Fernande Grudet se hizo de fama -a la mala- en el París de los años 60, por encabezar una casa de citas de altos vuelos, frecuentada por miembros de la élite política y social no solo de Europa, sino de todos los continentes.
Desde los Kennedy, hasta el círculo que después reventó en el escandaloso caso Profumo, “Madame Claude” -el nombre adoptado por Grudet para manejar su sórdido negocio- explora la biografía de esta mujer cuya enorme influencia se vio mermada por una joven de clase adinerada que se sumó a sus filas.
Dirigido por Sylvie Verheyde, este filme original de Netflix explora el ascenso y la estrepitosa caída de la osada prostituta que reclutaba a chicas ambiciosas, dispuestas a hacer lo necesario para escalar en ese universo de hombres poderosos y adinerados. La recreación de hechos no parece estar exenta de inventiva, pero eso lo advierte la realizadora desde un principio.
Es importante anotar que la cinta no es nada emotiva, mucho menos sensacionalista. De hecho, se antoja un poco sobria la manera en que esta historia se cuenta, recargándose en Karole Roche para llevar el protagónico a su buen destino. La actriz, colmilluda que es, supo muy bien qué hacer con este papel, y eso por fortuna permite que el largometraje mantenga su nivel de interés.
Bien, además, por Garance Marillier en el rol de Sidonie, el ángel caído de “Madame Claude”, a quien terminamos de ver como inevitablemente tenía que acabar después del glamour, en el ocaso de sus días. Título recomendable, después de todo, en esta plataforma digital. *** y media.
Punto final. – Es serie, pero muy recomendable. “El inocente”, con dos actorazos, Mario Casas y José Coronado. No se la pierdan.