Cualquiera que sea la postura ante el aborto, esta es una película obligada por el tour de forcé que se logra entre la actuación de la veterana Sandrine Bonnaire y la joven Anamaria Vartolomei, cuyo trabajo aquí es insuperable.
Vartolomei interpreta a “Anna”, una joven de un pueblo chico, de una familia clasemediera en la Francia de los años sesenta.
La chica tiene aspiraciones y talento. Estudia literatura en una universidad cercana y su futuro pinta para ser más que prometedor. Sin embargo, sale embarazada en una época donde la interrupción de dicho proceso natural es ilegal.
El doctor que aborda su caso empeora la situación, al darle un medicamento supuestamente abortivo que sólo termina por fortalecer el desarrollo del embrión. Ese es apenas el principio de la historia de esta mujer capaz de arriesgar su vida, soportar hasta el dolor físico más inimaginable, enfrentar a su familia y a sus amigos tras una decisión que, además, podría resultar en cárcel.
La adaptación de las memorias de Annie Ernaix por Audrey Diwan es simplemente extraordinaria, y eso permite que en ningún momento la historia de Anna se vuelva panfletaria. No hay posiciones aquí, sólo la interiorización de una problemática que enfrenta una mujer por la cual -y de nuevo, gracias a la virtuosa actuación de Vartolomei- no se puede sentir más que empatía. Para que una película logre ese resultado, es que vale mucho la pena, tal como consideraron en la pasada edición del Festival de Venecia. ****
Punto final.- Demasiadas plataformas disponibles… de tantas opciones ya no se sabe a cuál irle.