Tijuana es la ciudad con más aspectos negativos que la hacen propensa a un desastre natural: lomeríos, cañones, superficies planas y materiales geológicos no compactados. “Tenemos la idea que el suelo aguanta toda la vida. Naturalmente, el suelo es inestable y le pones humanos; entonces, casi le das el tiro de gracia”, explicó Luis Mendoza Garcilazo, investigador del CICESE
Ensenada.- Más de 100 sismos asociados con las principales fallas geológicas de la región se presentaron entre el 4 de abril y 4 de mayo, de acuerdo con la Red Sísmica del Noroeste de México (RESNOM), en una entidad -Baja California- con alta y muy alta probabilidad de un sismo potencialmente fuerte, lo que recuerda la vulnerabilidad a la que se enfrenta la población.
De los 101 sismos registrados en abril, 75 fueron de magnitud menor a 3; otros 23 eventos alcanzaron entre 3.1 y 4, mientras que tres superaron la magnitud 4.1, según datos de RESNOM.
El sismo de mayor intensidad fue de magnitud 4.5, con epicentro ubicado a 20.37 kilómetros al Oeste del poblado de El Sauzal de Rodríguez, Ensenada, a las 21:30 horas del 14 de abril; le siguió el sismo de 4.4, el 16 de abril, con epicentro a 35.22 kilómetros al Noroeste del Valle de la Trinidad; el tercero de mayor magnitud se registró el 19 de abril a las 13:30 horas, de 4.2 y su epicentro fue ubicado a 34.07 kilómetros al norte del poblado de Mexicali.
Para el coordinador estatal de Protección Civil, Salvador Cervantes, hay que partir de que vivimos en una zona sísmica, aunque muchos de los movimientos no se perciben. De acuerdo con el análisis de zonas sísmicas del país, citado por el coordinador, Baja California se encuentra en alta y muy alta probabilidad de un sismo potencialmente fuerte.
Evidentemente, dijo Salvador Cervantes, hay zonas de la entidad más vulnerables, dada por las características propias de la población, el tipo de vivienda, la autoconstrucción y otros factores.
Un sismo fuerte puede generarnos problemas en laderas por los rellenos y cortes verticales, sin embargo, indicó, la prioridad es toda la entidad. Dependiendo del tipo de evento, características, intensidad, magnitud, profundidad y tipo de suelo es como se puede magnificar y reducir el impacto del sismo, apuntó.
Lo que genera afectaciones a los ciudadanos es la infraestructura, por lo cual desde 2010 que se presentó el sismo en Mexicali se han modificado reglamentos y se ha ido actualizando la manera de construir edificaciones, ya que son atribuciones de los ayuntamientos el otorgamiento de uso de suelo y permisos de construcción, basados en sus reglamentos, indicó.
Consideró que mitigar los efectos de un sismo fuerte es una labor de todos, para lo cual se han impulsado algunas estrategias gubernamentales: conformación e integración de planes familiares de protección civil, obligatoriedad para todos los inmuebles de cumplir con sus programas internos de protección civil y mantener la sensibilidad con los simulacros.
– Desde el gobierno, ¿hay capacidad de respuesta?, o sea, ¿se va a poder responder desde el gobierno ante una eventualidad de este tipo?
“Te lo voy a contestar de manera muy objetiva: todas las emergencias son diferentes. Hemos tenido sismos importantes en los últimos meses, que evidentemente no han rebasado la capacidad de respuesta del gobierno.
“Sin embargo, si hubiera un evento mucho más fuerte, mucho más intenso, dependería de las características si pudieran estar rebasadas las capacidades de las instituciones. El sistema es subsidiario, sucede algo en algún municipio y los primeros en atender son las unidades municipales de Protección Civil; si se rebasan, se pide apoyo a las instancias estatales, si se rebasa se pide apoyo a la federal, así consecuentemente.
“Objetivamente estamos preparados, estamos listos, tenemos capacidades instaladas locales que, en determinado momento, si el evento es mucho más fuerte, también existen protocolos para activar la ayuda de la Federación y la ayuda internacional para poder brindar a la población una atención oportuna”.
TIJUANA, CON MÁS ASPECTOS NEGATIVOS
El maestro en ciencias, Luis Humberto Mendoza Garcilazo, investigador del Departamento de Sismología del CICESE, fue enfático al señalar que, de las cinco zonas urbanas del estado, Tijuana es la que me tiene más aspectos negativos: lomeríos, cañones, superficies planas y materiales geológicos no compactados.
– ¿Por qué si el epicentro fue cerca de la Bahía de Ensenada, aquí no pasó nada, y en Tijuana explotó una vivienda y se dañó el puente?
“Ese sismo no dañó el puente, pero el humano es muy bueno para decir que fue la naturaleza. En Ensenada, tenemos mejores suelos que Tijuana, muchas zonas de roca y relleno de sedimentos”.
Recordó que después de un sismo en Osaka, Japón, en 1995 los japoneses aprendieron que “el asunto de los sismos no es sólo problema de los sismólogos o los ingenieros o los bomberos o los policías, es un asunto de todos”.
De ahí que se lanzó una iniciativa a nivel mundial y Tijuana fue electa para participar en el Grupo Radius, a partir de 1998, duró año y medio el estudio patrocinado por Naciones Unidas con 50 mil dólares y al terminar el patrocinio siguió el grupo.
