Fue en el invierno de 1916, cuando el jefe del Ejército Constitucionalista y encargado del Supremo Poder Ejecutivo de México, Venustiano Carranza, convocó a quienes integraron el Congreso Constituyente que dio origen a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
A pesar de haber sido promulgada el 5 de febrero de 1917, nuestra Carta Magna entró en vigor casi tres meses después, el 1º de mayo. Para muchos, además de ser el eje regulador de la conducta de los mexicanos, la Constitución del 17 representa la materialización de los ideales y anhelos revolucionarios. Los artículos 3º, 27 y 123, dan fe de ello… o mejor dicho, daban.
Con las reformas constitucionales de 2011, mediante las cuales se plasmaron expresamente los derechos humanos, la forma de la Constitución cambió (para bien), aunque su fondo se mantuvo íntegro. ¿O no? Y es que, luego de 105 años, solo se conservan 21 (de 136) artículos constitucionales intocados, el resto ha sido reformado más de 800 veces; la más reciente se efectuó el 28 de mayo de 2021, sí, apenas el año anterior.
Tal vez, y solo tal vez, las reformas estructurales promovidas en 2013 por el Pacto por México, formalizado entre los legisladores del PAN, PRI y PRD, han sido las más polémicas de los últimos tiempos. Los resultados de dichas reformas saltan a la vista. Se perciben bien y para bien. Como todo, incluso el ser humano, son perfectibles. Seguramente por ello, el Presidente López Obrador considera que se requiere de una contrarreforma eléctrica.
Así es que, semanas atrás, comenzaron los foros del Parlamento Abierto de la Reforma Eléctrica. Incluso liderazgos de la oposición han aplaudido la iniciativa del Ejecutivo federal, y eso que se supone que su labor es hacer contrapeso político. Quienes no están precisamente felices son nuestros principales socios comerciales. ¿El motivo? Las decisiones presidenciales. Por ello, la secretaria de Energía de Estados Unidos se dio una vueltita por nuestra tierra y, por más que intentaron suavizar el golpe, la posición del Gobierno estadounidense fue contundente: “En cada reunión, transmitimos expresamente las preocupaciones reales de la administración Biden-Harris sobre el potencial impacto negativo de las reformas energéticas propuestas por México”.
Muy tiktokera salió la senadora Olga Sánchez Cordero, pues en un video publicado en dicha red social advirtió: “Vamos con toda la fe agenda del Presidente. Con la reforma eléctrica, con la reforma a la Guardia Nacional, con la reforma electoral que él (AMLO) está planteando”. Además de esto, adelantó que vienen temas “muy interesantes”, tales como: “la regulación de la (SIC) cannabis (mariguana), la ley del notariado, reforma también la ley de inmigración (SIC), a la ley de nacionalidad, la fertilización in vitro”, por mencionar algunas.
Sin embargo, para el Presidente y sus seguidores, México está feliz, feliz, feliz. “Feliz” con la inflación, la inseguridad, la crisis sanitaria y la familia del Presidente (que aunque tiene dinero, no es fifí; que aunque es nacionalista, vive en el extranjero). No cabe duda de que, con la crudeza del COVID y sus variantes, la inestabilidad en las definiciones electorales, la reforma eléctrica y otras ocurrencias que trae Morena bajo el brazo, en México este febrero estará de locos.
Post scriptum: “Cada pueblo tiene el gobierno que merece”, Joseph de Maistre.
Atentamente,
Francisco Ruiz, candidato a doctor en Derecho Electoral y asociado individual del Instituto Nacional de Administración Pública (INAP).
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