¿Cómo se llamó el sexenio?
¡Obvio! La falla de San Andrés.
Autor: Un intelectual orgánico, ¡ja!
Esas amigas que tengo…
Toña, experta compradora.
Toña le dice a su amiga:
— ¡Muérete de envidia! Me regalaron una lavadora y creo que fue Lady Gaga.
“¿Y cómo sabes?”.
— Porque la caja dice LG.
Josefa, experta en economía:
— ¿Qué opinas sobre las hipotecas, Josefa?
“Me parece una excelente idea que los hipopótamos tengan donde bailar”.
Maruja, la cinéfila:
— Maruja, ¿viste “El Señor de los Anillos”?
“Sííí, ¡pero no le compré nada!”.
Laura, la internauta:
“¿Qué pasa con el Facebook? Me dice ‘Su clave es incorrecta’, entonces pongo ‘incorrecta’ ¡pero no abre”.
Gertrudis, la muy devota:
Un cura en la iglesia dice que confesará a todas las devotas. Se levanta Gertrudis y pregunta:
“Y a las que vinimos en sandalias ¿cuándo nos toca?”.
Fernanda, la contadora, quien exclama:
“¡Auxilio! ¡Me robaron mi camioneta!”.
Un señor se acerca y le pregunta:
— ¿4×4?
“Mmm… 16, pero ahora ayúdeme, ¿sí?”.
Jesusa, estudiante de gastronomía:
— ¿Qué opina usted sobre la gelatina, señorita Jesusa?
“En realidad no sé qué decir. En mi escuela sólo conocí la ‘Y’ griega y la ‘I’ latina, pero la ‘G’ latina nunca supe de ella. A lo mejor no fui ese día a clases”.
Estela, siempre práctica:
— ¿Le corto su pizza en 4 o en 8?
“En 4 nomás, no creo que me coma 8 pedazos”.
Esa Vero:
—A qué corresponde esta fórmula química: H2O+CO+CO.
“Bueno, tampoco soy tan bruta, ¿no? Pues eso es agua de coco…”.
Autora: Una insoportable.
A propósito de la visita del Presidente argentino a México
Un argentino entra en un restaurante donde trabaja un mesero que le tiene rabia a los argentinos. Se sienta y grita:
— ¡Mozo! ¡Mozo!
“Disculpe, aquí en México no se le llama mozo. Se le llama mesero”.
— Disculpáme mesero, ¿podés traerme una gaseosa?
“Aquí en México no se llama gaseosa. Se le llama refresco”.
— Bien. Tráeme un refresco y un emparedado.
“Aquí en México no le llaman emparedado. Se le llama sándwich”.
Muy molesto, el argentino pregunta:
— Disculpáme, mesero, pero ¿cómo se les llama aquí a los hijos de peineta?
“No se les llama, ¡ellos se vienen solitos de Argentina!”.
Autor: Enemigo confeso de la 4T.
Pijama azul de seda
Un hombre envía un mensaje a su esposa desde el trabajo:
“Querida, el jefe me pide que lo acompañe a pescar a Canadá con algunos clientes muy importantes. Nos vamos una semana y será una muy buena oportunidad para conseguir mi tan ansiada promoción. No olvides meter suficiente ropa para una semana, además de la caña de pescar y la bolsa con los anzuelos, que cuando salga de la oficina los paso a buscar. Ah, y no dejes de incluir mi pijama azul de seda”.
La esposa piensa que eso se lee un poquito extraño y que es de lo más llamativo que su marido necesite una pijama tan lujosa para una excursión de pesca, pero como buena esposa, hizo lo que el hombre pidió.
Una semana después regresa el marido, un poco cansado, pero contento. La mujer le da la bienvenida y pregunta:
— ¿Pescaste mucho??
“¡Uuufff! No dejamos una trucha ni para muestra, pero ¿por qué no metiste mi pijama azul, como te pedí?”.
— Sí lo hice.
“No, busqué bien y no estaba”.
— ¡Pues la habrías visto si hubieras abierto la caja de pesca!
Autora: Esposa sospechosista.
De locura
Un señor llega al confesionario y explica al sacerdote:
— Padre, hace dos días que salgo con una mujer que tiene un cuerpo fantástico: una cintura increíble, unas piernas espigadas y torneadas, un rostro perfecto, una boca sensual y es tremenda, ocurrente, apasionada y se conoce todas las posiciones del Kamasutra… ¡¡¡una chica de locura!!! Pero es la mujer de mi mejor amigo.
“Bueno, hijo, deja de hacerlo y reza cinco Rosarios y un Padrenuestro”.
— Pero, Padre, yo no sé rezar… es más, ni siquiera soy católico.
“¿Y para qué vienes a la Iglesia?
—¡¡¡Porque estoy tan contento, que se lo tenía que contar a alguien!!!
Autor: Ex mejor amigo.