Mientras continúa la batalla legal en el proceso de expropiación del Club Campestre, habitantes de diferentes partes de la ciudad se quejan de la escasez de áreas verdes cerca de sus casas, y las pocas que hay, se encuentran en pésimas condiciones
Con basura, prados secos, inmobiliario roto o deteriorado y grafiti, lucen gran parte de los parques de Tijuana. Otros espacios de áreas verdes presentan problemas de inseguridad, indigencia y hasta invasiones habitacionales.
Pese a que el Ayuntamiento de Tijuana destina alrededor de 150 millones de pesos al año para atender parques, gazas y camellones, el recurso es insuficiente para darle mantenimiento a todas las áreas verdes, sobre todo del Este, Sur y Oeste de la ciudad fronteriza.
El descuido en que se encuentran algunas zonas no solo es en la periferia. Ejemplo de ello son los taludes de la canalización del Río Tijuana, con todo y que el gobierno estatal invirtió recursos en la colocación de palmeras a lo largo de esta.
Patricia Peterson Villalobos, secretaria de Desarrollo Urbano y Ambiental, reconoce que al 50% de los 209 parques que conforman el inventario del Ayuntamiento “le falta todavía mantenimiento y parte de equipamiento”, como juegos, pasto y árboles.
Uno de los que carece de mantenimiento, es el parque ubicado sobre los bulevares Cuauhtémoc y Anáhuac, en el Este de la ciudad. En el lugar, dos resbaladillas de plástico se encuentran rotas, y a los sube y baja de metal les falta un asiento en alguno de sus extremos, lo que hace imposible que puedan utilizarse.
“Le hace falta una manita de gato al parque, porque hay basura, grafitis y la vegetación está descuidada”, dijo Inocencia, residente de la zona.
Aunque el parque está a unas cuadras de la subdelegación Cerro Colorado, por la madrugada “la gente que va o regresa de trabajar ha sido asaltada”, agregó el ama de casa.
Cuestionada respecto a la expropiación del Club Campestre de Tijuana, comentó que el recurso que pretende destinar el gobierno estatal a la indemnización “es mucho” y podría destinarse a los parques de zonas populares, “mejores, con seguridad, pero también se puede usar el dinero en ayudar a la gente que anda en la calle” y en otras necesidades de la ciudad.
Algo similar comentó Silvia, quien manifestó que el dinero podría servir para construir nuevos parques donde no hay, como en Cañada, donde reside. Dijo que asiste al Parque Morelos no muy frecuentemente, pero ve con agrado el que “ya le están haciendo arreglitos, porque antes estaba muy feo, ya lo veo un poco mejor”.
En otro punto de la ciudad, en Playas de Tijuana, el Parque Azteca tiene varias áreas de césped seco o sin este, debido a que los aspersores se han descompuesto o robado “porque estaban buenos o por maldad”, aseguró un trabajador municipal encargado de dar mantenimiento al lugar.
La atención podría mejorar si se recibieran más insumos como jabón, papel y escobas, “porque somos a los últimos que nos llega y andamos barriendo con palmas”, expuso.
También hace falta que la ciudadanía haga conciencia, hay personas que utilizan el baño y dejan excremento en las paredes, opinó.
Mientras un residente de la zona se quejó que detrás de la cancha de futbol hay un montón de basura, en las noches hace falta iluminación y es necesario colocar letreros para que la gente recoja la suciedad de sus mascotas.
Cerca de ahí, en el Parque México, la ciudadana Susana Bejarano relató a ZETA que el lugar “ha mejorado un poco últimamente” en cuestión de limpieza, pero “le falta bastante mantenimiento al pasto”. Aunque los juegos infantiles están cercados, algunos se encuentran en mal estado.
Ulises Abraham, otro usuario asiduo, señaló que por las noches, indigentes acuden al Parque México, “se la pasan ahí, en la tiendita acostados, y de hecho huele muy feo ahí”.
PARQUES PADECEN INDIGENCIA E INVASIÓN HABITACIONAL
Peterson Villalobos señaló que la mitad de los parques adscritos al Ayuntamiento tiene “un mantenimiento constante y está en condiciones aceptables de uso”, siendo los más cercanos a la Zona Centro, los de mejor conservación, aunque la realidad a simple vista no coincide con el discurso de la autoridad municipal.
