Ninguna marcha, como la del próximo domingo 13 de noviembre, ha molestado tanto al Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador. De hecho, siempre ha minimizado las movilizaciones que se han organizado en el pasado contra sus políticas públicas, su gobierno o su ideología “transformadora”; ciertamente también, ninguna convocatoria ciudadana había tenido tanto apego en la sociedad.
La del domingo es una marcha nacional, aunque seguramente el cénit de la misma estará en Ciudad de México, en lo que se ha propuesto como la defensa del Instituto Nacional Electoral, el INE. Se da a raíz de la iniciativa presidencial enviada al Poder Legislativo en abril de este año y que pretende, entre otras modificaciones, acabar con el INE y crear el INEC, pasar de un Instituto Nacional Electoral, a un Instituto Nacional Electoral y de Consultas, para validar ese ejercicio que tanto le gusta al Ejecutivo federal.
Pero la inconformidad, más allá de las siglas que identifiquen al organismo, está en la propuesta para la elección del Consejo General, cuya integración propone López Obrador, sea a partir de nominaciones que haga él, el titular del Poder Ejecutivo, el Poder Legislativo e incluso el Poder Judicial, y que después las propuestas que califiquen para el cargo, emprendan una campaña nacional para ser votadas por los mexicanos todos con facultad electoral. Lo mismo la selección de los magistrados electorales.
Propone además que, de once consejeros, únicamente se tenga un Consejo General con siete integrantes, que desaparezcan las juntas locales electorales, que se disminuya el presupuesto en general y a los partidos sólo se les otorgue financiamiento en tiempos de campañas electorales, amén de la reducción de integrantes en ambas cámaras legislativas.
La inconformidad principal en una parte de la ciudadanía organizada, es que no resulta ni necesario ni urgente reestructurar el sistema electoral mexicano. De hecho, el propio mandatario y sus líderes y afiliados en Morena no han denunciado un fraude electoral desde 2018 a la fecha, periodo en el que obtuvieron la Presidencia de la República, las cámaras legislativas y 20 gubernaturas, todos, triunfos producto de la organización de las elecciones por parte del INE y la validación de las mismas por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Es decir, no hay un fundamento tangible para justificar una “transformación” del sistema electoral como lo propone AMLO.
Pero el Presidente se sabe necio y, con la soberbia de la mayoría legislativa, apuesta a hacer estos cambios a modo, que podrían perjudicar el sistema electoral, regresarlo a la esfera del poder y alejarlo de la ciudadanía como está actualmente.
Por ejemplo, si como reflexionó José Woldenberg, los nominados de López Obrador para consejeros, llegasen todos a las urnas, entonces se tendría un Consejo General cargado no sólo al mandatario nacional, sino al partido en el poder, como sucedió hace muchos años con el Partido Revolucionario Institucional.
Este solo hecho hace peligrar la democracia mexicana que, se reitera, no ha tenido acusaciones de fraudes electorales desde 2006, cuando no era el INE, sino el IFE -Instituto Federal Electoral- el encargado de las elecciones, y el propio López Obrador fue el que denunció, y lo hace aún ahora, el fraude electoral en la contienda presidencial que perdió ante Felipe Calderón Hinojosa.
En los años recientes desde su creación en 2014, el INE se ha conformado y consolidado como una organización ciudadana, un árbitro neutral que ha avalado el triunfo de la oposición en las últimas dos elecciones presidenciales del PRI gobernando el PAN en 2012, y de Morena gobernando el PRI en 2018. No hay, pues más, sustento que el encono de Andrés Manuel para una reforma de tal magnitud.
Y se ha molestado. Ha llamado hipócritas, cretinos, falsos, rateros, corruptos, a quienes apoyan la marcha para la defensa del INE, sin importar que entre ellos haya ciudadanos de a pie y no sólo liderazgos partidistas, al haberse sumado en las últimas semanas a la movilización, institutos políticos como PRI, PAN y PRD.
Visiblemente molesto, porque quizá ésta sea la primera gran movilización contra una propuesta del Presidente que recurrió, como siempre, a la denostación por encima de los argumentos. En una de sus mañaneras de esta semana, opinó sobre quienes promueven la marcha o participarán en la misma: “Quieren que continúe el mismo régimen de corrupción… lo que está en el fondo, es que quieren seguir robando porque no tienen llenadera, quieren mantener privilegios, ellos están a favor de un sistema político muy parecido a la oligarquía”.
Continuó: “Son muy corruptos, muy rateros… los que impulsan ese movimiento fueron los que apoyaron todo el saqueo que se llevó a cabo en el país en los últimos 36 años, desde el 83 hasta el 2018, 36 años robando, saqueando, convirtieron a México en el país de mayor desigualdad en el mundo, donde unos cuantos lo tienen todo y la mayoría carece de lo más indispensable. Es una cúpula de poder económico y de poder político, con achichincles, voceros y despistados, aspiracionistas, que buscan llegar a ser fifís, y desde luego los medios de información.
“Eso es lo que está en el fondo. Por qué no quieren que elija el pueblo a los consejeros y a los magistrados del Tribunal Electoral, por qué los va a elegir la cúpula partidista o los partidos, por qué no los eligen los ciudadanos, por qué le tienen miedo al pueblo…”.
Incluso para justificar, sacó a relucir una de sus primeras eliminaciones como gobernante nacional: la pensión de los ex presidentes. “Cómo no va a convocar Fox a la marcha en contra de nosotros, si está molesto porque ya no se le dan los cinco millones de pesos mensuales de pensión, y ya no tiene toda la protección que tenía del Estado Mayor y ya no puede recomendar a nadie, y lo mismo en el caso de Calderón y todos…” .
La realidad es que ya no cobran la pensión, y efectivamente eran prácticamente cinco millones de pesos, pero no mensuales, sino anuales.
Arremetió contra los marchantes del domingo: “Gente sin autoridad moral, deshonestos… fuera máscaras, que participen todos, la marcha y procurar no caer en ninguna provocación”.
Seguramente el mandatario debe tener información sobre proyecciones de participación en la marcha del domingo 13 de noviembre para defender al INE, y no deben ser gratas para él, pues el enojo mostrado en estos días refleja no sólo un resentimiento, sino un encono mayor, visceral, vaya. Tanto, que ya dedicará tiempo, todos los días en su conferencia, para ofender a quienes, según su rabiosa óptica, están mintiendo para dañar su proyecto y a su gobierno, discurso que ya pronunciaba, pero una vez a la semana.
Ahora sí que el Presidente está enojado. Habrá qué ver el resultado de la marcha del domingo… ¿Usted marchará en defensa del INE?