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viernes, febrero 16, 2024
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Lupita está fuera de tiempo

Las percusiones existen en la música para ayudarnos a encontrar el tiempo durante la interpretación musical o una danza, pero si la política de Baja California fuera una orquesta, la alcaldesa Guadalupe Mora Quiñónez no sólo está en destiempo, sino que se desplaza fuera de la pista, tumbando mesas, interpretando un poderoso tango cuando de fondo se escucha una creación del maestro Héctor Lavoe.

Así vive Mora Quiñónez la política en los últimos meses de administración municipal. Intentando encontrar el metrónomo dictado por los gobernadores Jaime Bonilla Valdez y Marina del Pilar Ávila Olmeda, los cuales arman sus equipos y compran voluntades. Los primeros, con ofertas laborales en la agencia de colocación de empleos de Bonilla, o sea, el próximo Ayuntamiento de Tijuana; y la mexicalense prometiendo espacios o beneficios durante los siguientes años de mandato.


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Las “politiquerías” no forman parte de su gobierno -asegura Lupita Mora en cada intervención-, pero en cada acto que intenta ejercer una función del servicio público, se encuentra con nuevos problemas, donde parece que precisamente la “politiquería” es la que manda.

En las últimas semanas, la alcaldesa de Mexicali confirmó su rechazo al marinismo y buscó refugio en el todavía gobernador Jaime Bonilla Valdez, con quien hace cuatro años era impensable que pudiera sentarse a conversar. Hoy, cuando el ingeniero está a punto de ser “corrido” del Estado, Mora Quiñónez decide respaldarlo, apoyarlo, sin importar que los desesperados actos del mandatario reflejen la pérdida de poder y la necesidad de preservar, si no influencia, beneficios para los negocios afines a su mandato, como Fisamex, la planta fotovoltaica, entre otros.

Desde el marinismo crece la versión de que Mora Quiñónez y Bonilla Valdez pactaron una alianza, en aras de que la primera tenga el apoyo del segundo para ocupar la dirigencia estatal de Morena, a cambio de que se impulsen todos los temas que beneficien al mandatario estatal, entre estos, el préstamo al Estado y la municipalización del servicio de agua.


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Lupita lo ha hecho cabalmente, replicando el discurso del mandatario respecto a que “se los pidió el pueblo”, cuando queda claro que al menos el segundo, no pisa colonias populares a menos que sea para recibir elogios de acarreados.

Sin embargo, con Mario Delgado en la dirigencia nacional y un consejo estatal afín al marinismo, es más que claro que sus posibilidades son realmente escasas, pero aun así, prefiere respaldar al ególatra, republicano y fifí que representa todo lo que -en teoría- Lupita Mora ha repudiado a lo largo de su vida, en lugar de la tendencia de la futura gobernadora de Baja California, pese a que, a lo largo de la fundación de Morena, ha sido Bonilla quien literalmente “corrió” a los grupos de izquierda más radicales de Morena, entre ellos, el de la alcaldesa.

El último “acto” que se aventaron fue el viernes 13 de agosto. Mora Quiñónez fue increpada por regidores de Morena para exigir una convocatoria de Cabildo y rechazar la municipalización del servicio de agua. Arnoldo Douglas y Sergio Tamai, fieles sabuesos de Marina del Pilar Ávila, “reventaron” la mañanera de la presidente municipal para exigirlo, volviendo un vulgar circo, una petición legítima.

Luego, el lunes 16 de agosto, se llevó a cabo la sesión pedida, a la que acudieron integrantes de las “Resistencias” -afines a Mora- y despotricaron contra los regidores que sufragaron contra la municipalización parcial de agua.

En el vergonzoso circo donde ediles y la alcaldesa se enfrentaban y gritaban, esta solicitó convocar a una comisión especial para revisar la iniciativa y sus afectaciones, esto, a escasos minutos de votar el rechazo de la iniciativa de Bonilla, donde 14 de los 15 integrantes del Cabildo no avalaron “municipalizar” el agua.

La propuesta de Mora habría sido ideal hace dos semanas -incluso hace tres-, pero prefirió hacerlo dos minutos antes del rechazo del proyecto, a escasas semanas de finalizar la administración.

Otro respaldo se dio con el “convenio de colaboración” para prestar millones al Poder Ejecutivo debido a la falta de liquidez de este, que fue aprobado por la alcaldesa sin una revisión del Cabildo de Mexicali, provocando que ella cargara con la responsabilidad política de los actos cuestionables que incluso pueden rayar en lo ilícito; mientras tanto, localidades como Tijuana lo sometieron al máximo órgano municipal y fue rechazado de manera colectiva y libre.

Los errores de Lupita son políticos, más que cualquier otra cosa, por eso, parece que al verla hacer política parece estar bailando sola en una cueva, aislada, sin dejarse apoyar o asesorar por nadie, creyendo entender una política sui géneris, en la que no tiene control de nada y ha preferido ignorar los problemas o el encono en vez de las soluciones.

Con una gestión a punto de terminar, Mora Quiñónez no ha podido gobernar por creer que todo lo que no sea visitar una comunidad humilde es “politiquería”, cuando la administración pública es un verdadero demonio de mil cabezas, donde hasta el problema más pequeño puede tener graves consecuencias en el colectivo.

Los tiempos de Lupita están por terminar y el telón está por caer, dejando cifras de homicidios por los cielos, préstamos gubernamentales, además de conflictos con su Cabildo, parte de su gabinete y algunos sectores sociales. Pero, bueno, al menos no hay “politiquería”.

Autor(a)

Eduardo Villa
Eduardo Villa
Periodista desde 2011 y corresponsal en Mexicali del Semanario Zeta. Participante del Border Hub del International Center for Journalists y coautor del libro “Periodismo de Investigación en el ámbito local: transparencia, Acceso a la Información y Libertad de Expresión”
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