En medio de la reestructuración de los cárteles de la droga en los municipios de la Zona Costa de Baja California, matan a Filiberto Parra, ex operador de “Los Teos”, por afiliarse con Jalisco. En San Quintín, asesinan y amenazan a “Los Oaxacos”, operadores del Cártel de Sinaloa. Presuntos criminales de Jalisco privan de la libertad a policías para obtener información de lealtades criminales de otros agentes. Y ultiman a un estudiante porque creyeron que reactivaba un punto de venta de droga de “Los Chapitos”
“Lo mataron por afiliarse al Cártel Jalisco”, expuso un investigador integrado a la Mesa de Coordinación por la Paz y Seguridad de Baja California respecto al homicidio de Filiberto Parra Ramos “La Perra”, ocurrido la tarde del 30 de abril en Tijuana. “Hay indicios sólidos de que se contactó con operadores de ese cártel en el Estado de Jalisco”, complementó.
Parra, junto al aún preso Teodoro García Simental y Raydel López Uriarte -liberado en diciembre de 2019-, protagonizaron la escisión del Cártel Arellano Félix (CAF), que marcó el empoderamiento del Cártel de Sinaloa en la Zona Costa de Baja California tras una pugna de sangre que se padeció en la región entre los años 2007 y 2011.
Aunque su madre, quien estuvo a cargo del reconocimiento del cadáver, dijo que no sabía que su hijo estaba de regreso en BC porque solo hablaba con él por teléfono, autoridades locales confirmaron que le estaban dando seguimiento desde su regreso hacia tres años, pero de manera más cercana a partir de noviembre de 2020.
De acuerdo con reportes de Inteligencia de las fuerzas coordinadas de seguridad, seis meses atrás Parra organizó el secuestro de un comerciante metalero en el fraccionamiento Guaycura. La familia decidió acordar con los criminales que pidieron un millón de pesos, pero lo liberaron a cambio de 250 mil pesos.
Las autoridades investigaban su posible autoría intelectual en el secuestro de un médico en marzo pasado, en el fraccionamiento Mariano Matamoros, “pero andaba por su lado, apenas empezaba a armar su estructura criminal”, mientras vendía y compraba autos porque hacía negocios con un compadre con el que tenía un yonque antes de ser capturado en 2009.
Ni Parra ni su mujer tenían trabajo o negocio lícito registrado, pero vivían de manera “acomodada” en una casa rentada de la zona del fraccionamiento Agua Caliente en Tijuana.
El viernes 30 de abril, en medio de un charco de sangre, boca arriba, con la parte derecha de su cabeza destrozada por balas, quedó el cuerpo de Filiberto Parra Ramos “La Perra”, dentro de a un taller de auto detallado ubicado en el número 8912 de Avenida Los Pinos, entre Rosarito y Callejón San Quintín de la colonia Pinos de Narez.
Los uniformados confirmaron que al llegar al negocio encontraron a “… un masculino de tez blanco con pantalón mezclilla color azul y camiseta color negro, zapato deportivo color negro con verde, con lesiones en región cefálica”.
Hablaron con los testigos del ataque cometido en contra del cliente de la empresa de auto detallado, quienes explicaron que el baleado era conocido como “Mario” por los empleados del negocio y como otras veces lo vieron llegar, pero en esta ocasión, detrás de él, al local arribaron dos hombres a bordo de una motocicleta roja.
“El acompañante descendió de la moto, ingresó al local y realizó detonaciones contra el lesionado”, después los dos huyeron a toda velocidad con rumbo desconocido.
Ocho casquillos 9 milímetros de una pistola que no se había usado en otro crimen, quedaron en la escena. A “La Perra” le dispararon por la espalda en la cabeza, una de las balas salió por su ojo derecho, y resulta increíble que los paramédicos le detectaron signos vitales y se lo llevaron.
Mario Alberto Gómez Zamudio fue la identidad falsa dada por teléfono a los investigadores por su esposa Paola Cruz Capuchino -la mujer que Filiberto registró en los documentos como su persona de confianza durante los siete años que estuvo preso-, y bajo ese nombre murió en la Clínica 1 del IMSS.
En el taller donde se cometió el crimen, peritos y la Policía investigadora dejaron abandonada durante tres días la camioneta GMC Envoy roja con placas de California 8PAZ594, que Parra había llevado a vender.
