Desde las siete de la mañana, Jorge empieza a cortar las flores de Cempasúchil que se dieron cerca del mar en Playas de Rosarito. Para su sorpresa, la tierra es fértil y lo salado de la brisa hace que florezca el naranja que ayuda a los muertos a regresar con sus seres queridos cada dos de noviembre.
En el Rancho de los Carrizos y sus alrededores se desafió a la botánica: la sal, el desierto y el clima inestable no fueron suficientes obstáculos para el florecimiento de mil hojas anaranjadas del náhuatl.
“Les andábamos ayudando a andar cortando y sembrando y de ahí nos aventamos al ruedo a hacerlo de sembrar aquí en Los Carrizos, la flor de cempasúchil”, Jorge Luis Hinojo.
Desde finales de agosto se empieza con la siembra de la flor de Cempasúchil, son dos meses de cuidados y riego por goteo para que la flor esté lista para ser cortada y llevada a los altares de las familias mexicanas.
El resto del año, en la zona ejidal de Rosarito se siembra jitomate, chile, melón, rábano, cilantro y elote. De familia, Jorge aprendió a trabajar la tierra. Fue en 2015 cuando empezaron a trabajar, sembrar, cosechar y distribuir la flor de cempasúchil. Para ellos fue una grata sorpresa, aunque ya sabían trabajar la tierra.
“Esto, con mis primos, ellos hacen lo mismo en el cañón, son de la misma familia y mis tíos más para atrás sembraban ellos y luego mis cuñados saben de esto, mi suegro y ellos, la familia de mi esposa. Así aprendimos a sembrar esto a hacernos agricultores ¿verdad?”, comentó.
Jorge y sus tres compañeros han trabajado sin parar para cortar más de 15 mil ramos de flores de cempasúchil que se dieron en media hectárea sembrada a menos de dos kilómetros de la playa, muy cerca del cementerio Machado.
“Yo soy rosaritense, nacido aquí, de la familia Machado Crosthwaite. Mis abuelos eran los originarios. Todo esto era de mis abuelos. Sí de mis abuelos”, comentó orgulloso Jorge.