Es una compilación de 9 periodistas coordinada por Jorge Zepeda Patterson, que describe perfiles de personajes reconocidos de la vida nacional, donde sus autores encuentran una veta en carne vida con nombre y apellido de privilegios para romper las leyes y constitución mexicana, la dignidad humana.
Menores víctimas de sacerdotes, impunidad, corrupción, tráfico de influencias y relaciones con el poderoso Presidente de la República, los gobernadores y su grupo enquistado en el poder; así ejerció su poder el Obispo de Guadalajara, Juan Sandoval Íñiguez. Premiado por el Papa Juan Pablo II como Cardenal, cuando en sus diócesis se le supo de lavado de dinero, así como cobertura y protección a curas pederastas de toda la república; y que además construyó un hospital para “regenerarlos” de sus pecados carnales con menores de edad. ¿Recuerdan el Crimen del Padre Amaro?
Los lujos la vida de comodidades alejadas del ejemplo cristiano, dignas de una descomposición y excesos de decadencia moral. No solo eso, sino el trato privilegiado del gobernador jalisciense Emilio González Márquez, que en estado de ebriedad insultaba a sus detractores que criticaron donativos millonarios para fortalecer una iglesia ya demasiado rica, y ampliamente patrocinada por los capos del cartel de Ciudad Juárez y Guadalajara.
Al conocer el historial no desmentido, la reflexión es: En manos de quién está la iglesia que postula principios cristianos y la nula reacción de los feligreses que callan ante esta realidad. Y como inteligencia financiera de SHCP, aun detectando estas aberraciones financieras, no aplica la ley a los líderes religiosos del catolicismo y sectas igualmente opacas como la Luz del Mundo.
No fue el único escándalo; recordemos al obispo Emilio Berlie Belaunzarán, quien también construyó obra extraordinaria con recursos que nunca explicó si venían de las limosnas o de otro origen opaco. Ahora este fiel seguidor de Jesús despacha en la catedral de Mérida Yucatán, invisible, sin ninguna investigación, como si nada hubiera pasado.
En la misma situación esta Julio Cesar Chávez y una carrera vertiginosa en el pugilismo, que lo hizo un fenómeno de los guantes; de origen humilde, se dedica al cuadrilátero por la presión de pasar hambre en una familia numerosa sin oportunidades de educación. Chávez fue un campeón casi invencible, pero la adulación, excesos de caballero, la coca, el alcohol y amistades con las cabezas del CAF, lo llevaron a la decadencia y enfermedad. Todo parecía glamour y felicidad, hasta que cuando se terminaron los tratos de algodón del espurio Carlos Salinas de Gortari, vino una acusación de evasión fiscal de 100 millones de pesos del SAT. Fue hasta la presidencia de Zedillo cuando acabaron privilegios e impunidad fiscal. Carlos Salinas, lo utilizó al Campeón para maquillar una imagen desmoronada por haber robado, con la anuencia del INE, y el PAN de Diego Fernández de Ceballos, la presidencia del FDN que postuló a Cuauhtémoc Cárdenas.
El Jefe Diego es otro perfil de impunidad y atropello al estado de derecho, que brilla en este libro de 365 páginas de Planeta. Abogado de gánsteres, defensor de criminales, en medio de graves conflictos de intereses, que desfalcó al Estado, traficante de influencias, receptor de premios como terrenos en las playas de Punta Diamante en Acapulco. Recordemos que fue un feroz defensor del fraude electoral en 1988, cuando se cayó el sistema donde junto con Manuel Bartlett supo el fondo del robo del poder.
Otro intocable que debe vidas, entre ellas la del periodista Manuel Buendía, asesinado en 1985 por la espalda por órdenes de Zorrilla, subordinado del entonces titular de Gobernación y a décadas se desconoce el autor intelectual de ese crimen. Buendía investigó a la CIA, la ultraderecha: Yunque, Opus Dei, los tecos de la FEG (Federación de Estudiante de Guadalajara) y sus puentes con los narcotraficantes crecidos.
Manada de gobernadores y alcaldes interminables. Son miles de funcionarios a lo largo y ancho de la historia mexicana que han hecho fortuna sucia, con abusos, privilegios, excesos, despojos, complicidad y protección con la delincuencia organizada propios de señores feudales. La firma de documentos, donde hay fortunas en juego y exigen propinas inmorales e ilegales. De lo contrario, duermen para siempre en cajones de la burocracia. La venta de Notarías, puestos claves en el gobierno, diputaciones, oficinas de reglamentos, investigaciones en el ministerio público son fuente de saqueo y regla no escrita en la administración pública de cualquier partido.
Ante este escenario de fondo de la clase política, religiosa, cultural, con el visto bueno de empresarios, ¿será posible la educación de calidad, salud digna, la confianza en México para inversión y empleo digno de 125 millones de mexicanos?
M.C. Héctor Ramón González Cuéllar es académico del Instituto Tecnológico de Tijuana.
Correo electrónico: profe.hector.itt@gmail.com