“La idea del grupo es que cuando haya sismos nos vaya lo menos peor posible”, comentó. De las 12 ciudades que hicieron grupos, Tijuana es la única que sigue.
Los sismos ocurridos en Ensenada y Mexicali, así como los enjambres de la geotérmica de Cerro Prieto, hay que aprovecharlos porque son un recordatorio natural, ya no es el sismólogo el que está diciendo, sino el planeta, consideró.
“No hacer nada es volvernos débiles, vulnerables, por lo que el mejor experto en estos temas es el sentido común”, estimó Mendoza Garcilazo.
“Los sismos en Mexicali son más frecuentes porque ahí está el límite de placas. En Ensenada estamos sobre la placa del Pacífico y Mexicali está en la de Norteamérica, donde acaba una e inicia otra, hay más esfuerzo. Estamos suponiendo que en la costa no tiembla, lo cual nos hace más vulnerables”, explicó.
ATLAS DE RIESGO DESACTUALIZADO
Entregado al gobierno estatal en el año 2014, coordinado por el CICESE, el Atlas de Riesgo Estatal se debe actualizar cada cinco años, reconoció Salvador Cervantes.
El funcionario estatal dijo que, si bien en este momento se está trabajando en actualizar el documento, no necesariamente se puede decir que ha perdido vigencia o ha caducado.
Al respecto, Luis Mendoza Garcilazo precisó que el Atlas de Riesgo es una colección de mapas que sirve como herramienta para tomar decisiones, pero no debe ser visto como una solución.
Puso como ejemplo los deslizamientos en Cumbres del Rubí. Cuando se hizo el Atlas, los científicos dijeron que la zona era de mediano riesgo porque su pendiente tenía una inclinación moderada; sin embargo, quienes construyeron hicieron cortes a 90 grados, pasando de inmediato a alto riesgo. A los 15 días del corte inició el deslizamiento, “ahí es la mano del hombre”, sentenció.
Dijo que también siempre se culpa a la Comisión Estatal de Servicios Públicos, pero no se toma en cuenta que a los cerros les ponen mucho peso con calles de concreto, casas de tres pisos, rejas, paso de vehículos, se les hacen cortes.
“Tenemos la idea que el suelo aguanta toda la vida. Naturalmente, el suelo es inestable y le pones humanos; entonces, casi le das el tiro de gracia”, indicó.
SEGUIRÁN DESLIZAMIENTOS EN CAMINO VERDE
El 18 y 19 de marzo, especialistas en sismología y geología del CICESE acudieron a la colonia Camino Verde, en Tijuana, para realizar un reconocimiento físico tras el deslizamiento del 28 de febrero que provocó el desalojo de al menos 90 viviendas.
El recorrido de campo se llevó a cabo en atención a la solicitud que la Coordinación de Protección Civil de Baja California presentó al CICESE el 16 de marzo, con el propósito de obtener información para la toma de decisiones en Camino Verde.
Antes de acudir a la zona de estudio, el equipo de especialistas del Departamento de Sismología del CICESE, conformado por Sergio Vázquez Hernández, Rogelio Reyes Serrano y Armando Valdez Terríquez, elaboró una proyección de las consecuencias del deslizamiento utilizando los recursos gráficos disponibles y la información proporcionada por Protección Civil.
Una de las principales conclusiones fue que el área de afectación está cerca de alcanzar los 58 mil metros cuadrados y va en aumento, ya que el movimiento es constante y con dirección descendente hacia el sureste.
En su reporte, el grupo de especialistas hizo énfasis en que el frente de la masa en movimiento exhibe una zona de casi 300 metros de empuje vertical hacia arriba, por lo que en cualquier momento la resistencia al empuje será rebasada y la amenaza es un movimiento súbito que avanzará contra las viviendas de la acera sur de la calle Víctor Islas Parra, lo que amerita atención prioritaria.
Además, detectaron que el movimiento del 28 de febrero no se dio por la reactivación de un viejo deslizamiento, sino por la activación de una zona que antes no se había movido, lo que pudieron identificar a partir de la topografía.
“Aquí hay una proyección de que esto no ha terminado porque había un control desde el punto de vista geológico, físicamente lo identificamos. Una vez que este control sea rebasado, esto puede evolucionar”, enfatizó Sergio Vázquez.
Vázquez explicó que Camino Verde es parte de una subcuenca que capta lluvia y vierte los escurrimientos a la canalización del Río Tijuana. “Precisamente en esta zona de subcuenca han ocurrido al menos tres eventos importantes y han ocurrido otros menores”, refirió.
Mediante el análisis de fotografías aéreas a escala, que datan de 1973, los especialistas también detectaron que los deslizamientos en Camino Verde se presentaban desde antes de que la zona fuera urbanizada.
“Los eventos se han dado sin infraestructura, sin urbanización, sin avance de la población, por lo tanto cuando empieza la población a llegar empiezan los cortes de terreno y esto que pudiera haberse dado con la recurrencia de periodos largos de tiempo, se acorta, se acortan los tiempos”, apuntó Vázquez.
El proceso que conlleva la urbanización no sólo reduce los periodos entre cada deslizamiento, sino que puede magnificarlos, ya que se introducen factores que no son adecuados para el terreno, como los cortes inadecuados, las descargas de agua, las fugas y el concreto.