“Por una trayectoria de más de tres decenios, su amplia experiencia en la televisión cultural mexicana”, de acuerdo con el Jurado
Guadalajara, Jalisco.- El periodista Miguel de la Cruz recibió el Homenaje Nacional de Periodismo Cultural “Fernando Benítez” 2021, el domingo 5 de diciembre por la tarde, como parte de las actividades de clausura de la 35 Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
Cabe recordar que el Jurado decidió reconocer a Miguel de la Cruz con el Homenaje Nacional de Periodismo Cultural “Fernando Benítez” “por una trayectoria de más de tres decenios, su amplia experiencia en la televisión cultural mexicana y por ser uno de los periodistas culturales más activos del país”.
“Miguel de la Cruz es uno de los periodistas culturales más activos del país. Durante más de tres decenios ha sido una figura fundamental para la difusión de los múltiples temas que atraviesan la cultura mexicana, sus creadores y sus espacios y sus públicos; su pasado y su actualidad”, de acuerdo con el Jurado.
En el Auditorio Juan Rulfo de la Expo Guadalajara, Marisol Schulz, directora general de la FIL Guadalajara, manifestó que “Miguel ha sido afortunadamente para nosotros una presencia permanente en los pasillos y salones de la FIL”, por lo que, expuso, el Homenaje Nacional de Periodismo Cultural “Fernando Benítez” es “un reconocimiento tan merecido como significativo”.
En su momento, Adriana Malvido también expresó que el periodismo cultural “para Miguel no es un trabajo, es una vocación”.
LA TRAYECTORIA
Miguel de la Cruz (México, 1966) inició su trayectoria en los medios de comunicación en 1988 como asistente de producción del programa “El Gran Premio de los 64 mil pesos”, conducido por Pedro Ferriz Santa Cruz.
El año siguiente ingresó al noticiero “Hoy en la Cultura”, de Canal Once, del cual fue reportero entre 1990 y 2001. Actualmente, es reportero y editor de la sección de Cultura en Noticias de Canal Once.
En 2017 comenzó a transmitir diariamente una cápsula sobre libros en voz de autoras y autores, así como el club de lectura #LeoConElOnce, que convoca a leer un libro completo cada quince días. A la fecha en este club se han leído más de 110 libros, y en Facebook ha llegado a más de 700 mil personas.
Ha realizado la cobertura de diversos festivales como el Festival Internacional Cervantino, el Festival de Jazz de la Riviera Maya, la inauguración de la Galería Mexicana en el Museo Británico, el Festival de Jazz de Montreal, la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, el Salón del Libro de Quebec, el Fórum de las Culturas en Barcelona, la Expo Lisboa, entre muchas otros.
Entre los personajes destacados de la cultura que ha entrevistado se encuentran Octavio Paz, Carlos Monsiváis, Carlos Fuentes, Fernando Benítez, Cristina Pacheco, Fernando Savater, Ricardo Piglia, Fernando del Paso y Elena Poniatowska, por citar sólo algunos.
En 2018 Miguel de la Cruz ganó el Primer Premio Nacional de Periodismo FILEY, concedido por la Feria Internacional de la Lectura que organiza la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY).
EL DISCURSO
Durante su discurso de aceptación del Homenaje Nacional de Periodismo Cultural “Fernando Benítez” 2021, Miguel de la Cruz rememoró a su padre, don Miguel de la Cruz Salgado: “Vine a la fil porque me dijeron que acá andaba mi padre, sin él sin los libros sin la lectura no sucedería lo que me está sucediendo ahora”, rememoró.
A continuación, el discurso íntegro que Miguel de la Cruz pronunció durante su Homenaje Nacional de Periodismo Cultural “Fernando Benítez” 2021:
“Antes que nada: gracias. Gracias a todos por todo. A El Once, mi casa laboral, a quienes decidieron entregarme este reconocimiento, a la Universidad de Guadalajara, a la FIL, a mis compañeros de oficio que en cuanto se enteraron de esta deferencia me llenaron de entrevistas y felicitaciones. Dicta una conseja que ante una audiencia debo pararme derecho para que me vean, hablar fuerte para que me escuchen y ser breve para que me aplaudan. Así pues, breve el tiempo que dispongo y tantas las ideas que quiero decir de forma clara, no hay más que comenzar por el principio y pedirles: escúchenme despacio que voy de prisa.