Claro ejemplo es el emblemático Parque Teniente Guerrero, ubicado entre las calles Tercera y Cuarta, cuyo césped y árboles se mantienen parcialmente regados y podados, aunque no de manera tan constante como en anteriores administraciones. Su mobiliario urbano se encuentra en condiciones aceptables, pero visitantes y vecinos del lugar se quejan de un grupo de cantantes que los siete días de la semana, durante seis horas promedio, toman el micrófono a alto volumen e interpretan temas a cambio de dinero con un equipo de sonido al parecer rentado por el Municipio y sin regulación alguna.
Un problema a lo sumo grave, es la cada vez más numerosa presencia de indigentes y adictos que prácticamente viven en el jardín público, pernoctan entre los arbustos, duermen en las bancas, también al pie de la biblioteca, hasta arman casas de cartón en el histórico quiosco y ahí pasan la noche, haciendo sus necesidades al aire libre sin que la autoridad “haga algo” para retirarlos del lugar.
Otro dilema es que “la gente no entiende de poner la basura en su lugar, los trabajadores todos los días riegan el parque y lo limpian, pero vuelve a quedar igual”, denunció Francisco, quien acude diariamente desde la colonia Chula Vista “porque es el único” parque que le queda cerca.
Además, en la esquina que forman las calles 5 de Febrero y Tercera, “llegaron para quedarse” puestos ambulantes donde se vende desde artesanías hasta comida, comentó otra usuaria.
Al Norte de la ciudad, en la colonia Lomas Taurinas (muy cerca de la Libertad, de donde ha presumido ser oriundo el gobernador Jaime Bonilla Valdez), se encuentran los vestigios del Parque Pastejé. De las 16 hectáreas de superficie, la mayor parte se encuentra invadida por alrededor de 300 familias que construyeron casas improvisadas de madera, lonas, lámina y llantas. La invasión de chozas llega hasta el área de juegos infantiles, adonde ningún niño se acerca.
Una residente del área compartió a ZETA que la invasión habitacional inició hace aproximadamente seis meses, después de que “los vagos” quitaron la malla de alambre que rodeaba al parque, quemaron la tienda del guardia y robaron el cableado eléctrico.
A partir de entonces, la mayoría de los vecinos dejó de ir.
“Todavía una que otra persona va a la parte de hasta arriba que quedó sin invadir, pero la verdad, aunque es el único parque que me queda cerca y mi hija luego me dice ‘vamos allá’, ya no vamos porque me da miedo, ya quitaron todo, no hay guardia ni nada”, dijo la mujer.
La invasión habitacional es un tema conocido por las autoridades estatales y municipales. En febrero, el ahora ex primer edil Arturo González Cruz, aseguró a un medio local que el parque es administrado por el gobierno de Bonilla Valdez y que la autoridad municipal no podía intervenir, pero ya lo había reportado la autoridad estatal, pese a que en 2013, el entonces presidente municipal Carlos Bustamante Anchondo inauguró el parque, luego de que se invirtieran más de 6 millones de pesos en su rehabilitación para tener dos canchas de futbol rápido, otras dos de basquetbol y juegos infantiles.
ESCASEZ DE ÁREAS VERDES EN LA PERIFERIA
La secretaria de Desarrollo Urbano y Ambiental, indicó que las áreas verdes de la ciudad, considerando las zonas públicas (como camellones y taludes forestados) más las grandes extensiones privadas, suman 4 millones 370 mil 460 metros cuadrados que “resultan insuficientes” para el millón 922 mil 523 habitantes de Tijuana.
“Andamos por debajo de la mitad recomendable por la Organización Mundial de la Salud. Básicamente se necesita crear nuevos espacios, porque los que ya existen ya están contabilizados”, además de rehabilitar otros. Peterson estima que rehabilitar los 209 parques de la ciudad requiere un presupuesto de entre 250 y 400 millones de pesos.
Datos del Ayuntamiento indican que la delegación con más parques es Playas de Tijuana, con 34; sin embargo, la funcionaria precisó que el resto de la demarcación requiere de más espacios verdes.
Las delegaciones Otay Centenario (30), Centro (30), La Mesa (25) y Presa Este (24), le siguen en cuanto al mayor número de parques. En contraste, La Presa (19), Cerro Colorado (16), San Antonio de los Buenos (18) y Sánchez Taboada (14) tienen un menor número de estos espacios recreativos.
