27 años pasaron ya desde que hemos estado viviendo en el México bárbaro.
Fue un 28 de noviembre de 1993 cuando fue destapado el c. y Lic. Luis Donald Colosio Murrieta. Después llegó el cumpleaños número 65 del partido tricolor, nacido en 1929, y Luis Donaldo hizo redactar ese único e histórico discurso que pronunciara, siendo el orador de tan acertado contenido aquel 6 de marzo de 1994. Luego, ya en campaña, se presentaron dudas y contradicciones salinistas, de retirarlo como abanderado priista y meter a Manuel Camacho Solís.
Están en su esplendor el comandante Marcos y sus zapatistas, en su rebelión como nueva era de protestar. Por fin se queda Luis Donaldo.
Ya en campaña, el sonorense nacido el 10 de febrero de 1950 en Magdalena de Kino, Sonora, palomeó él mismo que “aquí en Lomas Taurinas de Tijuana hago el mitin político”, aquel miércoles 23 de marzo de 1994. Lo demás ya lo sabemos: fue asesinado por un tirador de poca monta, pero certero, que acabó con su vida, ejecutando tal hazaña histórica. Ese individuo continúa preso.
Todo ha pasado, y ya se olvidó al hombre que tenía ganas de revolucionar la pobreza en México y tanto que prometió aquel discurso en el monumento a la Revolución… pues poco hemos revolucionado. Seguido hay voces de pobreza en todo el país.
Se llega otro año más del aniversario del homicidio, siendo las 5:23 p.m. de aquel 23 de marzo, crimen que afectó la economía. A la política no. Rápido suplieron al muerto de Lomas Taurinas. Mientras, seguimos con una política incorrecta: llegó el PAN, luego Morena, al Gobierno Federal Ejecutivo, y poco se ha hecho realidad algo -o nada- del discurso que yace intacto en la hemeroteca.
Hoy con AMLO, no fue lo que se creía. Por eso debemos cambiar la selección de candidatos y ver si valen la pena o no. Por allí deambula el hijo del excandidato sacrificado acá en Lomas Taurinas, y no tiene ni pelo de su padre, solo su apellido. Navega en otro partido, por vergüenza y moral personal. Mas solo es encandilamiento político, y hasta allí.
Todo pasa, y el tiempo pasa de Lomas Taurinas a Los Pinos, como el libro de ZETA (que por cierto, es una lectura interesante).
Se recuerda a ese hombre sincero, valioso, certero, soñador, con propósitos, planes y vida en esplendor, con futuro político máximo y familia normal, pero todo acabó en cuestión de minutos. Por eso aún recuerdo esa fecha, después de 27 años: la lucha colosista truncada.
Atentamente,
Leopoldo Durán Ramírez.
Tijuana, B.C.