“La patria del hombre son sus ilusiones. No se puede vivir sin ilusiones”.
-Enrique Rojas, El Hombre Light.
Me interesan los perdedores que han asumido su derrota y han sabido levantarse de ella, expresa el humanista Enrique Rojas.
Viktor E. Frankl, psiquiatra, en pleno campo de exterminio nazi en Auschwitz, Polonia (1945), descubrió la técnica de supervivencia llamada “Logoterapia”, un encuentro con el sentido de la vida desde lo natural y sobrenatural.
Como Frankl, Rojas refiere que el sufrimiento es la forma suprema de aprendizaje. En El hombre doliente [Frankl] revelará la importancia del sufrimiento en el espíritu humano.
A lo largo de El hombre light, el psiquiatra Enrique Rojas denunciará una y otra vez que el problema del hombre moderno es su inclinación enfermiza al placer: materialismo, sensualidad, hedonismo, relativismo, comodidad…
El hombre actual no quiere sufrir. Ni en lo espiritual, ni en lo corporal, ni en lo afectivo, ni en lo intelectual.
Digamos que es más fácil escuchar cualquier cosa que dedicar una hora a encontrarse en la intimidad con Dios y con uno mismo; no queremos dedicar tiempo a fortalecer nuestro cuerpo con el deporte y el ejercicio físico; decimos que amamos, pero no estamos dispuestos a perdonar y abrir nuestro corazón al sufrimiento y necesidades de los demás; nuestra cultura se reduce a ciertas lecturas superficiales y programas ya elaborados, no queremos dedicarnos a profundizar en los temas esenciales para la vida.
No querer sufrir o mal sufrir, es uno de los aspectos más relevantes en la filosofía de la vida en estos psiquiatras humanistas.
Muchas de nuestras enfermedades mentales, afectivas, intelectuales y corporales, encontrarían solución en el saberlas sufrir y encauzar.
Si aceptáramos que el sufrimiento en la vida es parte de eso mismo, de la vida, aprenderíamos de las generaciones pasadas, acostumbradas a lidiar con el sufrimiento.
No en vano Jesús les advirtió a los apóstoles: “El que quiera ser mi discípulo, que tome su cruz y me siga”.
Se sufre en el corazón, en el pensamiento, en el espíritu y en el cuerpo. El sufrimiento de Cristo no se remite a su crucifixión física, sino al sufrimiento que experimenta de no querer ser aceptado por sus hermanos judíos, que lo desprecian, rechazan, no lo reconocen como el Hijo de Dios. Jesús sufre en su espíritu y en su corazón.
Cuantos hijos hacen sufrir emocional y afectivamente a sus padres; no les causan daños físicos, pero se los acaban “moralmente”, los enferman con sus conductas.
En la modernidad, autores como Viktor E. Frankl y Enrique Rojas, ambos psiquiatras humanistas del siglo XX y XXI, han logrado rescatar con sus observaciones que el hombre de hoy es como el de ayer: un ser de sentimientos, corazón o afectos; un hombre inteligente de pensamientos; un ser animado con alma y espíritu; y un ser espacio temporal encarnado en la realidad.
Si para Frankl el hombre es un ser en busca de sentido, para Rojas el hombre no puede vivir sin ilusiones. Y para ambos uno de las medidas de la felicidad humana no es precisamente el placer por sí solo; tenemos que aceptar y aprender a vivir con los sufrimientos humanos: físicos, mentales, afectivos e intelectuales. Asumir el esfuerzo como un sufrimiento que nos ayuda a construir la vida misma.
Entre la facilidad de los vicios, la dificultad de las virtudes. Los vicios son costumbres irracionales; mientras que la virtud se alcanza con el esfuerzo de actos y actitudes racionales que implican sacrificio, renuncia y entrega en la ilusión de ser mejores. “Siempre fuertes, a pesar de la adversidad. Esa es, para mí, la mejor fórmula para llegar a ser uno mismo”. (Enrique Rojas)
Germán Orozco Mora reside en Mexicali.
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