Una investigación de tesis de maestría de El Colegio de la Frontera Norte y el Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada, del biólogo Heber Huizar Contreras y titulada “Evaluación de los Parques de Tijuana desde un Enfoque de Justicia Ambiental” (2012), indica que ya observaba “una deficiente distribución” de parques entre las delegaciones.
Con la edificación de fraccionamientos en la periferia, se crearon parques “tan pequeños que, según las recomendaciones federales, corresponden a juegos infantiles”, lo que conlleva que no haya un incremento real de superficie verde, en parte por la falta de coordinación entre las normas federales, estatales y municipales, ya que si bien el Reglamento Municipal plantea que debe destinarse 3% de la superficie del proyecto a áreas verdes, no contempla la densidad poblacional del proyecto, lo que hace que zonas muy pobladas tengan áreas verdes pequeñas e insuficientes para atender la demanda de la población.
La investigación apunta que aun cuando “la gran mayoría de los parques son de acceso público, únicamente 35 por ciento de los habitantes de la ciudad de Tijuana” tenía acceso a ellos. El análisis concluye señalando que los niveles socioeconómicos de la población no guardan relación directa aparente con el abasto de parques, su distribución ni con su accesibilidad, ya que más de la mitad de la población de la ciudad no tiene acceso a parques, aunque sus niveles socioeconómicos no son bajos. No obstante, también se observó que en zonas marginadas hay carencia de parques.
Sobre el criterio de densidad población y áreas verdes, Patricia Peterson Villalobos comentó que el Ayuntamiento está trabajando en una modificación de reglamentos y el Programa de Desarrollo Urbano del Centro de Población de Tijuana, para que antes de que termine la presente administración, se establezca que la creación de parques tomará en cuenta la densidad de un área, en el entendido de que entre más población haya en un lugar, más parques debe tener.
CONVOCAN A PROTESTAS CONTRA EXPROPIACIÓN DE CLUB CAMPESTRE
Mientras el gobierno de Bonilla Valdez sigue enfrascado en una diputa legal para expropiar el Club Campestre de Tijuana, que de concretarse costará mil 300 millones de pesos tan solo para indemnizar a los propietarios y 300 millones para acondicionarlo como parque público, trabajadores del icónico club privado y vecinos del lugar convocaron a manifestaciones contra lo que llamaron “un ataque a su fuente de empleo, a la propiedad privada y al Estado de Derecho”.
“Creemos que es un laboratorio nacional observándonos desde la Ciudad de México, que el Club Campestre va a ser lo primero en expropiarse, algo grande y muy representativo de Tijuana, para después hacerlo en otras partes del país”, señaló Eduardo de la Peña, presidente del Comité de Bienestar Vecinal de la Colonia Hipódromo Chapultepec.
La primera manifestación se llevará a cabo el domingo 2 de mayo a las 10:00 horas en el Monumento al Libro, ante el temor de que las viviendas aledañas al Club Campestre pierdan plusvalía de concretarse la expropiación.
De la Peña está impulsando una valla humana cultural para el 5 de mayo, a fin de que “proteja” al Club Campestre de cualquier toma por parte de la autoridad, ya que, a decir del entrevistado, la autoridad podría tomar las instalaciones ese día.
Por otro lado, Filemón Lomelí Salmerón, secretario general del Sindicato de Cantinas, Hoteles y Restaurantes FROC-CROC, advirtió que, de consolidarse la expropiación del Club Campestre, se perderá la fuente de trabajo de 247 familias, 53 de estas agremiadas a esa organización. Por ello, convoca a una marcha pacífica el 3 de mayo a las 10:00 horas, de la Torre Agua Caliente al Club Campestre.
En entrevista con ZETA, Sergio Orduño Márquez, empleado del lugar con más de 30 años de antigüedad, comentó que él y su familia tienen incertidumbre de qué va a pasar con su trabajo si se concreta la expropiación, sobre todo porque le faltan ocho años para retirarse y no sabe si podría encontrar un trabajo cerca de su casa y con las prestaciones que le brindan.
“Nada más se fijan en los socios, pero no en los empleados, tienen que pensar también en las personas que laboran en el Club”, observó.