Criminal de Gente Nueva, prófugo desde 2018, autor de homicidio de sacerdotes jesuitas. “El Chueco”, de Los Salazar del Cártel de Sinaloa. Universidades Jesuitas advierten: en México “se vive un Estado fallido”
Un presunto narcotraficante, conocido en toda una región de Chihuahua como el azote de las comunidades y generador de violencia frecuente, hubo de asesinar a dos sacerdotes jesuitas dentro de una parroquia el 20 de junio, para que, por fin, las autoridades se movieran a buscarle, a pesar de que ya contaba con orden de aprehensión por otro homicidio perpetrado hace cuatro años, y de ser señalado en otros crímenes y estar perfectamente localizable.
Es la historia que cimbró a la Iglesia Católica, concretamente a la Compañía de Jesús en México, pero que demuestra que sólo cuando el descrédito se vuelve internacional, el Gobierno Federal y las autoridades locales aceleran el paso para cumplir con las funciones que les mandata la Ley en materia de procuración y administración de justicia, con lo que la muerte de los dos clérigos parece no quedará impune.
Con los homicidios de los sacerdotes Javier Campos Morales y Joaquín César Mora Salazar, así como del guía de turistas Pedro Eliodoro Palma, México volvió a ser noticia en todo el mundo por el grave grado de descomposición en la inseguridad que impera a lo largo del territorio nacional, a pesar del constante discurso justificativo de que los indicadores criminales (maquillados) van a la baja y de que se trata de una violencia heredada de anteriores administraciones federales.
Esta vez la reacción llegó desde el Vaticano, cuando la madrugada del 22 de junio, después de ocurrido el triple homicidio y de que el asesino material se llevara los cadáveres en la caja de una camioneta, el Papa Francisco lamentó a través de su cuenta en español de Twitter (@Pontifex_es): “Expreso mi dolor y consternación por el asesinato en #México, anteayer, de dos religiosos jesuitas y de un laico. ¡Cuántos asesinatos en México! La violencia no resuelve los problemas, sino que solo aumenta los sufrimientos innecesarios”.
Mientras autoridades de Chihuahua y del Gobierno de México seguían justificando su incapacidad operativa, los políticos aprovecharon el nuevo episodio para lanzar sus mensajes desacreditadores a través de redes sociales o en entrevistas en los medios de comunicación. Fue otro sacerdote quien aportó las primeras pistas para identificar al presunto causante de las muertes.
Se trata de José Noriel Portillo Gil “El Chueco”, líder de plaza de Gente Nueva, célula del Cártel de Sinaloa afín al grupo criminal Los Salazar, que operan en Sonora y Chihuahua, por quien las autoridades estatales ofrecieron una recompensa de 5 millones de pesos a cambio de información que lleve a la localización de su paradero o captura. Oferta que podría tentar principalmente a algunos de sus subalternos.
Luego de dos días de incertidumbre, el miércoles 22, los cuerpos de los dos canónigos fueron recuperados junto con el de Pedro Eliodoro, según pudo acreditarse a través de pruebas de genética forense, informó la gobernadora chihuahuense María Eugenia Campos, sin ofrecer mayores detalles del hallazgo. Incluso el anuncio fue realizado a través de un video, publicado en su cuenta de redes sociales.
LOS HECHOS
Aunque todavía hay dudas de la forma en cómo se desarrollaron los hechos, se conoce por voz del Padre jesuita Jesús Reyes que la tarde del lunes 20 de junio se encontraba en la Parroquia de Cerocahui, en el municipio de Urique en Chihuahua, junto con los sacerdotes Javier Campos Morales -conocido como “Padre Gallo”- y Joaquín César Mora Salazar – “Padre Morita”-, de la misma orden religiosa, cuando escucharon un alboroto dentro del inmueble.
Varios sujetos armados perseguían a otro, pero cuando este último ingresó al templo, sólo uno de los empistolados fue tras él. Los sacerdotes Campos y Mora salieron al atrio a ver lo que ocurría, observando cómo el sicario disparaba al perseguido. Uno de los padres se aproximó al cuerpo inerte de la víctima para darle la extrema unción y también fue agredido a balazos, quedando sin vida. El otro cura pidió al asesino que se tranquilizara, pero también le disparó, matándolo en el acto.
Jesús Reyes, el tercer sacerdote, se sorprendió al observar la escena, pero aun así le reclamó su actuar al criminal, quien al parecer se encontraba alcoholizado y bajo los influjos de alguna droga. Sin hacerle caso, el homicida jaló los tres cuerpos de sus víctimas hasta la puerta del recinto, donde otros dos sujetos le ayudaron a cargarlos hasta la caja de una camioneta pick-up color azul, en la que se retiraron del lugar.
