el concepto detrás del título conferido a cada una. Como una persona considerada “millenial” [por poco], me identifico con ello y la enorme carga nostálgica adjudicada a nuestra generación, la que vive en angustia constante por las decisiones de quien la antecedió, y en una incertidumbre que generaciones más jóvenes no manifiestan.
Bajo este parámetro, no cabe duda que Disney, el actual máximo emprendedor de la nostalgia, la supo hacer al presentar su último gran proyecto semianimado. Sí, “Chip y Dale: Al Rescate” es tan conmovedora y puntual, que es imposible no identificarse con varios de sus elementos: desde la crisis existencial de la adultez, el recuerdo de la infancia y hasta la esperanza de lograr metas y sueños, reflejado a través de las interacciones de las famosas ardillas y de más de un “cameo” sorpresivo de grandes favoritos de la animación del siglo XX.
Claro que en este sentido, es de cuestionarse cómo el mismo monopolio del ratón mágico es uno de los principales causantes de tantas incertidumbres en el panorama mundial, las cuales han orillado a las generaciones nacidas entre los 80’s y 90’s a buscar rutas de escape. Bajo este contexto, aunque “Chip y Dale” se estrenó en verano, seguramente será una de esas películas próximas a verse en salas familiares durante otro periodo de nostalgia, pero también de la máxima expresión del capitalismo: la temporada navideña.
Atentamente,
Andrea López González.
Tijuana, B.C.