Alrededor de las 21:00 horas del Día del Niño, entre las corporaciones empezó a correr la versión de que el hombre asesinado en la delegación Los Pinos era Filiberto Parra Ramos, y tras una revisión de hechos, se percataron que la mujer que se presentó como esposa del victimado se identificó como Paola Cruz -la mujer de “La Perra”-, además de que ya conocían el alias de “Gómez Zamudio”.
El sábado 1 de mayo, la madre y la tía lo identificaron como Filiberto Parra, de 40 años. Llevaron acta de nacimiento para que se los entregaran, pero las autoridades decidieron liberar el cuerpo hasta el lunes 3, que después de tres días, cuando el sistema de reconocimiento AFIS finalmente corroboró la identidad.
CAPTURA Y LIBERACIÓN
Al ser capturado en junio de 2009, el rostro y las actividades delictivas de Parra Ramos ya era públicas. Fuerzas coordinadas de seguridad lo identificaban como cabeza de sicarios de la célula criminal que entonces se identificaba como “Los Teos”, quienes habían iniciado una pugna interna en el CAF y le habían abierto la puerta del Cártel de Sinaloa.
Las autoridades bajacalifornianas lo implicaban en muchas muertes, incluidas las 13 generadas en la balacera del 26 de abril de 2008 en Bulevar Insurgentes, Fraccionamiento Guaycura, Delegación La Mesa en Tijuana; y los asesinatos de los agentes (AFI) Manuel Alejandro Arellano Figueroa y Guillermo Cuautle Hernández, perpetrados el 17 de abril del mismo año en Tecate, entre otras ejecuciones. Sin embargo, ninguna imputación se concretó en el fuero común.
Acusado de delincuencia organizada, Parra fue ingresado al penal de máxima seguridad Altiplano en Almoloya de Juárez, Estado de México. Estuvo interno en varios penales y, por sus “malas acciones y actitudes”, fue considerado un preso de “alta peligrosidad” al que sancionaron en decenas de ocasiones.
En siete años de encierro, promovió más de 40 juicios de amparo y garantías para reclamar un mejor trato por parte de las autoridades penitenciarias. Su firma se incorporó en escritos de reclamos colectivos, junto a las de Miguel Ángel Guzmán Loera, Édgar Valdés Villarreal, Mario Alberto Cárdenas Medina, Armando Valencia Cornelio, Erick Valencia Salazar, Alcides Ramón Magaña, Eduardo Arellano Félix y Teodoro García Simental.
Después de varios meses de trámites y solicitudes de información, en junio de 2017 las autoridades federales confirmaron a ZETA que Parra Ramos había sido puesto en libertad del Centro Federal de Readaptación Social (Cefereso) Número 13 en Miahuatlán de Porfirio Díaz, Oaxaca. El Juzgado Primero de Distrito de Procesos Penales Federales en el Estado de Nayarit así lo decretó en la causa penal 94/2009-II; salió libre de cargos.
Entre octubre y noviembre del mismo 2017, el Grupo Coordinación de seguridad recibió denuncias de la participación de “La Perra” en actividades delictivas en Baja California.
El 7 de noviembre de ese año, se reportó una balacera en el centro comercial Santa Fe, Delegación San Antonio de los Buenos en Tijuana, donde mataron a un hombre y lesionaron a otro. La versión de las áreas de Inteligencia fue que el ataque fue contra “La Perra”, pero no lo alcanzaron.
El 28 de julio de 2017, autoridades federales aseguraron 178 paquetes de marihuana con un peso de 979 kilos en la calle Mesopotamia de la delegación Cerro Colorado. Las autoridades habían recibido datos que pertenecía a Parra Ramos, quien abandonó el lugar minutos antes de la llegada de los policías.
LOS OAXACOS
LEVANTAN A POLICÍAS PARA OBTENER INFORMACIÓN
“Si algún agente es atacado en las próximas semanas, habrá que revisar más a fondo las privaciones de los agentes y primos Jorge Ernesto Pérez Avendaño y Julio César Robles Avendaño”, comentaron en diferentes versiones agentes estatales y municipales.
Para los investigadores en la Mesa de Coordinación por la Paz y Seguridad de Baja California, la hipótesis principal tras la privación de la libertad y liberación de dos policías de Tijuana es: “El CJNG reúnen información de contrainteligencia para atacar al personal de las corporaciones de seguridad en Tijuana”.
Aunque no descartan como segundos sospechosos a la célula de Sinaloa que sirve a “Los Chapitos”, ya que uno de los uniformados ha sido amenazado por presuntamente proteger a servidores de Ismael “El Mayo” Zambada, con quien sostienen una pugna interna.
