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lunes, abril 22, 2024
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La Rus de Kiev

“La vida es como el baseball, no termina hasta que cae el último out”.

-Onésimo Cepeda, Obispo. Homilía en la Misa Inaugural de la Serie del Caribe, Mexicali 2008.


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Cuando a la Santa Sede bajo el pontificado de Juan Pablo II, le fue permitido abrir la Nunciatura Apostólica en Kiev, capital de Ucrania, hacia 1991, la diplomacia vaticana comisionó al sacerdote tijuanense Ramón Castro Castro para echar manos a la obra. Y colaborar con el Nuncio Apostólico. Entre sus servidores contó con la inolvidable señora Marina Petrashova, ucraniana con dominio de nueve idiomas.

El catolicismo ucraniano o los ucranios católicos, se asumieron como tales desde que el príncipe Vladimir se hizo bautizar con su pueblo en el río Dniper, en el año 988. De facto se sabe que el nombre de Rusia fue tomado de la expresión ucraniana Rus de Kyev. El cristianismo católico nació y se desarrolló en Rusia comenzando por Ucrania. Se cree que la evangelización inicial de los ucranios se debió al apóstol san Andrés, hermano del primer Papa, el apóstol san Pedro.


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Si es oficial, como lo celebró el Papa Juan Pablo II, en 1988; el Milenio del Cristianismo en Ucrania. Mil años de Fe.

De 60 millones de católicos rusos, 5 fueron y son ucranianos. Nunca ha sido fácil para los ucranios ser católicos; siglo tras siglo desde el nacimiento de la Fe hacia el 988, han vivido divisiones y persecuciones. Por parte del zarismo de Pedro I y Catalina, los tzares y tzarinas “cristianos” persiguieron a cientos de obispos católicos y miles de sacerdotes. Incluso asesinándolos.

Si los bolcheviques derrumbaron el falso cristianismo de los tzares a partir de la revolución de 1917, una vez en el poder, los soviéticos bolcheviques someterían al poder del estado a la Iglesia Ortodoxa; no así a la Iglesia Católica minoritaria, en especial en Ucrania.

Incluso los Uniatas ucranios promotores serían afectados; como el obispo de San Josafat de Polotsk, buscando la unidad de ortodoxos y católicos, quien fue martirizado en 1623. Derramó su sangre para mantener la unidad con el Papa y la Iglesia Católica Universal.

La maravillosa historia de Rusia nos seguirá admirando gracias a la música, la literatura, sus filósofos, la pintura, su historia, su ciencia y sus científicos; el arte religioso milenario; su Fe y, ante todo, como ha dicho el Nobel de Literatura 1970 Aleksander Solyenitzyn, “la fortaleza moral de su pueblo”. La gente sencilla rusa tiene una increíble capacidad de sufrimiento ante tantas adversidades y tragedias que sigue viviendo hasta hoy.

Cuando a Solyenitzyn le privaron de su nacionalidad rusa (Georgia), se exilió en Europa y luego se vino a vivir a un bosque en los Estados Unidos, en donde -decepcionado del american way of life– al devolverle Leonid Breznev la nacionalidad rusa, regresó para morir hace unos años bajo el régimen de Vladimir Putin, quien lo condecoró y visitaba en su casa. Las razones del retorno del autor de obras majestuosas como Hospital de los Cancerosos, Un día en la Vida de Iván Denísovich, El Error de Occidente, y Archipiélago Gulag.  Su regreso a la ex URSS, lo narra en su discurso en la Universidad de Harvard (Youtube).

Dios nos libre sinceramente de una confrontación inútil entre USA, la OTAN, y Rusia. Los soviéticos no han resuelto aún la contaminación de la planta nuclear de Chernóbil, ubicada a 100 millas de Kíev, Ucrania, a orillas del río Dniéper, que tanto se contaminó por aquel desastre en abril de 1986.

Entre 1932-1933, Ucrania, que con sus trigales era el granero de la Unión Soviética, registró más de 5 millones de personas muertas por hambre, mientras los graneros ucranios estaban repletos. La crueldad de los comunistas soviéticos para doblegar a los campesinos y pueblo de la República Soviética de Ucrania, manipulada hasta en los alimentos por Moscú y el Kremlin; castigaron así a la gente sencilla.

Vladimir Putin

Es célebre entre Occidente y Rusia y Ucrania el tráfico de jóvenes y mujeres con fines poco honestos; en Odesa y Crimea, si fuese posible hacerlo, quizás se encontraría usted miles de carros que son robados en nuestras ciudades y países, y que la mafia rusa hace llegar hasta aquellos lugares. Bien se ha dicho recientemente en publicaciones ucranianas online, que de hacerse efectiva una confrontación entre Rusia y Ucrania, la endeble economía va a sufrir un colapso.

El desarrollo de naciones tan lastimadas en todos los sentidos como Ucrania, no es fácil de realizarse. En 2005, por ejemplo, las mismas supuestas autoridades “democráticas” de Ucrania ya liberadas de la Unión Soviética, no habían devuelto la Catedral Católica de Kiev, ni aún con la visita de Juan Pablo II en 2001. A la fecha la siguen utilizando y rentando como un “Teatro”, confinando a los católicos a celebrar misa en una limitada bodega de la Catedral convertida en eso. Hay que considerar que los ucranios católicos son unos 5 millones, y sus derechos de libertad religiosa siguen siendo una calamidad, como en los tiempos del despotismo de los tzares, destronados por los bolcheviques stalinianos.

¿Para qué quiere la Rusia de Putin anexionarse o invadir territorio en el este ucraniano? Si no lo necesita. La grandeza de Rusia siempre será gloriosa. En la Segunda Guerra Mundial, su participación fue crucial para poner en paz a la Alemania Nazi de Hitler. Gloriosa la historia rusa y su participación, como la de Estados Unidos, Inglaterra y Canadá.

Millones de seres humanos se están muriendo en la tierra a causa de la pobreza, de la migración, mientras se tiran a la basura miles de millones de dólares en armamentismo y guerras que sólo afectan a los más necesitados. Y con la pandemia, nos mantienen en un insomnio ante una inminente guerra inútil entre Occidente y el sueño guajiro de Vladimir Putin por recuperarse en una Federación Rusa, nostalgia de la URSS.

Cierto, como dice Solyenitzyn, Occidente no tiene las reservas morales del sufrido pueblo ruso; Occidente no es un ejemplo a seguir para los rusos, que ya han sufrido por siglos entre el despotismo zarista antievangélico y el desastre anticristiano soviético comunista que significó destruir sus hermosos templos de cúpulas doradas y de madera humilde para el pueblo cristiano ortodoxo. Si en lugar de asistir con armamentismo a Ucrania, les llevaran de comer a los necesitados, aquello sería una bendición poco vista. El pueblo ucraniano es pobre y sencillo en su mayor parte.

 

Germán Orozco Mora reside en Mexicali.

Correo: saeta87@gmail.com

 

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