Han llegado a mi memoria
imágenes de mi tierra,
mis paseos en el campo
recogiendo alguna piedra.
La milpa en aquellos surcos
y pinos en la ladera,
al sentir que estoy tan lejos
me cubre el alma de pena.
Camino bajo la lluvia
o bajo la luna inquieta,
las espigas de la milpa
hermosas doradas trenzas.
Voy por un viejo sendero
con olor a hierba fresca,
flores blancas de aceitilla
agrillas y berenjenas.
Escucho un canto muy triste
en un árbol de la sierra,
es una paloma blanca
cantando una petenera.
El gallo que anuncia el alba
mientras la luna se aleja,
el sol llega presuroso
con su brillante melena.
Mis ojos contemplan flores
de romero y yerbabuena,
mirasoles, maravillas,
lirios, orquídeas y estrellas.
Mis pies a orillas del río
danzando sobre la arena,
guardando dulces historias
que a mi memoria regresan.
Los cercos en los potreros
cual del rosario las cuentas,
marcando las propiedades
los corrales y las huertas.
Las vacas comiendo pasto
del cielo la luna cuelga,
cómo olvidar el pasado
cuando en el alma se queda.
En las plantas de mis pies
me parece sentir la tierra,
cuando sembraba el maíz
con orgullo y con destreza.
Los surcos se van cubriendo
del verde que al alma alegra,
las aves mirando al cielo
con esperanza que llueva.
Hoy mirasoles y milpas
de aquellos campos me llegan,
como el dibujo de un cuadro
que a mi corazón se cuelga.
Lourdes P. Cabral.
San Diego, California.