El martes 1 de septiembre de 2020, en un puente peatonal sobre Avenida Sánchez Taboada y Cruz del Sur, Colonia Sánchez Taboada, fue colgado un narcomensaje con la siguiente leyenda: “RODOLFO PAREDES ABRETE A LA VERGA DE LA SANCHEZ TABOADA O EMPEZAREMOS A PEGAR A LOS GORRAS Y A TU COBIJA AVENDAÑO ALIAS KAWUACHI QUE DEVUELVAN LO QUE SE ROBARON O ENPIEZAN LOS VERGASOS ATTE: CJNG”, y el dibujo de un sol haciendo alusión a Rodolfo López Arellano “Cabo 30”, uno de los cabecillas criminales de Jalisco.
En aquel tiempo, Jorge Ernesto Pérez Avendaño estaba asignado al Grupo de Inteligencia de la Policía Municipal, el cual ha tenido ocho jefes distintos en menos de dos años. El mismo que recibió múltiples amenazas por una serie de operativos irregulares y supuestos bajes de droga durante el tiempo -de octubre de 2019 a octubre de 2020- que el equipo especial fue encabezado de manera extraoficial por el hoy diputado suplente Alfredo Rivas Aispuro, quien se vendía como enlace del Ejército.
Fue sacado de las calles por instrucciones del fiscal general de Baja California, Guillermo Ruiz Hernández, quien advirtió haber recibido muchos señalamientos en contra de Rivas, relacionándolo con “bajes de droga, liberación de criminales y capturas por encargo”.
Pero después lo convirtió en testigo protegido “de oídas”, en el expediente por intento de homicidio iniciado en contra del ex alcalde de Tijuana, Arturo González Cruz -para evitar su candidatura a gobernador-, y otros cuatro funcionarios por el intento de homicidio cometido 9 de septiembre de 2020 en contra de Mariano Soto, administrador de una página de Facebook, sentenciado por extorsión y asesinado al mes siguiente.
Durante 17 meses, como agente del grupo especial con 19 años de servicio, Jorge Ernesto Pérez Avendaño conoció de información privilegiada, pero fue retirado del cargo el 3 de marzo de 2021 con la llegada del nuevo secretario Pedro Cruz, y asignado a “traslado de reos”, donde no tenía contacto con la sociedad y el uso de teléfono celular es limitado. Al igual que él, otros 132 jefes sobre quienes existía desconfianza, pero no pruebas, fueron removidos.
Alrededor de las 16:00 horas del martes 4 de mayo, Pérez fue privado de la libertad cuando estacionaba el auto frente a su casa en Otay. En un operativo de 40 segundos, tres hombres armados lo obligaron a subir a una camioneta blanca y se lo llevaron; treinta horas después, pasadas las 22:00 horas del miércoles 5 de mayo, fue localizado.
Lo liberaron en la colonia Buena Vista y caminó hasta los Juzgados Federales ubicados en Zona Río, frente al hotel Lucerna, donde tiene compañeros y conocidos. Desde ese punto llamó a la Policía Municipal para pedir apoyo.
Al día siguiente, jueves 6 de mayo, una página de Facebook que de acuerdo con la Fiscalía General del Estado (FGE) es administrada por grupos delictivos (Tijuana en Guerra 2 Oficial), publicó una foto en la cual Pérez Avendaño aparece maniatado y con los ojos cubiertos de cinta adhesiva, acompañada de un narcomensaje:
“Esto me pasa por Raya sigues tu Jose Marino Acosta Jiménez y Juan Carlos Acosta Jiménez y al culón del Contreras atte CJNG”. Ambos mencionados nacieron en Veracruz y son policías que ingresaron a la corporación municipal de Tijuana en 2008.
También el martes 4 de mayo, alrededor de las 20:00 horas, otro policía comercial llamado Julio César Robles Avendaño -primo de Pérez- fue privado de la libertad, pero en la delegación Playas. De este incidente, las corporaciones tuvieron conocimiento hasta las 23:00 horas, cuando la víctima, golpeada, detuvo una patrulla en la calle Segunda de la Zona Centro de Tijuana y les platicó que hombres armados lo secuestraron, golpearon y después lo liberaron.
Dijo que cuando le pegaban, le preguntaban si sabía por qué, y a la par, le cuestionaban si sabía lo que “se había comido el otro”, pero no supo dar razón.
