Existe un gran número de perspectivas para analizar los resultados del proceso de Revocación de Mandato, celebrado el domingo 10 de abril y promovido por el Presidente Andrés Manuel López Obrador en contra de sí mismo, como parte de los compromisos de campaña y una maniobra partidista para preservar el control de la agenda pública, por encima de los temas prioritarios del país.
Como es sabido, el mandatario federal se sometió a un proceso de revocación por la vía electoral, mediante una asociación civil llamada Que Siga la Democracia, fundada por simpatizantes de Morena.
La realidad es que nunca pudieron encender la idea de que se trataba de un instrumento democrático y básicamente se convirtió en un circo político que funcionó sólo como una encuesta de popularidad para el Presidente, pero también para gobernadores, funcionarios y diputados tanto locales como federales.
Es ahí donde se visualiza el descalabro de Morena en Baja California, pues por primera vez se da cuenta de su realidad y el poco arrasque que tiene con la ciudadanía, y comprender que no toda la población estuvo de acuerdo con esta jornada electoral.
Pero de todas las entidades del país, en BC ocurrió algo que preocupa, pues se convirtió en el Estado vinotinto con menor cifra porcentual de participación ciudadana, al alcanzar un poco más del 13%, según cifras proporcionadas por el Instituto Nacional Electoral (INE).
Las entidades con menor participación que esta región, fueron Guanajuato, Querétaro, Jalisco, Nuevo León, Durango y Chihuahua, todas gobernadas por PRI, PAN o Movimeinto Ciudadano.
Esto quiere decir que, pese al respaldo que la ciudadanía le dio al proyecto Morena en las últimas dos elecciones, sólo un pequeño porcentaje está dispuesto a seguirlo en todas sus ocurrencias, o al menos no se sintieron identificados con el ejercicio promovido por el Ejecutivo federal.
Sin embargo, que Baja California tenga las peores cifras de Morena a nivel nacional, debe encender las alarmas de la administración de Marina del Pilar Ávila Olmeda, pues tanto sus operadores como los diputados de los distritos federales y locales, quedaron a deber de manera sustancial.
Quienes tenían una clara encomienda para promover la participación y el acarreo de estructuras, eran el secretario de Integración y Bienestar Social, Netzahualcóyotl Jáuregui Santillán, quien incluso solicitó licencia un día antes de la Revocación de Mandato para intentar crear una estructura prácticamente de la nada.
El titular de la SIBSO es el principal responsable de la falta de operación política y de promoción del ejercicio de revocación, pues creyeron que, con el simple acarreo de estructuras raquíticas, mostrarían grandes resultados, pero no ocurrió así; fueron incapaces de movilizar a personas más allá de su pequeño coto de poder.
Otros responsables, son los diputados de los primeros tres distritos locales -01 y 02 federales-, principalmente Víctor Hugo Navarro, Alejandra Ang -de los distritos II y III, respectivamente-, Yenni Olúa y Julieta Ramírez, ambas legisladoras federales, quienes encabezaron los distritos más débiles -porcentualmente hablando- a nivel estatal.
Pero el gran ausente fue -sin duda- el ex gobernador Jaime Bonilla Valdez y su equipo de colaboradores, los cuales prácticamente abandonaron la causa con el objetivo de beneficiarse del descalabro del actual gobierno -como lo hizo Marco Antonio Blásquez- y atacar a la gobernadora Marina del Pilar Ávila Olmeda por los malos resultados.
De hecho, a diferencia de prácticamente todos los morenistas, Bonilla no presumió en redes sociales su participación en la revocación, lo que sugiere que ni siquiera se molestó en hacerlo directamente.
Al final, los bonillistas -sobre todo Blásquez- dejaron claro que la única causa que los mueve, es el interés y beneficio propio, puesto que dejaron de apoyar el proyecto de la Cuarta Transformación cuando ya no tenían beneficios directos.
Por cierto, no podemos dejar de mencionar a los responsables directos de las actividades de Morena en Baja California, como Ismael Burgueño, delegado del partido en Baja California y César Castro Ponce, marinista y dirigente estatal del vinotinto, los cuales nuevamente brillaron por su ausencia y su gris desempeño en torno a la actividad política del Estado.