Quien prefirió el silencio, es el alcalde de Tijuana, Arturo González Cruz, quien ante los señalamientos del gobernador Jaime Bonilla Valdez, de implicarlo en un homicidio, de la Fiscalía General del Estado judicializando el caso y otra vez del mandatario amenazado con expropiar el Club Campestre de Tijuana, del que fue presidente González, efectivamente se quedó calladito. No ha permitido ni que sus abogados hablen al respecto. En uno de sus recientes actos, solo atinó a decir: “No temo nada. Mi trayectoria es una trayectoria limpia”. Ahora sí que su máxima es “no responder a provocaciones” ¿Le alcanzará para salir adelante? Es pregunta sin citatorio.