Una muy enojada esposa reclama a su marido:
“Anoche, en sueños, ¡llamabas a una tal Celina!”.
Turbado, el hombre no halla que responder, se siente descubierto y, con rapidez mental, responde:
“Eeeh… Esa es una yegua del hipódromo, a la que le aposté un dinero”.
La mujer acepta la explicación y se tranquiliza. El marido sale a trabajar y, al regresar en la noche, la esposa está montada en cólera. Al verla tan enojada, el marido le pregunta qué pasa y furiosa contesta:
“¡Pues que la ‘yegua’ del hipódromo no ha parado de llamar por teléfono todo el día, preguntando por ti!”.
Autor: Un empleado del hipódromo.
Cosas que odia mi mamá
Que me quede callado cuando me está hablando.
¡Que le hable cuando me está hablando!
Autor: El hijo.
Oferta de empleo
Se busca empleado con la inteligencia de alguien de 50 años, la experiencia de uno de 40, la energía de uno de 30 y el sueldo de alguien de 20.
Autor: Mejor así lo dejamos.
¿Cómo te llamas?
— Hola, ¿cómo te llamas?
“Gelmy”.
— ¿Gelmy?
“Sí, como mi mamá”.
— Pero ¡si tu madre se llama Socorro!
“Lo sé, pero es que ella me lo puso en inglés: Socorro, o sea, Gelmy”.
Autor: Maestra de inglés.
El matrimonio es pecado
— Padre, le confieso que hace tres años me casé.
“Pero, hijo, ¡eso no es pecado!”.
— ¿No? Entonces ¿por qué estoy tan arrepentido?
Autor: Ex novio.
Beneficios de la cebolla
Un hombre circulaba en un carro lleno de cebollas, por lo cual el vehículo olía muy mal y, un amigo al que iba a ver, le pregunta:
— ¿Por qué llevas el carro lleno de cebollas?
“Con este tráfico tan horrible, así llego más rápido a donde voy”.
— ¿Y eso qué tiene que ver con las cebollas?
“¿Acaso no sabes que la cebolla mejora la circulación?”.
Autor: Un conductor harto del tráfico en Tijuana.
El asalto
Un hombre aborda a una chica en la calle:
— ¡Oye! Dame tu teléfono.
“Claro. Apunta: 655…”.
— A ver, ¿qué parte de la navaja y el pasamontañas no entiendes? ¡Dame ya el teléfono!
Autor: Anónimo de Seguridad Pública Municipal.
La valentía del borracho
Dos borrachos están bebiendo en un bar y, decidido, uno de ellos exclama:
“¡Me voy!”.
El otro recrimina:
“¡No seas cobarde! No le tengas miedo a tu esposa, mira cómo hago yo”.
Entonces toma el teléfono y marca un número, del otro lado contesta la voz de una mujer y el borracho empieza a decirle en un tono muy fuerte:
“Quiero que sepas que no te tengo miedo y aquí las órdenes las doy yo, ¡me voy a quedar bebiendo con mi compadre hasta la hora que yo quiera, y allá tú si te enojas! ¡No me importa!”.
El borracho cuelga y, aterrado, el amigo dice:
— Oye, ¡yo no soy capaz de hablarle así a mi mujer!
“Yo tampoco. ¡Llamé a tu casa!”.
Autor: Un sobrio.
Ni uno ni otro
Un padre regaña a su hijo:
— ¡Debería darte vergüenza no ser el primero de tu clase!
“Sí, papi, no soy el primero en la clase, ¡pero tú tampoco eres el gerente de tu empresa!”.
Autor: Niño castigado.
La pregunta más importante en la iglesia
— Nuevamente, si alguien tiene algo que objetar, que hable ahora o calle para siempre.
“¡Carlos! ¡Eso ya lo había preguntado el cura!”.
— Sí, mi amor, ¡pero es que hay mucho distraído!
Autor: Un inseguro.
¡Feliz año!
Un borracho entra al bar y grita:
“¡Feliz año para todos!”.
El encargado del bar le hace saber:
“Señor, ¡estamos a 15 de febrero!”.
Y aterrado, el borracho grita:
“Ay, Dios mío, ¡mi mujer me va a matar!”.
Autora: La mujer del borracho.
Llamada de auxilio
— ¿Hola? ¿Policía? Acabo de llamar a mi esposa por el nombre de una ex novia.
“¡Salga de la casa! ¡Mandamos un escuadrón en su rescate!”.
— ¿Me devuelvo por mi celular?
“No. ¡Salga lo antes posible!”.
Autor: Anónimo del 911.
El mago
— ¡Mamá, mamá! ¿Mi papá es mago?
“No, hijo, tu papá es electricista”.
— No, mamá, ¡mi papá es mago!
“¿Por qué insistes en que tu papá es mago?”.
— Porque ahorita juntó dos cables, salieron chispas ¡y después desapareció!
Autora: Una viuda.
El fumador
—¡Uf! ¡Fumas tanto que con el dinero que gastas en cigarrillos, ¡ya te hubieras comprado un Ferrari!
“¿Tú fumas?”.
— No.
“¿Y tu Ferrari?”.
— Es que…
“¡Tu Ferrari, ¡pregunté!”.
Autor: Conductor de Uber.
Crisis matrimonial
La esposa dice a su marido:
— Cariño, creo que lo nuestro se está enfriando.
“Yo no lo creo. ¡Cambio y fuera!”.
Autor: Terapeuta matrimonial.