A partir de la parábola de Jesús sobre el trigo y la cizaña, el filósofo Jacques Maritain propone una de las leyes de la historia de la humanidad.
Estando en este mundo todos deberíamos reconocer que hay bien y mal. Blanco y negro, trigo y cizaña. Maniqueísmo, que es una expresión milenaria, propia del lenguaje agustiniano, se refiere al dios Mani, de la mitología romana, que según esto a veces estaba de buen humor y a veces de malas. Los maniqueos, sus seguidores afirmaban que el origen del pecado o el mal en el mundo eran las mujeres; porque seducían a los hombres y los corrompían.
Actualmente un maniqueo es alguien que ve el mal en un solo lado, y el bien en el suyo, o lo que le parece. Es una visión parcial, convenenciera.
El maniqueísmo es una visión equivocada de la realidad, o de todas las realidades. Podemos tener una visión parcializada en todos los campos de la vida.
Ser maniqueos nos hace ridículamente mentirosos.
Ser maniqueo es muy cómodo: no se estudia, no se investiga, no se profundiza, se queda uno con su “verdad”, con su “conocimiento”. Es el fracaso de los buenos “periodistas”, diría Ryzard Kapuscinski, ya que no siguen investigando, ya no siguen buscando, no leen, no profundizan.
El pensador francés Maritain, desde la parábola cristiana del trigo y la cizaña, ve en la historia de la humanidad un camino que recorre el bien y el mal, la verdad y la mentira, errores y aciertos. Ingenuamente cuestionamos que por qué Dios no interviene “Ya” en los destinos del mundo, de la humanidad. Sencillamente porque no se lo permitimos, y además Dios no va a violentar la libertad humana.
La historia de la humanidad es responsabilidad del hombre, las guerras y la paz, lo bueno y lo malo; puede imaginarse uno en San Francisco, California, al final de la Segunda Guerra Mundial (1945’s) a Jacques Maritain, proponiendo a la humanidad la Declaración Universal de los Derechos Humanos, inspirada en la doctrina humanística de Santo Tomás de Aquino. Junto con representantes de Rusia, Japón, Europa, América firmaron esa Declaración ante la necesidad de parar el mal en el mundo y promover el bien.
Sembrar trigo en lugar de cizaña. Ser promotores del mal… o sembradores del bien, de las cosas buenas: semillas de esperanza.
La parábola de Jesús aplicada a la política y todos los campos del quehacer humano, es una visión del pensador Maritain, aplicada certeramente como una de las leyes de la historia; es decir, cómo se desarrolla o camina la humanidad a través del tiempo.
Germán Orozco Mora reside en Mexicali.
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