Abordada desde tres enredos cómicos y caóticos personificados por Silverio Palacios, Liliana Arriaga “La Chupitos”, Pierre Louis, Carlos Corona y Aarón Aguilar, “Chilangolandia” arriba a salas de cine el 16 de septiembre, como un retrato fidedigno e indirectamente reflexivo sobre la realidad en Ciudad de México y celebración cinematográfica de Carlos Santos a la colorida Capital mexicana
Sin caer en clichés ni agotar estereotipos, la figura del capitalino y su esencia son el retrato surrealista de “Chilangolandia”, tragicomedia cinematográfica en la que Carlos Santos guía al espectador a través de tres historias entrelazadas: la de “El Chulo” (Pierre Louis) y su entrenador de futbol (Silverio Palacios) buscando probarse profesionalmente; y el erróneo y accidentado acto de corrupción de un diputado federal (Carlos Corona), cuya maleta de dinero es entregada a una familia en apuros económicos (Liliana Arriaga “La Chupitos” y Aarón Aguilar) en lugar del juez que aprobaría la construcción de un centro comercial, producto del lavado de dinero de una banda delincuente del barrio de Tepito.
Como un gran acierto para el entretenimiento mexicano, “Chilangolandia” arribará a salas de cine nacional a partir del jueves 16 de septiembre, mostrando una aventura entre fantasiosa e impredecible.
“Es un filme con el que celebro y homenajeo a la Ciudad de México, la cual es el personaje perfecto para una película tridimensional y caótica, una ciudad que amas u odias. ‘Chilangolandia’ es una película intensa, dramática, cómica, y aunque no lleva un mensaje social, el retrato veraz y cómico invita a la reflexión sin ser intencionado. El cine no debe ser moralista ni responder preguntas, sino gestarlas, entonces, intentamos ser fidedignos a la realidad chilanga, con grandes actores camaleónicos como Carlos Corona, extrovertidas y desenfadadas como Liliana Arriaga haciendo el papel de una matriarca entrañable, y el maestro Silverio Palacios marcando el tono de la historia desde la primera escena, posicionándose como la columna vertebral energética”, expuso a ZETA Carlos Santos, quien construyó un filme independiente, sin estímulos fiscales.
“No se refleja en cámaras, pero los recursos fueron limitados, no tuvimos camerinos y la alimentación fue precaria, sin embargo, en la balanza ganó la calidad humana de los actores, su amor, pasión y el humor, lo que provocó que la imaginación explotara para resaltar el alma, actitud y los múltiples contrastes de ser chilango; además, todo mundo tiene una relación emocional con la Ciudad de México, sobre todo por ser un país centralizado, entonces, es una oportunidad para celebrar nuestra identidad irreverente sin importar las circunstancias”, añadió el realizador, quien convenció a “La Chupitos” de enfrentar el reto de salir de su personaje y actuar desde fuera de su zona de confort.
Por su parte, Silverio Palacios considera que el filme, un epicentro surrealista, no pudo haber tenido mayor congruencia que la policromía del diseño del cartel y la esencia del capitalino: “No es una película sobre esforzada, es un reflejo de sobrevivencia chilanga, de cómo podemos subsistir 25 millones de mexicanos en un espacio tan pequeño. ‘Chilangolandia’ es ilegal en muchos sentidos, pero legal al mismo tiempo porque sales a flote de cualquier adversidad, es como los diablitos en los postes de electricidad que como marañas sirven para darle luz y esperanza a la gente. Cinematográficamente es una aventura guiada por un director benditamente loco y libre, que llega a cines para toda la familia en un momento en que hemos renovado nuestros afectos familiares por el encierro sanitario”, concluyó el histrión.