De acuerdo con el Consejo de Desarrollo de Tijuana, que aceptó que la delincuencia es factor que impide florecer los espacios verdes en las zonas alejadas de la metrópoli de la ciudad, las colonias Mariano Matamoros, Hacienda Las Delicias, Desarrollo Natura y localidades de la delegación La Presa Este de Tijuana, son las zonas marginadas que destacan en cuanto a falta de áreas verdes. Y se queda corto.
Garantizar mayor y más equitativo acceso a espacios verdes y plazas urbanas es esencial para construir ciudades sostenibles en el marco de la pospandemia; son acciones esenciales para combatir el cambio climático. Las autoridades locales se deben de comprometer a ser parte de esta solución y no barrera más.
La CDMX cuenta con un promedio de 6 metros cuadrados de áreas verdes de acceso público por habitante, mientras la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que esta cifra llegue a por lo menos 9 metros cuadrados por habitante y hasta 50 M2 idealmente. Tijuana tiene 4.5 M2 de áreas verdes por persona.
Recomiendan que cada ciudadano tenga acceso a un área verde pública a no más de 10 o 15 minutos caminando desde su domicilio. Según cifras recientes de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), solo el 24 por ciento de los habitantes de las ciudades mexicanas cuentan con un área verde a menos de 500 metros de su domicilio.
Las áreas verdes y parques en esta frontera son de lo más escaso, una revisión del centro de la ciudad y vemos solo el parque teniente guerrero. En un área extensa de Tijuana, como es el centro, el disponer de un solo parque, debería haber 5 en el primer cuadro de la ciudad, para crear comunidad y sana convivencia. Pero la ambición de los negocios y la corrupción de los sucesivos gobiernos municipales, le gana a la salud de la población.
Los dueños de Tijuana viven en San Diego, California, mientras continúan mutilando parques y áreas verdes esta frontera para enriquecerse a costa de la salud de la población local doblemente exprimida. Asaltan el botín urbano, y se rematan cada trienio por las autoridades; lo contemplado como área verde, para ser terrenos lucrativos, sacrificando el bienestar y calidad de vida de la población. Colonias antiguas, como La Libertad se encuentran sin áreas verdes, cuando al menos deberían ser cinco manzanas bien distribuidas.
Parques y árboles son sacrificados sin consecuencias y los negocios son la única opción de los vecinos y sus hijos. La Cacho tampoco cuenta con un parque; y si lo hubo, se privatizó a algún ricachón/funcionario. Son despojos múltiples en una Tijuana plagada de sobornos y corrupción.
¿Camino Verde o Sánchez Taboada? Casi nada de áreas verdes, más que los pocos árboles que siembran los ciudadanos en sus banquetas o propiedades. Lo que resalta a la vista es que solo algunas colonias son consideradas de primera, mientras otras son golpeadas por la ambición de lucrar con el trazo urbano. Los responsables son los funcionarios de primer nivel porque en estas decisiones están directamente implicados los regidores, el alcalde y su círculo de confianza.
Son la maquinaria “legal” que oficializa un atraco a los pocos pulmones de la ciudadanía: una Tijuana con más autos contaminantes, mafias que frenan transporte colectivo de calidad, congestionamiento vial y tensiones patológicas.
La colonia Tomas Aquino es una colonia grande que únicamente tiene un área verde, convertida por los propios y extraños en basurero de la zona. Sus vecinos solicitan a todo funcionario, vigilancia, jornadas de limpieza, cancha de usos múltiples, su intervención para mantenimiento y mejores condiciones de infraestructura.
¿Cuáles son los nudos que frenan a la comunidad? La ausencia de Gobierno y ciudadanía, que -como se indica- provoca el vandalismo de homeless, apatía, ceguera, ausencia de liderazgo, y hasta cuestiones absurdas, como algunos que no participan directamente porque es “política”. Las comunidades deben crear comités de vecinos con voz y voto para coordinar, presionar y reactivar a las autoridades locales a sus tareas.