“Hay muy pocos gobiernos que realmente quieren tener ciudadanos inteligentes”, expresó a ZETA el autor de “Una historia de la lectura”
Un ensayista sobre el hábito de la lectura, reconocido y premiado por sus argumentos, es Alberto Manguel, autor de “Una historia de la lectura”, quien estuvo presente en la reciente Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) para recibir la Medalla Carlos Fuentes 2022, concedida junto con Irene Vallejo.
“Siento que es un honor enorme recibir esta Medalla Carlos Fuentes. Es importante porque admiro a Calos Fuentes como escritor, como hombre, como político, como ciudadano”, expresó en entrevista para ZETA Alberto Manguel, para después compartir algunos argumentos sobre la lectura.
“LA LECTURA ES UN ACTO DIFÍCIL”
Reconocido promotor de la lectura y autor de “Una historia de la lectura” con el que ganó el Premio Médicis (1998), título por cierto publicado por la editorial mexicana Almadía en 2011, Alberto Manguel (Argentina, 1948) contó a ZETA cómo se convirtió en lector desde la niñez:
“Fui un lector mucho antes de ir a la escuela y siempre me formé mi propia biblioteca; es cierto que en la escuela descubrí algunos autores clásicos que son importantes para mí, pero toda mi vida fui cazador solitario. Mis padres tenían una biblioteca, pero estaba en castellano y yo no aprendí castellano hasta los ocho años, de manera que no había una relación allí”, rememoró.
“Fui educado por una nodriza en Alemania, en inglés, que me permitió comprar todos los libros que yo quisiera; desde muy niño iba y elegía mis libros, y me fui formando mi biblioteca. Leía los cuentos de Grimm, ‘Las mil y una noches’, entre otros”.
— ¿Por qué entre la niñez y la adolescencia algunos lectores pierden el hábito o el interés por la lectura?, cuestionó este Semanario al autor.
“Vivimos en sociedades de consumo. En cuanto el niño aprende que es consumidor, empieza a caer bajo la influencia de la sociedad que quiere que no piense, que sea inteligente. La lectura es un acto difícil y ningún producto que vende la sociedad, lo vende bajo el rótulo de difícil y lento. Todo lo que el supermercado nos ofrece, electrónico o real, es fácil y rápido, y son valores que construyen la confianza del joven en su propia inteligencia; es una estrategia política”.
“EL GOBIERNO NECESITA QUE USTED NO SEA LECTOR”
El ganador del Premio Formentor de las Letras 2017 también se refirió a las fallidas campañas de lectura de los gobiernos:
“Hay muy pocos gobiernos que realmente quieren tener ciudadanos inteligentes. A un gobierno le conviene mucho más tener ciudadanos estúpidos, que lo voten, porque lanza un grito y tiene un eslogan interesante, o se peina como Trump; estas estrategias no funcionan porque están dentro de un contexto que va contra lo que la estrategia dice proponer”, expuso a ZETA.
— ¿Por qué los ciudadanos lectores son peligrosos para los gobiernos?
“Porque si Usted es lector, ¿qué quiere decir? Usted toma un texto sin importarle lo que intentó el autor, lo toma, lo hace suyo y lo cuestiona; empieza a decir: ‘Si Caperucita hizo bien en desobedecer a la madre’; ‘si hubiese obedecido a la madre, no hubiese habido una aventura’; ‘era bueno que conociese al lobo’, o ‘si tenemos que conocer los peligros del mundo’; y así sucesivamente. El razonamiento que hace un lector, a un político no le conviene”, argumentó el autor.
“El gobierno necesita que Usted no sea lector o sea un lector de cosas superficiales. Es una situación muy peligrosa para una sociedad, porque una sociedad evoluciona en el diálogo entre los ciudadanos y el gobierno; cuando no hay diálogo, cuando el gobierno se impone, va en un camino suicida. Nosotros estamos suicidándonos desde un punto de vista climático, desde un punto de vista de cómo consideramos las migraciones, somos seres migratorios, todos hemos emigrado, mi familia vino de Rusia, Austria, Argentina. Entonces, si ignoramos ese hecho, como ignoramos el hecho del cambio climático, vamos a acabar con nuestra especie. Y creo que lo único que podemos hacer, sobre todo los jóvenes, es insistir en sus derechos: una ciudad tiene que pagar por su educación, por su alimento, por su vivienda, por su salud; es por eso que la sociedad existe, no para alimentar a un montón de gordos ricos que están jugando al golf”, reflexionó Alberto Manguel.
