“Carlos” estudió la Licenciatura en Arqueología en su natal San Luis Potosí. Sus planes eran dedicarse a lo prehispánico hasta que descubrió lo forense. Ha colaborado para el INAH de Chihuahua y para las fiscalías de Sonora y Baja California
Desde el 18 de abril de 2022, la Fiscalía General del Estado cuenta con un Arqueólogo Forense, disciplina que forma parte del Centro Estatal de Ciencias Forenses.
Su especialización contribuye con información a los médicos legistas para que ellos puedan determinar la causa de muerte de las víctimas. Es decir, es un experto en recuperación de evidencias en el sitio del suceso, como lo puede ser una fosa o el hallazgo de restos óseos.
Baja California ocupa el cuarto lugar a nivel nacional en el hallazgo de fosas clandestinas u osamentas, por lo que la labor del arqueólogo forense es fundamental para la identificación de víctimas.
Karla Vanesa Kugue Parra, directora general del Centro Estatal de Ciencias Forenses, refirió que parte del trabajo que realiza el arqueólogo, consta en hacer dictámenes en antropología forense y estudios osteológicos.
De momento, el especialista se encuentra trabajando con restos óseos que se localizan en el Servicio Médico Forense, pero más adelante realizará trabajo de campo (intervenciones en fosas comunes).
Desde su ingreso -el 18 de abril- al 30 de agosto, el área de Arqueología y Antropología Forense ha trabajado un total de 35 folios (1 de Mexicali, 26 de Tijuana y 8 de Ensenada).
“Entregarles paz a las familias”
“Carlos”, de 36 años, nació en San Luis Potosí. Estudió la licenciatura en Arqueología y su inclinación era la rama antropológica, hasta que descubrió lo forense.
“Tenía otros planes como estudiante, me gustaba lo prehispánico: quería estar en Teotihuacán, Chichen Itzá; conforme vas madurando académicamente vas encontrando tu camino. Empecé a tomar cursos de antropología física, de peritaje antropológico, ya más enfocado a esta rama. Colaboré para proyectos internacionales entre la Universidad de Canadá y el Instituto de Nacional de Antropología e Historia de Chihuahua, en donde conocí a un arqueólogo forense que me enseñó toda esa rama. Me invitaba a excavar por temporadas, pero luego me contratan en el INAH”.
El experto comentó que había excavado fosas en otro tipo de contexto prehispánico, pero no de fosas con restos óseos.
“Haciendo una analogía te das cuenta que, realmente al excavar socialmente una fosa o hacer registro de huesos en superficie, el impacto social es bien diferente. Hay alguien que está interesado en esos restos. Me siento socialmente más productivo”, explicó.
Posteriormente se fue al estado de Sonora a colaborar con el INAH, “pero llegó un momento que ya no me llenaba la parte prehispánica. De 2020 a 2022 entré a la Fiscalía de Sonora. Trabajé en campo haciendo registro, excavación de fosas, búsquedas con los colectivos, en la osteoteca, en el laboratorio de análisis de los restos óseos que se localizaban en Hermosillo… regresarles un poquito de identidad”.
Luego surgió la oportunidad de trabajar en Baja California, “un estado con mucha diversidad cultural y fronteriza. Aquí aparte de tener desparecidos por cuestiones violentas, hay esa parte migrante que quiere cruzar y que se nos queda”.
Añadió que el trabajo del arqueólogo inicia con el patrón de asentamiento, un mapa donde se tiene registro de cada fosa o hueso encontrado.
Posteriormente sigue la criminalística de campo, que consiste en hacer el conteo e identificar cada hueso; se embalan y se llevan a laboratorio, en donde se confirma cada resto.
“Después es el proceso fino, que es la lateralización y el armado. Luego la perfilación biológica, donde a través de técnicas de la antropología física, tratamos de entender la parte biológica del resto, como el sexo, edad, estatura y si traía algunas lesiones (pre mortem o post mortem), así como algunas señas de identificación como trabajos dentales”.
Por último, añadió que es un trabajo multidisciplinario en donde participan el médico legista y el químico forense.
“La parte de nosotros con lo que abarca nuestra área, es aliviar un poco ese dolor; es algo que no es reemplazable, pero ayudamos un poco en su duelo. Al momento que entregas el cuerpo o la osamenta, están regresando la dignidad; ya por lo menos ellos saben en dónde está su familiar. Tienen paz, sabes a dónde ir a llorar, a platicar a dejarles una flor”.