Un grupo de hombres está en el gimnasio de un club y suena un teléfono celular. Uno de ellos contesta:
— ¿Sí?
“Querido, ¿eres tú? ¡Se oye horrible!”.
— ¿Hola? ¿Hola?
“¿Estás en el gimnasio?”.
— ¡Sí!
“Estoy frente al aparador de una tienda de lujo en el centro comercial, viendo un abrigo visón precioso. ¿Puedo comprármelo?”.
— Cuánto cuesta.
“Como 5 mil dólares”.
— ¡Okey! Te lo mereces, mi amor, y cómprate también un bolso fino que haga juego.
“Bueno, este… Resulta que también pasé por una automotriz, y pensaba que ya es hora de cambiar el auto, así que entré y pregunté. ¿A que no sabes qué? ¿Tienen un BMW en oferta y es el último que les queda!”.
— ¿Y de cuánto es la oferta?
“60 mil dólares, ¡y es divino!”.
— Bueno, cómpralo, pero que te lo den con todos los accesorios y, si sale en un poco más, como situación excepcional, no me voy a enojar.
Notando que todos sus pedidos se cumplían, la mujer decidió arriesgarse:
“Amor, ¿te acuerdas que te conté que mi mamá quería venirse a vivir con nosotros? ¿Te parece bien que la invite por un mes, a prueba, y el mes que viene lo volvemos a hablar?”.
El marido dice:
— Mmm… está bien, pero no me pidas nada más, ¿eh?
“Sí, sí, está bien, ¡Ay, cuánto te adoro, mi amor!”.
— Yo también te quiero. Un besito y te dejo. Nos vemos en la casa.
Al colgar el teléfono, el hombre voltea hacia el grupo y pregunta:
“¿Alguien sabe de quién es este celular?”.
Autor: Un dizque amigo.
Infierno mexicano
Un hombre muere y va al infierno. Se da cuenta que hay uno para cada país y llega al averno alemán, donde pregunta:
“¿Qué te hacen aquí?”.
A lo que le contestan:
“Primero te sientan en una silla eléctrica por una hora, después te acuestan en una cama de clavos durante otra hora y el resto del día viene el diablo y te da de latigazos”.
El tipo va a los demás infiernos y pregunta lo mismo. Le responden lo mismo que en el alemán, entonces ve que el infierno mexicano está lleno de gente queriendo entrar y pregunta:
“¿Qué te hacen aquí?”.
Advirtiendo que es la misma respuesta, dice:
“Pero, ¿por qué aquí hay tanta gente queriendo entrar?”.
Y un mexicano le contesta:
“Es que aquí nunca hay luz, los clavos los robaron y el diablo sólo viene, firma y se va”.
Autor: Un burócrata.
La conquista
Un borracho se encontraba en una esquina en una romántica y acalorada conversación, cuando de repente se aproxima un policía:
— ¿Qué está haciendo, amigo?
“Aquí, oficial, tratando de enamorar a esta chaparrita hermosa de vestido rojo que no me pela”.
— Amigo, ponga las manos atrás. ¡Queda usted detenido!
“Pero ¿por qué? ¿Sólo por ser romántico con esta belleza?”.
— No, ¡por estar borracho en la vía pública!
“¡Momento! ¿Cómo sabe usted que estoy borracho?”.
— ¡Porque usted está hablando con un hidrante!
Autor: Anónimo de un retén de alcoholímetro.
El borracho y el cura
Un borrachito va por la calle muy noche, entonces se topa con el Padre Antonio y le pregunta cómo ha estado. Enojado, el religioso responde:
“Borracho como siempre, ¿no?”.
Y el borrachito contesta:
“¡Aaah! ¡Pues ya somos dos, padrecito!”.
Autor: Otro padrecito.
Boxeador
Un tipo entra al bar y pide un vaso con whisky, entonces, empieza a soltar puñetazos al aire como hacen los boxeadores cuando pelean con su sombra. El barman lo mira asombrado y no le hace caso.
Un rato después, pide otro whisky y continúa con el boxeo. Luego, más tarde:
“¡Otro whisky, por favor!”.
Y sigue con el boxeo. Tomándolo por loco, finalmente un mesero le pregunta:
— ¿Y cuándo empieza la pelea?
“Cuando usted quiera, ¡no tengo dinero!”.
Autor: Un barman.