En el mundo prehispánico los pueblos concebían a la enfermedad como producto de la acción de los seres que habitan los pisos celestes y el inframundo, y que a través de los elementos de la plataforma (viento, agua, sol, polvo, animales, etc.) daba como consecuencia un desequilibrio en el cuerpo del hombre.
La enfermedad era producto de este desequilibrio corporal que se mantenía gracias a la dualidad entre los elementos vitales: el calor y el frío; la luz y la oscuridad; lo seco y lo húmedo; arriba y abajo. En este caso, la medicina se ocupaba en esta cosmovisión de ayudar al enfermo a recuperar ese equilibrio que había perdido.
Las plantas medicinales fueron unos de los principales recursos con el que los habitantes de Mesoamérica se auxiliaban para encontrar la cura a sus enfermedades; de hecho, hoy continúan siendo de suma importancia para la investigación de fármacos y el desarrollo de medicamentos.
Una hierba es una planta o una parte de una planta que se usa por su aroma, sabor o propiedades terapéuticas. Los productos de la medicina herbolaria son suplementos dietéticos; se venden como píldoras, cápsulas, polvos, tés, extractos o como plantas frescas o secas. Las personas las toman para mejorar su salud.
Muchos creen que los productos etiquetados “natural” son siempre seguros y buenos para ellos. Esto no es necesariamente cierto. Las hierbas medicinales no pasan por el mismo control y pruebas que las medicinas convencionales: ciertas hierbas, como la consuelda y efedra, pueden causar daños severos; algunas hierbas pueden interactuar con medicamentos de receta o venta libre.
Aunque la Secretaría de Salud las haya aceptado por ley, existe y existirá una controversia entre médicos, químicos, botánicos, farmacéuticas y público en general. Inclusive, un libro editado por National Geographic nos indica 62 plantas medicinales y sus usos están clasificados para el sistema nervioso, respiratorio, circulatorio, digestivo, músculo-esquelético, urinario, genital masculino y femenino.
El códice mexicano de Juan Badiano (o códice de la Cruz-Badiano) contiene 13 capítulos con 227 plantas, incluyendo 185 imágenes coloreadas, con ilustraciones maravillosamente hechas por los tlaucilos mexicanos (las otras 64 solo están por su nombre), descritas desde la cabeza hasta los pies, y con el nombre de las plantas en náhuatl. Algunas de ellas son el zoapatle, que facilita el parto, y el yoloxóchitl, para las enfermedades del corazón.
Estas plantas mexicanas todavía están en espera de que institutos, universidades, laboratorios químicos y médicos elaboren los protocolos de investigación para confirmar si de verdad son útiles en las enfermedades o como nutrientes.
Atentamente,
Dr. José Fernando Jaramillo Cisneros.
Tijuana, B.C.
Correo: drferja@hotmail.com