Se empeñó en subir al cielo
lo más alto y cerca de Dios,
para contarle sus penas
y pedir su protección.
Le contó las cosas tristes
que ocurren acá en la tierra,
de la pobreza entre la gente
la inseguridad y enfermedad.
Le habló de la sonrisa oculta
detrás de un cubre boca,
y de la falta de un abrazo
que tienen los seres humanos.
Que los niños ya no juegan
como en tiempos de antaño,
y se la pasan encerrados
como pajaritos en una jaula.
Dios le escuchó con atención
y le tomó en sus brazos,
enjugó sus lágrimas
con profundo amor.
Despertó del hermoso sueño
y quiso subir al cielo de verdad,
para pedir a Dios su ayuda
para toda la humanidad.
Lourdes P. Cabral
San Diego, California