“Vine a la FIL porque me dijeron que acá andaba mi padre, don Miguel de la Cruz Salgado, valga la osadía de parafrasear al enorme Juan Rulfo en el inicio de su ‘Pedro Páramo’ para rendir homenaje alegre al hombre a quien mucho debo ser lo que soy. Mi padre, sin ser su especialidad los libros o las palabras, me hizo saber la importancia de la lectura como un medio certero para adquirir conocimiento y vivir mejor. Con puntual esmero y sin tener de su lado todas las bondades del presupuesto, compro durante meses, cada semana un tomo de la Enciclopedia Salvat y tiempo después, de la misma forma, la Enciclopedia de la Historia de México, él fue un experto en blandir con el filo de cuchillos la carne de porcinos y bovinos para obtener cortes finos, la destreza de sus manos daba dimensión exacta a este alimento para deleitar infinidad de paladares.
“Tan lejano su quehacer del mío y tan determinante la herencia de su idea que me convirtió en lo que soy. Desde luego, reconozco su injerencia en muchos momentos de vida, tanto como reconozco por la misma razón a mi madre y mis hermanos, a mi esposa, a mis hijos, Alan y Andrea. Y si uno reconoce la cuna hay que reconocer lo que está más allá de las fronteras de la casa, reconocer la amistad, la calle, la escuela, el trabajo. Claudia Ibáñez, compañera de la Universidad que me recomendó con quien se convirtió en mi primer jefe, Manolo González, Valentín Alemán, amigo y jefe de información que me dio luz verde por primera vez para escribir una nota en el noticiario Hoy en la Cultura, ahí mismo recibí todo el apoyo de Rubén González Luengas, director de ese informativo, don Eraclio Zepeda, escritor chiapaneco que con una bondad inigualable me dio la primera entrevista que hice, ya siendo parte del Once, Pilar Jiménez Trejo, inquieta periodista y amiga, que sin saberlo me dio la primera oportunidad de hacer una nota; Alberto Dallal, el primer jefe que me puso a cuadro en la conducción y la lista de gente que contribuyó a mi formación es extensa. Sari Bermúdez, Patricia Urías, Sergio Uzeta, Adriana Pérez Cañedo, Javier Solórzano. Mención aparte al poeta, maestro y amigo, Raúl Renán, sus palabras, un gran aliciente para seguir escribiendo.
“Entre tantos, algo hicimos para que hoy esté aquí agradeciendo que me reconozcan hacer lo que hago. Ingrese a él once la segunda quincena de diciembre de 1989, dos meses después de egresar de la carrera de comunicación en la Universidad Autónoma Metropolitana, 30 años han pasado y como el primer día me sigue entusiasmando salir a cubrir las actividades que identificamos tradicionalmente como cultura, para mí es una forma de vida con la firme conciencia de que el contenido de la información que difundo, en el momento menos pensado le puede cambiar la vida a alguien. Así le ha sucedido a muchos, el coreógrafo Guillermo Arriaga, en su adolescencia entró a una función de danza y supo entonces que a eso dedicaría su vida; don Ignacio López Tarzo descubrió su vocación al asomarse a un escenario y son más los que sin optar por dedicarse a las artes han descubierto en éstas un complemento de vida, independientemente de su profesión.
“Por esta posibilidad tan trascendente sigo un ejercicio iniciado tiempo atrás, pensar la cultura. Este término que muchos suponen lo que significa pero la gran mayoría, letrados y no letrados, debemos reconocer nuestra humana incapacidad de definirlo con contundencia. ¿Qué es cultura? Tres sílabas de un término indomable como potro salvaje que no se deja entender ni definir, confirmación de esto es el libro que en 1952 publicaron en Inglaterra dos antropólogos estadounidenses, Alfred Kroeber y Clyde Kluckhohn, en este incluyeron 164 definiciones de cultura, escritas por académicos de distintos países, ninguna se parece a otra.
“Tenemos una palabra que no le embona un significado y un significado que no agota las posibilidades del entendimiento con la palabra que lo nombra. La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura en una de sus múltiples presencias en internet tiene una definición robusta de cultura que quizá no la entiende ni quien la escribió; estoy seguro que no alcanza la compresión de todos y lejos está de proporcionar las herramientas necesarias para descubrir lo que la cultura aporta. Es de esos conceptos que todos imaginan que entienden pero al tratar de definirlo cada quien descubre la imposibilidad de hacerlo. Si alguien dispara la pregunta: ¿qué es cultura?, la más socorrida de las tangentes es decir que cultura es todo y quien así lo enuncia, flaco favor le hace a la esencia del contenido.
