Falta poco más de un mes para que inicien las elecciones en México y vivimos una polarización tan avanzada que parece estamos en campaña. Si bien técnicamente no arrancan, en la realidad es que comenzaron desde hace meses.
Es probable que veamos las siguientes 12 semanas más crispadas de la historia moderna. Los partidos políticos, así como sus precandidatos, deben tener mucho cuidado con no saturarnos de información antes de tiempo. Como sabemos, el interés de la gente es muy corto en campañas; de ahí la imperiosa necesidad de ser efectivos y contundentes en los mensajes. Es fundamental que tengan muy claro el objetivo específico y actuar en consecuencia.
En los últimos días he visto y escuchado con atención cómo los institutos políticos -llámese PRI, Morena, PAN, etcétera- utilizan los tiempos oficiales en radio y televisión para intentar posicionarse sobre determinado tema… y lo hacen francamente mal; inclusive dan ganas de cambiar el canal de televisión o la estación de radio cuando los mensajes políticos aparecen.
En general dan una sensación de hablarle solo a su electorado y no intentar convencer a aquellos que están en la denominada “franja gris”, es decir, los que no saben por quién votar o no están convencidos de acudir a las urnas porque piensan que “todos son iguales”. Los mensajes no deben ser dirigidos a aquellos que ya definieron por quién votar. Esos son parte del llamado voto duro.
Lo que aún no logro comprender es que si los partidos lucharon por décadas por mantener cierta igualdad entre los llamados grandes y chicos (aunque francamente hoy en día ya no se sabe quién es grande o chico), desperdicien esa oportunidad tirando literalmente su esfuerzo a la basura. Sinceramente si no tienen nada que difundir, no lo hagan; no vale la pena. Comunicar por comunicar tiene un efecto contrario.
Vivimos un México tan polarizado que parece que es una lucha entre los buenos y los malos. Los buenos están de este lado y los malos son los de enfrente. No hay puntos medios, desaparecieron. Son los extremos los que llevan a generar escepticismo en la población. Luego los políticos se cuestionan por qué la gente no sale a emitir su voto.
Los partidos políticos olvidan con facilidad algo relevante: la gente los considera, después de las policías locales, como las instituciones más corruptas en México, según diversos estudios que se han realizado. Lo anterior significa que, de inicio, su mensaje no va a permear porque la gente desconfía de ellos.
Cuando alguien se sube a su auto o está en su casa viendo televisión y se difunden estos anuncios, les aseguro que no expresa su beneplácito por lo que ahí dicen, sino más bien su indiferencia.
Para poder influir o impactar en el electorado los anuncios deben ser hechos con minuciosidad. Analizar con detenimiento qué es lo que la gente necesita o los aspectos por los cuales está preocupada, disgustada o decepcionada. Hay infinidad de formas de obtener esa información y no solo parecer creativos desde el escritorio de un presidente de un partido político para darse gusto.
Lo que la gente reconoce de un gobierno o le molesta es muy fácil determinarlo y obtenerlo. Traducirlo o plasmarlo tiene su complejidad, pero si lleva un respaldo científico será menos difícil, ya que el mensaje impactará donde la gente esté más susceptible.
Hoy en día los partidos políticos y sus dirigentes parecen apostarle al “amontonamiento” de mensaje, sin tener claro porqué o para qué; lo anterior solo le suma a la polarización y no a la solución.
Alejandro Caso Niebla es consultor en políticas públicas y comunicación; socio fundador de la empresa CAUDAE. @CasoAlejandro