Guadalajara, Jalisco. – Sucedía la inauguración de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) en el Auditorio Juan Rulfo, minutos después de las 11:00 horas del sábado 27 de noviembre de 2021, cuando repentinamente empezó a circular en redes sociales la noticia de la muerte de la entrañable escritora Almudena Grandes.
“Con mucho pesar, hemos recibido la noticia de la pérdida de Almudena Grandes”, notificó Raúl Padilla, presidente de la FIL, mientras las expresiones de sorpresa y conmoción se escucharon en el Auditorio Juan Rulfo: “¡No!”, “No puede ser”, “¿Qué?, “¡Qué tristeza!”, entre otras exclamaciones.
Tras la tristeza e incredulidad reflejada por la concurrencia, Padilla pidió un minuto de silencio. Más tarde, Marisol Schulz Manaut, directora general de la FIL, lamentó: “Un día que debería haber sido alegre por la inauguración de la FIL Guadalajara en su 35 Aniversario, se baña de tristeza por la partida de Almudena Grandes. Un abrazo muy especial a @lgm_com (Luis García Montero)”.
Recientemente, el 9 de octubre de este año, Almudena Grandes había anunciado, a través de su columna en El País, que padecía cáncer: “Todo empezó hace poco más de un año. Revisión rutinaria, tumor maligno, buen pronóstico y a pelear. En aquel momento no quise dar la noticia porque necesitaba estar tranquila, confabularme con mi cuerpo y conmigo misma, pero en un año pasan muchas cosas. Tendría que habérseme ocurrido, pero no reaccioné a tiempo”.
Durante el acontecimiento literario más importante de habla hispana, Grupo Editorial Planeta y la FIL organizaron un homenaje póstumo a Almudena Grandes, mismo que sucedió en el Salón 10 de la Expo Guadalajara el martes 30 de noviembre, en el que participaron autores como Ángeles Mastretta, Carlos Puig, Benito Taibo y Gabriela Warkentin.
“Honraremos su memoria, recordaremos sus letras. ¡Hasta siempre, Almudena!”, emitió Grupo Planeta, editorial que publicó los libros más recientes de Grandes en la saga titulada “Episodios de una guerra interminable”, a través del sello Tusquets, entre ellos “Inés y la alegría” (2010), “El lector de Julio Verne” (2012), “Las tres bodas de Manolita” (2014), “Los pacientes del doctor García” (2017) (Premio Nacional de Narrativa 2018) y “La madre de Frankenstein” (2020).
La última vez que Almudena Grandes acudió a la FIL fue en 2017, ocasión en que presentó “Los pacientes del doctor García”. Gran conversadora y generosa, en aquella ocasión concedería la última entrevista para ZETA, en la que contaría cómo la vida privada de gente común, resistentes o sobrevivientes de la dictadura de Francisco Franco, poblaron su mente hasta desembocar en las historias personales de “Episodios de una guerra interminable”; evocaría que todo empezó en 2002, cuando estaba escribiendo “El corazón helado” (Tusquets, 2007):
“Tuve una especie de visión de que podía escribir seis novelas, realmente esas historias yo no las fui buscando, me encontraron a mí; esto viene de hace muchos años, desde el año 2002 viene todo esto. Cuando yo empecé a escribir ‘El corazón helado’ pensaba que con lo que yo sabía de la Guerra Civil era suficiente, pero descubrí con estupor que en realidad yo no sabía nada, o sea que sabía una colección de lugares comunes que eran un poco como la versión oficial, pero no sabía nada de lo que yo creía; y en ese momento me enganché a la historia contemporánea de mi país”.
Cuando Almudena Grandes empezó a investigar y leer sobre la Guerra Civil española y la posterior dictadura militar, tenía ya tantas historias e ideas que por supuesto no cabían en “El corazón helado”:
“En ‘El corazón helado’ yo cuento la historia de la segunda generación del exilio, entonces hubo una serie de historias que vinieron a mí, que yo no sabía qué hacer con ellas, porque en ‘El corazón helado’ no cabían; las fui coleccionando porque eran historias que me prometían cosas, me prometían novelas. Entonces, bueno, pues esas historias que me fueron gustando, las fui guardando, las fui apuntando en un cuaderno y realmente no sabía muy bien qué hacer con ellas; acabé ‘El corazón helado’ y no sabía qué escribir, y luego, un año y medio después, en 2008, de repente yo suelo decir que después de estar un año y medio equivocándome, en un minuto y medio acerté; es decir, que lo que yo tenía que hacer eran novelas, que es lo que sé hacer, y me di cuenta que si ponía esas historias en una mesa, idealmente serían seis novelas que me permitieran ir del año 39 al año 64, y que tuvieran una coherencia cronológica y que todas me permitieran contar la historia que yo quería contar, que era la de los resistentes, la de los vencidos que dijeron que no; entonces, puse manos a la obra”.
Y sentenciaría a este Semanario:
“A mí me dicen ‘Tus novelas no parecen novelas históricas, no son novelas históricas’, me lo dicen porque en las novelas históricas normalmente los protagonistas son los de arriba, los reyes, las reinas, pero yo sigo la lección de Benito Pérez Galdós, que nos enseñó a contar la historia desde abajo, y mis protagonistas son gente normal; y yo construyo la historia a base de la vida privada de gente normal. A mí me parece que eso es un registro tan bueno como cualquier otro para contar la historia”.