En el atrio quedaron huellas de sangre y los indicios balísticos consistentes en ocho casquillos percutidos calibre 38 Súper y tres ojivas de proyectiles deformadas que al parecer impactaron superficies sólidas y rebotaron para quedar donde fueron localizadas. Un testigo aseguró a las autoridades que la camioneta de los criminales era de doble cabina. También en el lugar quedó tirada una camisa tipo Polo de color azul cielo, con el logotipo Tara, &VENTUR&S, Barrancas del Cobre, al parecer del guía turístico Pedro Eliodoro Palma.
Durante esa mañana, la Fiscalía General del Estado de Chihuahua recibió una denuncia sobre la desaparición de dos hombres adultos, una mujer y una menor de edad. Después se sabría que uno de los varones era Palma y la mujer, su esposa. Al día siguiente se conoció que la menor de edad fue abandonada por sus captores, mientras que del hombre y la mujer del promotor turístico nada se sabe.
Al trascender el triple homicidio con el antecedente de los levantones, elementos de la Policía Estatal de Chihuahua, de la Guardia Nacional y del Ejército Mexicano se movilizaron en las comunidades de la Sierra Tarahumara en busca de los desaparecidos, de los matarifes y de los cadáveres que se llevaron, además de realizar labores de patrullaje para dar un poco de tranquilidad a los angustiados habitantes, conmovidos por el sacrificio de los padres ignacianos.
En un principio, la Compañía de Jesús se manejó de manera cautelosa en cuanto a la información que se tenía de los causantes, pues a decir del conocido sacerdote Javier Ávila Aguirre, mejor conocido como “Padre Pato”, hubo amenazas del sicario identificado como “El Chueco”, quien advertiría a Reyes: “Si ustedes hablan y hay algún movimiento, vengo por todos ustedes y los mato a todos”.
REACCIONES: “HASTA AHORITA A LA FIGURA DEL SACERDOTE SE LE HABÍA RESPETADO”
Los sacerdotes “Gallo” y “Morita” eran muy apreciados no sólo por los habitantes de Cerocahui, sino de las comunidades más cercanas, algunas muy pobres, que acudían a ellos en busca de ayuda espiritual y de alimentos. El golpe moral fue muy fuerte para quienes les conocieron y recibían sus servicios eucarísticos.
El Padre Ávila señaló en entrevista que “hasta ahorita al sacerdote todavía se le había respetado, a la figura del sacerdote, se le había respetado en Chihuahua, en la Sierra Tarahumara. Ya no hay eso, por lo visto, y bueno, es una gracia que Dios nos conceda dar la vida por los demás”.
El Padre Campos Morales, de 79 años, ingresó a la Compañía de Jesús a los 16 para ser ordenado sacerdote el 8 de junio de 1972 en Ciudad de México. Un año después empezaría su misión como superior local, vicario pastoral y episcopal en la Sierra Tarahumara, en la comunidad de Norogachi. Llegó a ser párroco en Guachochi, Chinatú y en Cerocahui, desempeñándose como Superior de la Misión Jesuita.
Por su parte, Mora Salazar, que cumpliría 81 años en agosto próximo, también realizó su ministerio en parroquias de la sierra chihuahuense, siendo el vicario en Cerocahui desde 2007.
En su conferencia de prensa matutina del 21 de junio, el Presidente Andrés Manuel López Obrador lamentó los hechos y relató el suceso con la versión que se tenía hasta el momento: “Un hombre perseguido por un sujeto armado se resguardó dentro del templo, pero el agresor lo atacó al igual que a los dos sacerdotes que se encontraban en el lugar”, catalogando el sitio como parte de una zona con presencia de crimen organizado. Para entonces, la Fiscalía de Chihuahua había informado al Gobierno Federal que ya se contaba con información de los responsables.
Por su parte, la Compañía de Jesús condenó el asesinato de dos clérigos jesuitas a través de un comunicado: “Los jesuitas de México, con profundo dolor, denunciamos el homicidio de nuestros hermanos Javier Campos Morales, SJ y Joaquín César Mora Salazar, SJ, ocurrido el día de ayer dentro del templo de la comunidad de Cerocahui, Chihuahua. Condenamos estos hechos violentos, exigimos justicia y la recuperación de los cuerpos de nuestros hermanos que fueron sustraídos del templo por personas armadas.
“También demandamos que de forma inmediata se adopten todas las medidas de protección para salvaguardar la vida de nuestros hermanos jesuitas, religiosas, laicos y de toda la comunidad de Cerocahui. Hechos como estos no son aislados. La Sierra Tarahumara, como muchas otras regiones del país, enfrenta condiciones de violencia y olvido que no han sido revertidas. Todos los días hombres y mujeres son privados arbitrariamente de la vida, como hoy fueron asesinados nuestros hermanos”, destaca el mensaje.
