Sus deudos, a quienes les fue arrebatado su destino y forma de vida, siguen esperando justicia con el pago de la reparación del daño
Además de la imposición de penas a 40 años de prisión por secuestro, homicidio, inhumación clandestina y otros delitos, los narcotraficantes Rafael Caro Quintero, Ernesto Fonseca Carrillo y Miguel Félix Gallardo fueron condenados a pagar la reparación del daño en favor de los deudos de sus víctimas, el piloto mexicano Alfredo Zavala Avelar y el agente antidrogas estadounidense Enrique Camarena Salazar, pero a la fecha las indemnizaciones no se han pagado.
Al parecer los descendientes del agente de la DEA no han mostrado mucho interés en recibir el dinero, pues saben que los criminales, como Fonseca, buscan obtener beneficios de libertad anticipada y para ello debe estar pagada la reparación del daño; mientras que algunos de los hijos del capitán Zavala se encuentran en extrema necesidad económica, sin recibir apoyo de los gobiernos norteamericano o nacional, por lo que su esperanza es que a los ex líderes del Cártel de Guadalajara les sea ejecutado el cobro de manera coactiva.
Alfredo Zavala Avelar fue un militar pensionado que cursó estudios superiores en materia de aviación y era empleado de la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos (SARH), donde tuvo un desempeñó sobresaliente como Jefe de Servicios Federales, cargo que tenía por lo menos desde el 16 de julio de 1975 hasta el día que fue secuestrado, el 7 de febrero de 1985 y posteriormente asesinado. Pero a 37 años del suceso, el capitán permanece al margen de los lauros y reconocimiento de héroe, que Estados Unidos brindó a su detective Enrique Camarena Salazar.
Casado, padre de cinco hijos (cuatro de ellos varones y una mujer), el piloto se entregó a la SARH, en la Delegación Jalisco, donde su actividad principal consistía en el traslado de los funcionarios de esa secretaría a diversos puntos geográficos del país. Acostumbraba tripular una avioneta Cessna con capacidad de seis plazas, de colores verde y blanco, propiedad de la dependencia federal, y debido a sus comisiones en estados como Colima, Nayarit, Zacatecas, Durango y Chihuahua se dio cuenta de la existencia de sembradíos de marihuana y amapola, además de pistas clandestinas.
Proporcionar esa información al agente Enrique Camarena para los fines de la Campaña contra el Narcotráfico fue lo que le costó la vida a ambos. Los estadounidenses informaban a su vez a la autoridad mexicana que no tenía más remedio que asegurar o destruir los plantíos de droga, lo que hizo perder grandes cantidades de dinero a los narcotraficantes, quienes decidieron cobrar venganza; y tras torturar a Zavala y Camarena, los asesinaron, en un episodio que marcó las relaciones bilaterales entre Estados Unidos y México.
Los tres capos señalados fueron condenados a pagar por concepto de reparación del daño, en forma solidaria y mancomunada, la cantidad de 20 millones 810 mil 004 pesos con 80 centavos; sin embargo, la justicia no se ha materializado con la ejecución de ese cobro.