“ESTAMOS VIVIENDO UN RENACIMIENTO DEL FASCISMO”
De acuerdo con el autor argentino, “estamos viviendo, después de la Segunda Guerra Mundial, un renacimiento del fascismo como no se ha visto nunca”, tal como discurrió en FIL Guadalajara; de hecho citó a países como Italia, Hungría, Suecia, Irán, Siria, Egipto, Rusia, Estados Unidos y Venezuela.
— Mencionó que algunos países de Europa y de Medio Oriente tienden hacia el totalitarismo. A propósito de gobiernos totalitarios, ¿qué puede decirnos de América Latina?, planteó ZETA.
“El único que se salva es Uruguay, y hasta un punto, porque están todos al borde de un totalitarismo”.
— ¿Están en riesgo las democracias en América Latina, a propósito de que “estamos viviendo, después de la Segunda Guerra Mundial, un renacimiento del fascismo como no se ha visto nunca”?
“Lo que está ocurriendo en Estados Unidos es como un movimiento sísmico que después afecta a todos. Estados Unidos está al borde de una guerra civil, están divididos, 50 por ciento por los republicanos y 50 por ciento por los demócratas, que no tienen la menor idea cómo gobernar; es un país dividido. Entonces, esto va a afectar a la economía, va a afectar el poder de China, Rusia, India”.
— “Toda democracia vive la sombra de la ambición de los gobernantes y ninguna democracia está a salvo”, discurrió…
“Leyendo podemos tener ideas, preguntas, que pueden servir quizás para imaginar soluciones más interesantes, más eficaces para nuestros problemas; pero todo esto ocurre en un contexto de la sociedad que hemos creado. No estamos en un mundo que posibilita las buenas intenciones. Tenemos una noción muy equivocada de la lectura, de la literatura, del arte. El arte en general, incluyendo la literatura, tiene la posibilidad de cambiar, de hacernos mejores, de hacernos más inteligentes, seres que reflexionan más; pero no es algo obligatorio.
“Un teléfono puede servirle para comunicarse, pero si Usted no sabe cómo emplearlo, no sirve para nada. No es porque Usted tenga un teléfono que Usted se comunica; Usted se comunica porque tiene un teléfono que sabe usar, y lo mismo con los libros, lo mismo con toda la cultura”, argumentó el autor de “Mientras embalo mi biblioteca” (Almadía, 2017).
“NO ME INTERESA NI LA NACIONALIDAD, NI EL SEXO NI LA LENGUA DEL AUTOR”
Durante la recientemente concluida FIL Guadalajara, Manguel sostuvo un diálogo con Irene Vallejo y Rosa Beltrán. Uno de los momentos memorables fue la respuesta que el autor dio a Rosa Beltrán cuando le preguntó si leía literatura escrita por mujeres, clásicas o contemporáneas:
“Yo leo literatura; a mí no me interesa ni la nacionalidad, ni el sexo ni la lengua del autor”, advirtió contundente.
“Me parece un insulto decir que leo un libro de Irene Vallejo o de Rosa Beltrán, o de Gioconda Belli o de Amparo Dávila -bueno, la lista es infinita- porque son mujeres; yo creo que es un insulto hacia los autores de esa obra y la obra misma. Idealmente, esto lo dijo Margaret Atwood, ‘toda la literatura tendría que ser anónima’. Entramos en el libro como entramos en territorio nuevo, y somos nosotros, lectores, los responsables de esa lectura”, refirió Manguel.
“Yo no quiero juzgar un libro porque el autor sufrió en su infancia y luego tuvo tales problemas; eso no tiene nada que ver con la obra. Entonces, claro, estoy hablando de una lectura ideal y no es posible, pero me esfuerzo realmente en no pensar si el autor es mujer, hombre, trans, gay o lo que sea”, lapidó.
Luego, en la entrevista para ZETA sentenció:
“Un escritor quiere que lo lean por lo que ha escrito y no porque tenga un pie cojo o cualquier otra cosa que no tiene que ver con la literatura. Un poema no debe ser juzgado a la luz de lo que es el escritor, porque si no, no se salva nadie: Shakespeare era cobrador de impuestos; Cervantes se supone que prostituía a sus hermanas; Dante tenía intereses políticos enormes; en fin, nadie se salva”.