“Para mí la poesía sigue siendo un ejercicio de conocimiento, el lugar donde me planteo mis preguntas sobre el mundo. No se trata de decir lo primero que a uno se le ocurre, porque ese tipo de espontaneidad que hoy está a la orden del día nos ayuda solo a repetir como cacatúas lo que otros piensan por nosotros”, expresó a ZETA el director del Instituto Cervantes y ganador del Premio Carlo Betocchi 2020
Una de las figuras de la literatura hispanoamericana contemporánea es Luis García Montero, galardonado con el Premio Carlo Betocchi 2020 por el Centro de Estudios Carlo Betocchi de Italia, por ser “una de las voces poéticas europeas más intensas y representativas de la contemporaneidad”, de acuerdo con el Jurado.
“Me siento muy honrado, la verdad es que siempre debe uno estar agradecido a los reconocimientos que generosamente se hacen. La poesía es un género de soledad, de incertidumbre, donde uno dialoga consigo mismo, y en ese sentido la compañía y la lectura es un calor que se agradece mucho”, fueron las primeras palabras que expresó a ZETA el laureado, quien, por cierto, recientemente publicó “Poesía completa. 1980-2017” (Tusquets, 2017).
“El Premio Carlo Betocchi me llenó de satisfacción, primero porque atiende, además de a los valores poéticos, a los valores éticos, al compromiso con la sociedad, a la meditación de lo que es el ser humano en el mundo contemporáneo. Y por otra parte, porque la literatura y la poesía italiana han sido muy importantes en mi formación, junto a la literatura hispánica, hispanoamericana, pues la lectura de poetas como Leopardi o Paolo Pasolini ha estado muy dentro de mi formación poética, de manera que agradezco con mucho interés esta distinción que se me ha hecho”, apostilló el granadino, al tiempo que compartió algunas remembranzas de su vocación poética y otras consideraciones sobre poesía.
ENTRE GARCÍA LORCA Y MACHADO
Hijo del también poeta Luis García López y Elisa Montero Peña, Luis García Montero nació en Granada, España el 4 de diciembre de 1958.
En entrevista para ZETA, el autor rememoró las lecturas que le compartía su padre y el deslumbramiento de la poesía de Federico García Lorca y Antonio Machado.
— ¿Cuáles fueron las lecturas determinantes en su niñez o adolescencia en su descubrimiento de la poesía o su vocación como poeta?
“Tengo algunos recuerdos que están muy en la base de mi educación poética, por ejemplo, la voz de mi padre leyendo en alto algunos de sus poemas preferidos. Mi padre tenía la costumbre de leer en alto algunos poemas escogidos de una antología muy popular en hogares españoles de hace años, que se titulaba ‘Las mil mejores poesías (líricas) de la lengua castellana’ (escogidas por Don Marcelino Menéndez y Pelayo), y la verdad es que hay algunos poemas tradicionales de Zorrilla, Duque de Rivas, de Espronceda, que para mí fueron como novelas de aventuras; mi padre los leía un poco teatralmente, con voz dramática, y eso es un primer recuerdo”, evocó Luis García Montero.
Luego recordó el deslumbramiento que significó la poesía de García Lorca:
“Un segundo recuerdo es el descubrimiento en la biblioteca también familiar de mis padres, de la poesía de García Lorca. En un tomo de la editorial Aguilar estaba ‘Obras completas’ de García Lorca, que para mí fue un deslumbramiento. El mundo poético y metafórico de Lorca para mí supuso como comprender que la poesía me invitaba a sumergirme en un terreno donde lo importante no era lo superficial, sino que había algo debajo de las cosas cuando aparecía una luna, un jinete, un gitano.
“Por debajo había una verdad que estaba más allá de las apariencias, como yo nací en Granada, me enteré que Federico García Lorca había sido asesinado durante una guerra civil provocada unos años antes de mi nacimiento, y me di cuenta que al vivir en una ciudad como Granada en un momento de dictadura, pues vivía lleno de silencios y que por debajo de los silencios había algo; para mí fue muy importante también esa lección, y así se fue formando mi vocación poética”.
Además de García Lorca, la obra de Antonio Machado supuso un despertar literario para el poeta:
“Recuerdo también que un profesor un día en el colegio bajó un tocadiscos para ponernos un disco que un joven cantautor español, Serrat, había dedicado a los poemas a Antonio Machado; nos lo puso en clase y para mí fue tan emocionante oír a Machado en la voz de Serrat, el primer disco que me compré fue ése de Serrat, ‘Dedicado a Antonio Machado, poeta’.
“Todo eso me fue acercando a una vocación y ya me hice lector para buscarme a mí mismo, fue cuando empecé a descubrir la tradición poética española, con autores como Rosalía de Castro, y, desde luego, la tradición hispanoamericana con autores como César Vallejo, Rubén Darío; autores mexicanos como Rubén Bonifaz Nuño, Sabines, Octavio Paz, José Emilio Pacheco, que fueron formando ese compromiso mío con la palabra y con nuestro idioma”, recapituló García Montero.
