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martes, febrero 20, 2024
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El regreso del General

Era la madruga de un día de junio de 2011, cuando el General Gilberto Landeros anunció orgulloso que finalmente, habían detenido a Jorge Hank Rhon. Estaba seguro el General que de esa no saldría. Le habían encontrado 89 armas y miles de cartuchos útiles. Fue él quien aquella mañana del 11 de junio, lo llevó detenido.

Pero pudo más el padrinazgo y la impunidad en el Poder Judicial que el compromiso y la responsabilidad que le habían dado al militar para combatir la inseguridad en Baja California. Once días después de su aprehensión, Hank fue liberado.


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La detención había sido legítima desde el punto de vista de los militares, quienes habían acudido a la casa del casinero ante un señalamiento directo de un testigo protegido que señaló dónde estaban las armas y para cuáles crímenes se habían utilizado. Pero los abogados del ex reo de El Hongo, aseguraron que se había violentado el debido proceso, entonces estaba el delito, estaban las armas -que efectivamente salieron positivas en las pruebas que demostraron haberse utilizado en asesinatos-, pero no había detenido.

Posteriormente, el General Landeros fue cambiado de adscripción. Dejó la II Zona Militar que encabezaba junto al Comandante de la II Región Militar, el General Alfonso Duarte Mújica.

El General Landeros había dado la batalla contra el Cártel de Sinaloa y el de los Arellano Félix, que por la época traían asolada a la población bajacaliforniana con enfrentamientos a balazos día y noche, ejecuciones masivas, asesinatos en casas, en calles y en zonas cercanas a centros de convivencia social o académica. Fue una de las peores épocas en inseguridad para Baja California.


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Pero en aquel tiempo, el gobernador del Estado, José Guadalupe Osuna Millán, había otorgado toda la confianza en la estrategia del combate a la inseguridad a tres personajes: al Comandante de la II Región Militar, a su secretario de Seguridad y a su procurador de Justicia. Sólo así, coordinados en lo que sería el primer Mando Único en el país, pudieron enfrentar la guerra que sostenían los cárteles de Sinaloa y Arellano Félix.

Ahora, el General Gilberto Landeros está de regreso.

A sugerencia del General Secretario de la Defensa Nacional, Luis Cresencio Sandoval González, la gobernadora Marina del Pilar Ávila Olmeda, nombró al General Landeros, titular de la Secretaría de Seguridad del Estado de Baja California. No era la propuesta inicial de Ávila; ella ya había anunciado, desde la transición, que esa posición la encabezaría Ricardo Iván Carpio, pero donde manda General de la Defensa, no designa gobernadora. Así que Carpio será asesor en primera línea, y Landeros el de Seguridad.

Una de las ventajas del regreso del General Landeros a Baja California, es que conoce como pocos el territorio, no sólo las ciudades, también sus valles y sierras, costas y pasajes. Como Comandante de la II Zona Militar, recorrió todos los caminos persiguiendo narcotraficantes y narcomenudistas, y con su equipo, descubrió sembradíos ilegales y confiscó droga, al tiempo que detuvieron delincuentes.

Tiene conocimiento el General, de cómo funcionan las estructuras del crimen organizado, cómo están integradas y cómo reaccionan. Le tocó vivir traiciones en el Ejército por el brazo corruptor del crimen organizado y sufrir bajas, pero también encabezar ataques frontales para eliminar a los criminales.

Ciertamente los personajes del mundo mafioso no son los mismos de hace diez años, pero se les parecen. Ahora la guerra criminal no es entre dos cárteles, sino entre tres. Ante un clima de impunidad en los últimos ocho años, se les sumó el Cártel Jalisco Nueva Generación, pero la mente criminal no cambia: se heredan las malas costumbres, las redes delincuenciales, las rutas de la droga, los sembradíos y la producción de enervantes sintéticos a quienes suplieron a los criminales, ya sea detenidos, asesinados, extraditados o desaparecidos.

Importante será que el General Landeros, como en su momento hace diez años, cuente con el apoyo y confianza de la gobernadora Marina del Pilar Ávila Olmeda, porque es evidente que el respaldo por parte del gobierno de la República, el Ejército, las Fuerzas Armadas y la Guardia Nacional, ya los trae. También será un reto coordinarse con las corporaciones municipales, dado que en algunos ayuntamientos impera la política por encima del quehacer gubernamental.

Al General Gilberto Landeros le han dado otra oportunidad para regresar a Baja California y continuar lo que dejó pendiente: el combate a la inseguridad y la violencia en cualquier nivel, sea en un cártel, en un casino o en la calle.

Encabezará una secretaría que por capricho del ex gobernador Jaime Bonilla se había eliminado de la estructura estatal. Además de un presupuesto de 2 mil 449 millones de pesos, contará con la infraestructura inmobiliaria que solía tener la Secretaría de Seguridad Pública del Estado, una corporación policíaca, el helicóptero que Bonilla utilizaba como transporte personal y su sede estará en el Edificio Scorpio, en Mexicali.

En el Gobierno del Estado aún no descartan continuar rentando el edificio que fue del World Trade Center en Tijuana, donde el ex fiscal Guillermo Ruiz Hernández instaló sus oficinas, mismo que sería compartido entre la Fiscalía General y la Secretaría de Seguridad del Estado, por lo que el General Landeros, tendría oficina cercana a la del fiscal, para mejor coordinación.

De acuerdo con la reforma que creó la Secretaría de Seguridad, la gobernadora Ávila Olmeda no requiere de confirmación del Congreso del Estado para nombrar al titular, por lo que se espera que el día 2 o 3 de enero de 2022, el General Gilberto Landeros esté tomando posesión como el primer titular de Seguridad en el gobierno de Morena. Y entonces sí, a darle que hay prisa, ante el alto nivel de inseguridad que vive el Estado. El compromiso en el regreso del General, ahora es mayor.

Autor(a)

Adela Navarro Bello
Adela Navarro Bello
Directora general del semanario ZETA, Consejero de Artículo 19 y del CPJ para las Américas, entre otros reconocimientos, tiene el Maria Moors Cabot 2021 de la Universidad de Columbia.
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