El que ha sabido esconderse bien y no hacer un sólo movimiento en falso para evitar ser detectado y llamar la atención, es Julio César García Serna, consejero de la Judicatura del Estado, nombrado durante la administración de Jaime Bonilla Valdez como su representante dentro del órgano administrativo del Poder Judicial. El ex miembro del Consejo Político de Morena y ex regidor de Rosarito, fue un personaje allegado a Bonilla, al cual quiso premiar al incrustarlo dentro del Consejo, durante la gestión de Salvador Ortiz Morales. Ahora, con el cambio de gobierno en el que queda claro que Marina del Pilar Ávila Olmeda no quiere vínculos con su antecesor -pues éste aprovecha para “grillarla” y atacarla por medio de sus alfiles-, García Serna sabe que su puesto pende de un hilo. Sabiéndose un eslabón débil, ha optado por mimetizarse y mantener un perfil gris dentro de la administración del Poder Judicial, dándole la oportunidad de sostenerse en su cargo casi de forma indetectable. Claro, con el evidente apoyo de su jefe directo, Catalino Zavala Márquez, cuyos vínculos con Bonilla Valdez persisten. Cabe recordar que Julio César García Serna estuvo envuelto en una polémica al ser nombrado consejero de la Judicatura en julio de 2020, cuando no tenía ni un año de haber dejado el cargo como regidor en Rosarito, por lo que su designación era ilegal. Fue retirado de la posición hasta que cumplió el año fuera de la administración pública y estaba en condiciones de tomar posesión. Pero ahora, calladito, no quiere que la gobernadora se dé cuenta que esa posición es en representación de ella.