“SE APRENDE A ESCRIBIR LEYENDO”
En la entrevista con ZETA, Luis García Montero también reconoció que luego de la lectura emergió la escritura en la adolescencia; textualmente dijo que “se aprende a escribir leyendo”.
Para empezar, trajo a la memoria: “Mi madre conserva algunos poemas que escribí en el principio de mi adolescencia, también tengo una carpeta con poemas que fui esbozando en los apuntes del bachillerato y en los apuntes de clase. Escribí mucho siguiendo a la gente que me deslumbraba, por ejemplo, a Federico García Lorca, a Rafael Alberti”.
Entonces recordó su primer poemario, “Poemas de Tristia”:
“El primer libro, ‘Poemas de Tristia’, lo publiqué en 1980, tenía yo 22 años y lo había escrito entre el 78 y el 79, con mente de 21 años; es un libro de formación, creo que se aprende a escribir leyendo, y desde luego escribiendo y rompiendo. La papelera es una buena aliada, yo empecé ya a sentirme poeta a lo largo de los años 80, pero antes había escrito mucho, guardado como curiosidad o roto en una papelera”.
Han pasado cuatro décadas desde la publicación de su primer poemario, “Poemas de Tristia”, y en la actualidad García Montero es una de las figuras poéticas no solo de España, sino de la tradición literaria hispanoamericana. Gran parte de su obra poética se encuentra en “Poesía completa. 1980-2017” (Tusquets, 2017), donde comulgan poemarios como “Poemas de Tristia”, “El jardín extranjero”, “Diario cómplice”, “Las flores del frío”, “Habitaciones separadas”, “Completamente viernes”, “La intimidad de la serpiente”, “Además”, “Vista cansada” y “Un invierno propio”.
— ¿Qué es lo más importante en la búsqueda de una voz propia?, cuestionó ZETA.
“Creo que la búsqueda de la voz propia es un proceso que te permite encontrar tu personalidad en la tradición. La voz propia no nace de la nada, se va formando poco a poco el diálogo con los maestros, y uno aporta personalidad a esa tradición heredada; creo que es un ejercicio que tiene que ver con la conciencia individual”, confesó el poeta.
“LA POESÍA ES TODO LO CONTRARIO DE LA CONSIGNA”
“La poesía es la voz del que se sabe / vivo y mortal, lo dice Blas de Otero / y, en conclusión, señores, el poema / no nace del esfuerzo de hablar solo, / es la necesidad de estarle hablando / a una silla vacía”, se lee en “Completamente viernes” (1998; reedición Tusquets, 2017), uno de sus poemarios más celebrados y reeditados, incluido por supuesto en “Poesía completa. 1980-2017” (Tusquets, 2017).
— Luego de una reconocida trayectoria, ¿qué es la poesía para Luis García Montero?
“Para mí la poesía sigue siendo un ejercicio de conocimiento, el lugar donde me planteo mis preguntas sobre el mundo. No se trata de decir lo primero que a uno se le ocurre, porque ese tipo de espontaneidad que hoy está a la orden del día nos ayuda solo a repetir como cacatúas lo que otros piensan por nosotros y flota en el ambiente.
“Decía Antonio Machado que ‘la verdadera libertad no está en poder decir lo que pensamos, sino en poder pensar lo que decimos’. Entonces, a mí me gusta un poeta que represente a alguien que se pregunta sobre la realidad, sobre el yo. Qué digo cuando digo yo: qué hay debajo de mí palabra, y no dice lo primero que se le ocurre, tampoco lo segundo, porque cuando uno dice lo segundo que se le ocurre, casi siempre lo que intenta es caer simpático, como un publicista que quiere caer bien para vender lo suyo; ése el ejercicio de conciencia que hace pensar las cosas hasta tres veces para uno hacerse dueño de sus palabras y saber cuál es el mundo que habita, y de qué manera se ha formado su propio yo en una educación sentimental.
“Para mí la poesía es una búsqueda de la propia conciencia del lugar donde me relaciono sentimentalmente con el mundo, es el momento en que uno habita el mundo exterior, la sociedad, las costumbres, el contexto que se hace lugar propio a través de la propia conciencia. Para mí la poesía es un ámbito de verdad, que no es una verdad escrita con mayúscula, no es creer en los dogmas, no es creer ser uno en posesión de la verdad. Me gusta mucho la reflexión de Albert Camus sobre el periodismo, cuando decía: ‘Yo, como periodista, no me creo en posesión de la verdad y puedo comprometerme a mantener la verdad, solo puedo comprometerme a no mentir’”.
Hacia el desenlace de la entrevista, García Montero sentenció:
“No se trata de querer ser uno con un dogma y con la verdad absoluta, sino con el compromiso de no mentir, de decir lo que uno siente en relación con el mundo, y para mí el que logra el mundo propio es aquel que logra escribir desde su propia conciencia, entre su propia individualidad y sus relaciones sociales, sin aceptar que la intimidad borre al mundo y sin aceptar ninguna consigna que venga del mundo, de un partido, de una raza, de una patria, para someter a la propia conciencia. La poesía es todo lo contrario de la consigna”.