Un hombre entra al confesionario en una iglesia:
— Padre, ¡me quiero confesar!
“¿Cuáles son tus pecados, hijo?”.
— Padre, ¡he sido infiel a mi esposa! Soy productor de cine y hace unos quince días tuve un desliz con Jennifer López.
“¿Algo más que confesar, hijo?”.
— Sí, Padre. La semana pasada fui débil y… quise algo más tiernito, y en eso que se me atraviesa esta chica,
¡Scarlett Johansson!
“¡Epa! ¿Algo más, hijo?”.
— Sí, Padre. Esta semana no he podido contenerme ni resistirlo… y participé de una fiesta con Sofía Vergara y Selena Gómez a la vez. ¡Necesito el perdón de Dios!
“Lo siento hijo, pero no te puedo absolver”.
— Pero… ¿Por qué no, Padre, ¡si la misericordia de Dios es infinita!?
“Sí, pero ¡ni Dios te va a creer que estás arrepentido!”.
Autor: No se puede decir…
Consejos y testimonios de parejas reales (sólo los hombres opinan)
Antonio:
“Mi esposa y yo tenemos el secreto para un matrimonio feliz. Una vez a la semana vamos a un restaurante y disfrutamos de una rica comida y un buen vino. Ella va los martes, y yo, los viernes”.
José:
“Siempre llevo a mi mujer a lugares lejanos. Lo malo es que ella siempre encuentra el camino de regreso”.
Julián:
“Le pregunté a mi mujer a dónde quería ir para nuestro aniversario. Ella me dijo ‘A algún lugar en el que no haya estado hace mucho tiempo’… así que le sugerí la cocina”.
Margarito:
“Con mi mujer siempre caminamos tomados de la mano. Si la suelto, se va de compras”.
Paco:
“No he discutido con ella en 18 meses, ¡es que no me gusta interrumpirla!”.
Alberto:
“La última pelea fue culpa mía. Mi mujer preguntó ‘¿Qué hay en la tele?’ y yo le dije ‘bastante polvo’”.
Autora: Una mujer.
Clase de historia
Un profesor enseña un curso de Historia a veinte gallegas. En eso hace la primera pregunta: ¿Dónde está América en el mapa?
La Pepa se levanta y encuentra la ubicación en el mapa.
“Muy bien, muy bien, Pepi”, dice el maestro.
Segunda pregunta: ¿Quién descubrió América?.
Las otras 19 chicas se levantan de un salto y gritan a coro:
“¡Que ha sido la Pepa!”.
Autor: La Pilarica.
El tiempo pasa
¿No les ha pasado que ven a otra persona de su misma edad y piensan ‘Seguramente yo no puedo parecer tan vieja?’. Bueno, entonces lean esta historia.
Mi nombre es Alicia Hernández y estaba sentada en la sala de espera del dentista para mi primera consulta con él.
En la pared estaba colgado su diploma, con su nombre completo.
De repente, recordé a un muchacho alto, guapo, pelo negro, que tenía el mismo nombre y que estaba en mi clase del instituto, como 30 años atrás. ¿Podría ser el mismo chico del cual yo estaba secretamente enamorada?
Pero después de verlo en la consulta, rápidamente deseché esos pensamientos. Era un hombre pelado, canoso y su cara estaba llena de arrugas, parecía muy viejo como para haber sido mi compañero de clase.
Después que examinó mis dientes, le pregunté si había asistido al Instituto Sorolla.
“¡Sí, sí!”, respondió con orgullo.
Al preguntarle cuándo se graduó, contestó:
“En 1974. ¿Por qué me lo preguntas?”.
Y yo le dije: ¡Tú estabas en mi clase!
Él me miró detenidamente, y entonces, ese feo, calvo, arrugado, gordo, canoso, decrépito, hijo de la Chilindrina me preguntó:
“¿Qué materia enseñabas?”.
Autora: Maestra jubilada.
La denuncia
Una joven llega hasta un policía y le dice con tremenda cara:
— ¡Policía, policía! Un hombre acaba de besarme aquí en la calle.
“Cálmese, señorita. Dígame, ¿cómo era el sujeto ese?”.
— Ay, no sé, no le vi la cara.
“Señorita, ¿cómo es posible que no le haya visto la cara al atrevido ese?”.
— Ay, es que siempre que me besan, ¡cierro los ojos!
Autora: Una chamaquilla.
Accidente
Un hombre tuvo un accidente y se cortó la nariz y el dedo gordo del pie. En el hospital de emergencia le pusieron la nariz en el pie y el dedo gordo en la cara. Un día, lavando el auto, el hombre metió el pie en un charquito y se ahogó.
Autor: Cirujano plástico.
Pescador
Un señor está sentado en la calle con una caña de pescar. Otro le pregunta:
— ¿Pican muchos?
“Con usted van siete”.
Autor: Un metiche.
Tequila
Un señor lleva a su hijo a una cantina y ordena dos tequilas. El cantinero los sirve y se los da. El señor bebe el tequila y alienta al niño:
“Vamos, ¡tómate el tequila!”.
Extrañado, el niño lo toma e inmediatamente lo escupe, entonces su papá exclama:
“¿Ya ves? ¡Y tu mamá cree que vengo a divertirme!”.
Autor: Un padre briago.