Bueno la salida no fue tan fácil. El convoy presidencial fue detenido durante más de diez minutos por familias que se reunieron en el lugar pare llevarle sus necesidades y exigirle acciones. Fueron un poco más de 500 personas a manifestarse frente al presidente y pedirle les escuchara. Muchos eran de colectivos de búsqueda de personas desaparecidas, y otros tantos, familiares de enfermos de cáncer que se han quedado sin los medicamentos para continuar su tratamiento.

La camioneta del Presidente fue rodeada por los manifestantes, pero en ningún momento les puso atención. Ni siquiera bajó la ventana, o se detuvo a saludarlos, en las gráficas del acto, se alcanza a ver, tras el vidrio polarizado, a un Andrés Manuel López Obrador sonriente, pero ausente. La comitiva no detuvo la marcha de los vehículos, avanzaron poco a poco para no arrollar a las personas, y salir les tomó diez minutos.

El Presidente cada vez más, en sus giras, se aleja del pueblo al que siempre dice servir. Ese pueblo que también en mayor medida, comienza a exigirle acciones en beneficio de ellos pero que se enfrenta a oídos sordos. Desafortunadamente esta nueva dinámica va con la personalidad del Presidente, quienes le critican, así sean ciudadanos necesitados, pasan a ser parte de sus adversarios en el mejor de los casos, y en el peor, no responden a intereses genuinos, sino a propósitos perversos de sus opositores. Estar en desacuerdo con el Presidente se ha reducido a eso. No ha habido una autocrítica, un escuchar a quienes manifiestan una dolencia, que son víctimas del sistema, que permanecen a pesar de las promesas en el abandono.

Resulta en una frivolidad eso de gastar recurso económico, tiempo y esfuerzo del Presidente, y de tres titulares del gabinete, para viajar al norte del País y solo cortar un listón. Venir a un acto de ornato, en lugar de emprender una gira de trabajo que deje beneficios a los norteños, en cualquier materia, en desarrollo, en oportunidades, en justicia, pero particularmente y tratándose de Tijuana, en seguridad.

Pero alejarse de la sociedad que lo llevó a la Presidencia, provoca ese tipo de frivolidades. Como esa de revivir la figura del Gobernador de Palacio, un amo de llaves para el Palacio Nacional en el que habita el Presidente acompañado de su familia, y que lo ha alejado también de la sociedad, al quedarse solo en su palacio protegido por vallas y siervos de la nación.

Ojalá el Presidente López Obrador, reflexionara, no todos los manifestantes son sus enemigos, se trata, como fue el caso, de personas en el abandono institucional. De madres que buscan a sus hijos desaparecidos y que son ignoradas por los gobiernos federal y estatal, de familiares que lo que quieren es medicamento para sus enfermos. De personas con necesidades que él, como candidato primero y como presidente después, prometió subsanar.

No todos quienes le critican Presidente, son sus adversarios. Y esperan de usted trabajo, no cortes de listón en giras veloces de ornato. Bájese de la camioneta, como lo hizo en el pasado cuando buscó el voto.