En las reuniones del llamado “cuarto de guerra” de la gobernadora, donde los más cercanos colaboradores coinciden con Marina del Pilar Ávila Olmeda para afrontar las distintas crisis que acontecen en Baja California, los principales programas y la forma de abordarlos públicamente, algunos miembros se quejan que no pueden hablar con la confianza que el caso requiere, porque “alguien” informa de todos los pasos al ex mandatario Jaime Bonilla Valdez.
Resulta, pues, que Marina tiene un infiltrado, o de plano está durmiendo (en términos metafóricos) con el enemigo.
No es para menos la queja de quienes asisten a la estricta reunión, ya que la principal oposición de Ávila Olmeda, está en Morena y se llama Jaime Bonilla. Ni la supuesta oposición del PAN, o del PRI, o del PRD, o juntos, han criticado a la titular del Poder Ejecutivo del Estado como lo ha hecho el ex gobernador.
A Bonilla no le calienta ni el sol desde que no pudo quedarse los cinco años de gobierno que a capricho quería, sabiendo que fue electo para dos. Y en esos 24 meses de ejercer el poder se quedó tan acostumbrado, que metió a medio gabinete que le acompañó, a la televisora que maneja, PSN. A prácticamente el que lo pidió, le dio programa, y así el medio de comunicación pasó de una programación supuestamente inclinada a lo social, a una eminentemente política, donde se curan las heridas unos a otros y pretenden aconsejar a la joven gobernadora, pero a través de la crítica, lo que debe o no hacer en su administración.
Pero Bonilla ha ido más allá. Se ha metido a los terrenos de lo personal, al criticar a su sucesora en el Poder Ejecutivo por supuestas actitudes que ella tuvo frente a él, o al hacer comentarios sobre los hijos de Marina del Pilar.
Ya sin la senaduría, que aún queda pendiente un recurso que él interpuso ante la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, Bonilla Valdez arremete más contra quien lo sucedió. Sin cargo, sin puesto en el Gobierno Federal, marginado en el partido, respira por la herida política que lo tiene en la banca.
Pero lo que no ha tenido de caballero el ex gobernador, ha tenido de dama la gobernadora, pues a pesar de los dichos de Bonilla, Marina no ha respondido de manera directa a tales comentarios.
En el “cuarto de guerra” le han sugerido por lo menos poner un freno al único -en política- que le critica la administración pública. Y justo ahí, es cuando Jaime Bonilla se entera de todo lo que se trata en las reuniones del gabinete en corto.
Aunque nadie quiere señalar a la oreja de Bonilla en el gabinete marinista, todos voltean a ver a Catalino Zavala Márquez, el todavía secretario general de Gobierno que le tiene más lealtad al ex y a los miembros del anterior gabinete, que compromiso con la actual gobernadora y cordialidad y apoyo con los funcionarios que la acompañan.
Al final del día, en un gabinete formado por amigos y conocidos de Ávila Olmeda, Catalino Zavala se queda solo. Su inclusión en el equipo marinista desde la coordinación de la campaña, fue evidentemente un acuerdo entre Bonilla y Ávila, aceptado incluso después que el ex senador le había pedido a la ex alcaldesa de Mexicali, retirarse de la contienda interna de Morena para elegir candidato a gobernador, pues su gallo era Armando Ayala, el alcalde de Ensenada.
El acuerdo, que no se ha roto por parte de la gobernadora a pesar de las críticas del ex gobernador, mantiene a Catalino Zavala en la Secretaría de Gobierno, y de espía de Bonilla. De ahí en fuera, poco o nada aporta a la política pública bajacaliforniana. La relación con el Poder Legislativo, la lleva un ex panista más cercano al equipo de Marina que al de Catalino; la relación con los grupos de la sociedad civil, empresariales y sociales, la lleva la propia gobernadora. De los temas de seguridad también está al margen, y de las políticas administrativas y de desarrollo social, ni se diga.
Más en su línea natural de crecimiento como invasor, Zavala se ha concentrado en reuniones con damnificados, invasores, solicitantes de terrenos, y pretende hacer acuerdos con el Poder Judicial, donde con la ayuda del ex fiscal Guillermo Ruiz Hernández, ha logrado convencer de cierto poder al presidente del Tribunal Superior de Justicia, hechura también de “Titi” Ruiz.
A diferencia de su antecesor, Amador Rodríguez Lozano, que representaba al gobernador ante todos los sectores y todas las instancias, Catalino no representa a la gobernadora. Tal parece que, en lugar de investigar los pecados del pasado, se dedica a proteger a quienes fueron sus compañeros de gabinete en el bienio bonillista, pues incluso el caso de la planta fotovoltaica y Banca Afirme, no fue el secretario de Gobierno quien presentó las denuncias correspondientes o litiga públicamente el caso, sino el secretario de Hacienda, Marco Moreno Mexía, que también tiene superioridad administrativa y de liderazgo en el gabinete, por encima del secretario de Gobierno.
Eso sí, Zavala Márquez aprovecha el puesto y el poder que da ser el número dos, aunque sea en la estructura jerárquica, aun cuando no en los hechos, para sacar provecho, hostigar, presionar, colocar a los suyos en cargos clave y, claro, para espiar en favor de Jaime Bonilla. La oreja, le dicen.