Este próximo 1 de mayo de 2022 no debe ser de “fiesta”, debe ser de lucha y de protesta. Debe ser de denuncia.
En años atrás se celebraba el “Día del Trabajo”. Hoy día, el 1 de mayo celebramos “el trabajo”, pero el trabajo que cuesta para que te jubilen, te paguen el finiquito y el trabajo que cuesta le paguen a los compañeros y compañeras interinas, lo que en justicia les corresponde por su trabajo.
A todos los incansables trabajadores de la educación les comparto:
Soy maestro
Mi padre fue campesino,
sembró con amor la tierra
para poder darme estudio,
sin importar la dura jornada.
Hoy yo no siembro la tierra,
cultivo la mente del niño
que hará florecer mi Patria
para cambiar triste destino.
Soy maestro y maestra de los niños
de México y exijo respeto;
he laborado muchos años
con alegría y entusiasmo.
El momento de la jubilación
ya llegó; cumplí con mi labor,
estoy en el listado de prelación
sufriendo achaques y dolor
como consecuencia de larga labor.
Al gobierno y a Obrador
poco les importa mi situación;
esperan que muera en el aula
para no pagarme la jubilación
e ignoran mi genuina protesta.
A otros se les adeuda finiquito
les abona una cínica respuesta:
el gobierno no tiene el recurso,
espérense que nada les cuesta.
(Bonilla)
Préstamos enormes han pedido
para ayudar al pobre Magisterio,
pero se lo gastan en otro rubro
y el Sindicato ni siquiera protesta.
Las viudas e hijos de los maestros
esperan desde hace cinco años
les paguen el plan de beneficios
(seguro de vida),
pero hoy día esto solo son sueños.
Mi padre fue campesino;
hoy yo no cultivo la tierra,
cultivo la mente del niño
para que tenga mejor destino.
Un abrazo a todos y todas las maestras,
pero sobre todo a esos niños y niñas
que tuve el privilegio de conocer,
esperando haber depositado
en todos y cada uno de ellos
la fértil semilla del saber.
Atentamente,
Francisco Heredia Guzmán.
Tijuana, B.C.