Sin embargo, ningún discurso tan contundente como el emitido por los rectores de diversas universidades jesuitas que concurrieron a la reunión anual de su sistema universitario el 22 de junio. En ese evento advirtieron que en México se vive un Estado fallido y una crisis de seguridad grave.
Juan Luis Hernández Avendaño, rector de la Universidad Iberoamericana Torreón, aseguró que la osadía de que los asesinos se hayan llevado los cuerpos de los sacerdotes, “es un mensaje de que el narco puede hacer lo que quiera con nuestros cuerpos, se sienten los dueños, y eso no lo podemos seguir permitiendo”.
Posteriormente sentenciaría: “Cuando el Estado no tiene control territorial y permite que grupos armados privados los controle, a eso le llamamos Estado fallido, y tiene muchos años que las colonias, los barrios, los pueblos, están siendo controlados por algún cártel grande o pequeño, y el Estado está ausente; en muchas partes de México hace mucho tiempo que se fue, por lo tanto, la población y la ciudadanía en México estamos solos, abandonados, sometidos a la ley del más fuerte. Estamos sometidos a la ley del secuestro, de la extorsión, del asesinato, y lo estamos porque al Gobierno Federal y locales no les interesa protegernos”.
INVESTIGACIONES
El 21 de junio, la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) federal afirmó que ya estaba identificado el presunto responsable del triple homicidio, que se le estaba buscando y que no se permitiría impunidad, aunque no se dieron detalles de su identidad. La Fiscalía General del Estado de Chihuahua reveló que el imputado es José Noriel Portillo Gil, alias “El Chueco”, líder del grupo criminal Gente Nueva, que controla las actividades ilícitas en la Sierra Tarahumara y vinculado al Cártel de Sinaloa, a través de la organización Los Salazar.
Al día siguiente, la fiscalía chihuahuense ofreció una recompensa de hasta 5 millones de pesos a quien aporte información veraz que conduzca a la captura de “El Chueco”, al que se le imputan los delitos de homicidio, delincuencia organizada, además de ser el probable causante de los hechos en los que perdieron la vida los padres “Gallo”, “Morita” y el guía de turistas Pedro Eliodoro.
El fiscal general Roberto Javier Fierro Duarte, señaló que esta recompensa es la más grande que se ha ofrecido en la entidad norteña.
En la misma fecha, se comenzó a difundir la ficha del presunto criminal, que sólo publica sus nombres de pila, su apodo y fecha de nacimiento (12 de mayo de 1992). Que se le ha visto en las regiones de Cerocahui, Bahuichivo, Porochi y Poblado del Rodeo. La invitación a la ciudadanía refiere que la denuncia a la Línea 089 es confidencial.
El Presidente López Obrador destacó que este imputado debió ser detenido desde 2018, porque asesinó a un turista estadounidense. En efecto, Portillo Gil cuenta con orden de aprehensión dictada por el Juez de Control del Distrito Judicial Arteaga, dentro de la causa penal 29/2018, por el delito de homicidio calificado, mandamiento en contra del que “El Chueco” ha promovido por lo menos dos amparos desde 2020, pero en ambos casos le fue negada la protección de la justicia federal por parte de los Juzgados Primero (1222/2020) y Decimoprimero de Distrito (111/2020) en el Estado de Chihuahua. Resoluciones confirmadas en revisión.
Además del homicidio del turista norteamericano, autoridades y pobladores serranos señalan que José Noriel está involucrado en los asesinatos de diversos activistas defensores del territorio en la Sierra Tarahumara, algunos de ellos de pueblos originarios, cuyos habitantes se han visto obligados al reclutamiento forzado y desplazamiento forzado interno. Portillo es considerado uno de los jefes de plaza que responde a los intereses de José Crispín Salazar Zamorano “El Tío”, del Cártel de Sinaloa.
En entrevista con medios de comunicación, el “Padre Pato” dijo que, por el bien de las comunidades, espera que la seguridad mejore y se erradique la inseguridad, porque “desde hace mucho tiempo, la impunidad está cobijando no nada más la Sierra Tarahumara, todo el país. Siempre hay zozobra, gente levantada, gente desaparecida. Esto, por más ‘abrazos’ que se compartan, son más los balazos que están apareciendo en escena”.
El jesuita concluyó:
“La impunidad cada vez más descarada y la ineptitud de las autoridades de todos los niveles que tienen responsabilidad sobre este tema. Y esas impunidades, y esas complicidades, no sé, a mí me preocupan mucho”.