“Hace tres décadas, cuando di los primeros pasos en el periodismo cultural, cual más decía que cultura no es sinónimo de bellas artes; yo reto a que alguien exponga a un medio de comunicación con sección cultural, cuyo contenido no sea 99% arte. La confusión persiste y se difunde en los medios; si bien el arte resulta de un proceso cultural, no todos los procesos culturales producen arte. La pandemia que aún padecemos, tiene muchas aristas que pueden ayudar a comprender lo que es cultura. Ante la amenaza de un enemigo invisible generamos procesos para tratar de no estar donde está el virus y si estuviéramos ahí, el proceso indicado es la limpieza, no tocar a otros ni a nosotros mismos, no salir de casa, todo para preservar la vida, ahí está la clave, usamos la cultura para cuidar la vida, eso hace la cultura.
“El Diccionario de la Real Academia de la Lengua ofrece la conjugación de la palabra culturar, que tiene significado idéntico a cultivar, “dar las labores necesarias”, en esencia destaca el acto de cuidado, y entonces resulta más claro visualizar a la cultura como una actividad, un verbo y no un sustantivo; la cultura supone un proceso para cuidar la vida, por eso la pandemia, muestra la naturaleza de la cultura, donde surge la necesidad, de vivir mejor o preservar la vida, surge también un proceso cultural, generalmente imperfecto pero perfectible, lo cual lo hace eterno e incesante.
“La pandemia activó procesos, uno de estos nos envió al refugio, a la casa, expresión máxima de la cultura, espacio previsto para satisfacer las necesidades de vida, la casa es protagonista cultural. Fíjense si no: este espacio cuenta con una cocina para preparar alimentos, un comedor para consumirlos, una sala para departir, ver televisión o escuchar música, el baño para dejar lo que no queremos ni debemos llevar y una recámara para el retozo y el descanso, en una casa todo está dispuesto para conservar la vida, a partir de los satisfactores básicos, ahí fuimos a dar por la pandemia. La casa expresión máxima de la cultura, este trisílabo feroz de 7 letras que por la imprecisión significa todo y nada.
Yo a veces he llegado a rendirme en el intento de definirlo y hasta he considerado que si no sabemos qué es, mucho habremos de ganar con saber para qué sirve. Para qué sirve la cultura.
“Ahí está el desafío para el periodismo cultural, en este intento entramos los periodistas culturales, fungimos como puente entre la creación y la gente, o mejor dicho entre lo que las creaciones pueden dar para vivir mejor y la gente. Parece simple pero aquello que promete dar mejor vida y sobre todo preservarla. Vista así, la cultura pareciera una especie de pócima mágica que produce fenómenos como lo que aquí en Guadalajara ocurre desde hace 35 años, entre el fin de noviembre y el inicio de diciembre. Aquí tentamos la magia que surge por la emoción de presenciar el ejercicio del pensamiento; cada día de Feria vemos a escritoras y escritores hablar de lo que piensan, de lo que escriben, hay quien ríe o llora con vehemencia denuncia, aclara, analiza, reclama. Transita por un camino entre la emoción y el pensamiento y quien ejerce el periodismo cultural, palpa, toca, escucha, observa, percibe y luego vamos a contarlo, cada quien a su manera.
“En este mismo sitio, hace unos años, vi a Don Miguel León Portilla en una mesa acerca de lo significaba para él la Universidad y ser parte de ella; el gran historiador parecía antorcha luminosa encendido de emoción al decir: qué bien se siente ser universitario, no tengo más remedio que también rendirle honor y decirlo ahora, que bien se siente ser periodista cultural. Aquí venimos al encuentro de la emoción y el pensamiento a partir de la lectura y es tan grande esta magia que la sorpresa arrasa a las y los lectores y aún aquellas personas que no acostumbran la lectura.
Concluyó Miguel de la Cruz: “Las y los periodistas culturales palpamos eso, observamos eso, sentimos y pensamos eso para luego cada quien a su manera decirlo en los medios.
Trabajamos con pócimas mágicas de la vida la emoción, el pensamiento, la lectura. Ahora entenderán más el atrevimiento de decir: vine a la FIL porque me dijeron que acá andaba mi padre, sin él sin los libros, sin la lectura, no sucedería lo que me está sucediendo ahora. Gracias a mi padre, gracias a la lectura, gracias a la FIL”.
Fotos: Cortesía FIL Guadalajara / Paula Islas