Entre los días 12 y el 21 de abril, criminales no identificados mataron a un elemento de la Agencia Estatal de Investigación y lesionaron a otros tres. Los cuatro estaban bajo el mando de la Guardia Estatal de Seguridad e Investigación, y los incidentes ocurrieron mientras llegaban o salían de sus respectivas casas en patrullas oficiales.
AMENAZAN A “LOS OAXACOS”, SERVIDORES DE SINALOA
Alexis Barrón Medina, alias “El Pelirrojo” o “El Pecas”, encargado de sicarios de la organización criminal “Los Oaxacos”, fue baleado la noche del 2 de mayo en una cuartería del Ejido Leandro Valle en el nuevo municipio de San Quintín. Murió en la clínica 69 del IMSS de la colonia Vicente Guerrero.
Información en poder de las áreas de Inteligencia de las corporaciones integradas a la Mesa de Coordinación por la Paz y Seguridad de Baja California, indica que este hombre era cabeza de sicarios de una célula al servicio del Cártel de Sinaloa, a la que atribuyen la mayoría de los homicidios cometidos en San Quintín, así como la distribución de metanfetaminas al menudeo y el control del tráfico de productos marinos como la langosta.
De hecho, el 29 de abril, un juez le había concedido a la Fiscalía General del Estado una orden de aprehensión en contra de Barrón Medina por un doble asesinato y una tentativa de homicidio perpetrados el año pasado. Y días antes se ser atacado, “El Pecas” baleó una vivienda dentro de la misma zona en Leandro Valle que pertenecía a un hombre llamado Raymundo.
A través de videos en redes sociales, la organización delictiva lanzó advertencias al grupo criminal contrario tras el asesinato de su líder. Los amenazados son el jefe de célula identificado en el organigrama criminal como José Luis Herrera Oliveiro “El Gallo” y sus operadores en la venta de enervantes: Adrián Barrón Casillas “El Tatuado”, Ángel Solorio, Iván Sandoval, Carlos Vega, y los hermanos Erick y Óscar Bárcenas.
Uno de los homicidios recientes que se le atribuyen a “Los Oaxacos”, fue el de dos jóvenes de 25 años atacados a balazos el 23 de marzo. Los siguieron hasta su domicilio en la calle 7 del fraccionamiento San Quintín, después de discutir con los delincuentes en el bar Brasil.
ESTUDIANTE DE TIJUANA, ASESINADO POR EQUIVOCACIÓN
De acuerdo con una fuente consultada por ZETA, “la casa donde sucedieron los hechos estaba en pleito entre familiares, el estudiante tiene un hermano que anda en malos pasos, delinque al servicio de Luis Alberto García Meza ‘El Wicho’, quien fue matón para Los Uriarte, pero ahora sirve a David López Jiménez ‘El Cabo 20’ de ‘Los Chapitos’ y durante un tiempo usó la casa para picadero y venta de droga”.
El joven estudiante y su familia recién habían recuperado el espacio y estaban limpiando el terreno: “Los homicidas creyeron que estaban reactivando el punto de venta de droga, pero no era cierto, los contras de García Meza en este caso son Los Uriarte y ‘Los Mayos’, ambas células de Sinaloa, y sus matones son los principales sospechosos”.
Juan Manuel Delgado Cárdenas, alumno de octavo semestre de la carrera de Químico Farmacobiólogo de la Universidad Autónoma de Baja California, quien gustaba de participar en carreras atléticas y practicar box, fue asesinado la tarde del 30 de abril en el interior de la vivienda ubicada en el número 24366 de las calles Zapote y Xiloma de la colonia El Florido, Primera Sección.
Los asesinos balearon la casa e ingresaron, hiriendo a un joven en el patio. Dentro de la casa mataron a Juan Manuel, hirieron a su hermano de 12 años y a dos adultos más, incluida una mujer.
En un recorrido realizado por las calles de la colonia donde ocurrió el homicidio, vecinos aseguraron que Juan Manuel era un buen muchacho, estudiaba y trabajaba, además de confirmar que esa zona está plagada de narcomenudistas.
“Aquí nadie sale de sus casas por miedo, la verdad es que los malandros mandan aquí y es muy triste lo que le pasó al muchacho; la verdad no sé si lo mataron por eso -por negarse a participar con células del crimen organizado-, pero lo que sí sé, es que era un buen muchacho”, aseguró un vecino de Juan Manuel.